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Resumen estival: año 2018

En nuestro quinto año de existencia, os estamos ofreciendo una serie de resúmenes anuales de nuestro trabajo anterior. ¡Gracias por leer!

NACIONES UNIDAS RECLAMA JUSTICIA PARA LOS 114.226 DESAPARECIDOS

DERECHOS HUMANOS EN FEMENINO: DATOS Y SUMARÍSIMOS

IHR EN EL SUMMERLAB 2018: DONOSTIA/SAN SEBASTIÁN

ENCUENTRO DE INICIATIVAS CIUDADANAS PARA LA TRANSPARENCIA

UN VERANO (SANT JORDI) DE MEMORIA

SOBRE LA BASE DE DATOS DE IHR (1)

SOBRE LA BASE DE DATOS DE IHR (2)

¿QUIÉN MÁS HAY EN EL VALLE DE LOS CAÍDOS?

¿DÓNDE MURIERON LOS TRASLADADOS AL VALLE DE LOS CAÍDOS?

Más artículos sobre el Valle de los Caídos aquí

DECLARACIÓN DE CÁDIZ SOBRE TRANSPARENCIA 2018

NO AL ACCESO A LOS NOMBRES DE VÍCTIMAS DE DESAPARICIÓN FORZADA DURANTE LA GUERRA CIVIL

IHR EN EL CONGRESO INTERNACIONAL LA BATALLA DEL EBRO 1938-2018

PASADOS TRAUMÁTICOS. HISTORIA Y MEMORIA COLECTIVA EN LA SOCIEDAD DIGITAL

COMPROMISO CUMPLIDO: ¡654.000 REGISTROS EN LA BASE DE DATOS! ¡Ahora hemos superado ya 1.400.000 de registros! Lee más aquí

20N UNA RECOMENDACIÓN: JUSTICIA Y DICTADURA

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Coloquio sobre Violencia Política

Carlos Terraga y Concha Catalán han presentado sendas comunicaciones en el IV Coloquio internacional sobre violencia política en el siglo XX, organizado por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

La organización del Coloquio ha ido a cargo del Centro de Estudios sobre Dictaduras y Democracias (CEDID), que es un Centro de Estudio e Investigación de la UAB formado por más de un centenar de investigadoras e investigadores de diferentes disciplinas. Nuestra asociación ha constado como colaboradora. Se ha celebrado en los locales de Comisiones Obreras en Barcelona del 15 al 17 de junio.

Carlos Terraga, doctorando en Historia y miembro de nuestro equipo ha presentado Revolución y políticas de violencia. Los comités revolucionarios de barrio en Barcelona (1936), en el marco de la sesión Los frentes de la guerra civil española, entre la retaguardia y la implicación internacional, analizando la gestión política de la violencia por parte del Ayuntamiento de Barcelona: la propia de la guerra, tanto la revolucionaria en la retaguardia como frente a los bombardeos, como la causada por el colapso de las instituciones republicanas [en el llamado «corto verano de la anarquía»].

Terraga habló de cómo es necesario un análisis socioespacial para entender la radicalidad de ciertos movimientos, de por ejemplo las redes de barrios y arrabales, y las experiencias compartidas de lucha y resistencia obrera. Los revolucionarios atacan símbolos de poder, entre ellos la religión, para faclitar el cambio social, aspirando a un nuevo modelo de poder tejido por redes de partidos, sindicatos, juventudes libertarias, la CNT y la FAI, y diversos líderes vecinales.

El ponente también dividió en tres etapas la gestión de la violencia por parte de los organismos municipales, según tres claves interpretativas historiográficas: revolución, poder y violencia. Son las siguientes:

19 julio 1936 – septiembre/octubre 1936

Existe un vacío de poder, en parte por el reparto de armas. El Ayuntamiento sobrevive gracias a la figura del alcalde Carles Pi i Suñer pero baja su intensidad por la reestructuración de poder entre los diversos actores. Cobran gran importancia los comités revolucionarios de barrio. Es un periodo de gran violencia: más de la mitad de las víctimas de Catalunya mueren en esos tres primeros meses de guerra.

Septiembre/octubre 1936 – mayo 1937

La Generalitat intenta absorber el poder de los comités revolucionarios. Mientras la Confederación Nacional de Trabajo (CNT) y el Partido Socialista Unificado de Catalunya (PSUC) participan en su gobierno, en el Ayuntamiento entran la CNT, el PSUC y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Se produce una crisis en la retaguradia republicana, con gran violencia porque existen diversas maneras de entender la revolución. Además, Barcelona está siendo fuertemente bombardeada. (Ver Barcelona: 800 días bajo las bombas)

Mayo 1937 – enero 1939

A partir de los hechos de mayo, se eliminan los vestigios de los comités revolucionarios y se produce una estabilización de poder. Aunque el POUM sigue presente en el Ayuntamiento de Barcelona, se mantiene la represión al control del orden público por parte de patrullas urbanas y comités revolucionarios.

[Para profundizar, se puede consultar Del orden revolucionario al orden antifascista. La lucha política en la retaguardia catalana, por Josep Antoni Pozo, y a La crisis del antifascismo, por Ferran Gallego]

Terraga compartió mesa con Nathan Rousselot, de Nantes Université, y Pierre Salmon, de la Université de Caen, cuyas comunicaciones versaron sobre Violencias y orden en la retaguardia republicana: el control del territorio como condición del apoyo francés (1936-1939). Presentó y moderó el debate posterior Javier Tébar, director del Archivo Histórico de CCOO y profesor de la Universitat de Barcelona.


A su vez, Concha Catalan, presidenta de la asociación sin ánimo de lucro Innovación y Derechos Humanos, que gestiona ihr.world (Ver detalles aquí ), presentó una comunicación sobre la base de datos de la entidad, ya con 1,4 millones de registros, en el marco de la mesa redonda Memorias en disputa.

Catalán equiparó la denegación de acceso a la información y a la documentación a una forma de violencia política, en un estado que no ha juzgado nunca a su propia dictadura. Se refirió a las diversas bases de datos existentes sobre Guerra Civil y franquismo y destacó la importancia de los archivos para promover y proteger el derecho a la información.

Moderó la mesa Luciano Alonso, de la Universidad Nacional del Litoral (UNL, Santa Fe, Argentina), que presentó también la comunicación Las memorias del terror de Estado en Argentina: entre la reacción conservadora y la subjetivación neoliberal. Alonso explicó que desde 2015, lamentablemente, se ha erosionado y cuestionado la memoria crítica dominante que había existido sobre la dictadura y represión durante los años 70, aquella que se vinculaba con los movimientos sociales como las Abuelas de la Plaza de Mayo.

Se refirió a la definición de tres tipos de memoria, por Ludmila da Silva Catela: las memorias dominantes, de las organizaciones de Derechos Humanos, asumidas entonces por el estado nacional; las memorias denegadas, de quienes defendieron la dictadura; y las memorias subterráneas, de las comunidades indígenas. Con el macrismo, se construye un contexto neoliberal y neoconservador que incorpora un espacio para negacionistas sobre el número de desaparecidos y la gravedad del terrorismo de estado. Aparece un discurso reivindicativo de los aspectos supuestamente positivos de la dictadura, y una tendencia a negar la memoria crítica democrática.

En la misma mesa presentaron también comunicaciones Inês Ferreira de Almeida, del Instituto de História Contemporânea (IHC NOVA FCSH, Lisboa, Portugal), sobre El olvido portugués y la recuperación de narrativas apaciguadoras [O esquecimento portugués e a recuperação de narrativas apaziguadoras] y Rosa Torán, del Ateneu Memòria Popular, sobre dicha entidad barcelonesa, sus numerosas actividades y la memoria en clave de presente.

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Resumen estival: año 2017

En nuestro quinto año de existencia, vamos a ofreceros una serie de resúmenes anuales de nuestro trabajo anterior. ¡Gracias por leer!

LOS SUMARÍSIMOS: Procedimientos Judiciales Militares en la Guerra Civil y el franquismo (1936-1980)

SUMARÍSIMOS EN FEMENINO: Las mujeres represaliadas en Catalunya en datos

LA VICTORIA DE ASCENSIÓN MENDIETA

TRES DOCUMENTALES: DESAPARICIÓN FORZADA

MENORQUINES REPRESALIADOS POR EL FRANQUISMO

EL PARLAMENTO CATALÁN APRUEBA LA NULIDAD DE LOS JUICIOS POLÍTICOS FRANQUISTAS

VÍCTIMAS DEL FRANQUISMO EN CATALUNYA, FINALMENTE EN #OPENDATA

PERIODISMO DIGITAL DESDE LOS ARCHIVOS

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Foto: Cárcel Modelo, septiembre 1941. Arxiu Pérez de Rozas, Arxiu Fotogràfic de Barcelona.

El campo de concentración de San Pedro de Cardeña

Entre 1936 y 1947 se retuvo a casi medio millón de personas en 188 campos de concentración franquistas. El último de ellos, en Miranda de Ebro, se cerró finalmente en 1947 (Javier Rodrigo, Cautivos, 2005, p. 308). Uno de los campos más importantes ocupaba parte del antiguo monasterio de San Pedro de Cardeña, unos 10 km al sureste de Burgos. Sobre todo, se conoce San Pedro por ser el campo de concentración por ser destino de brigadistas internacionales y otros prisioneros extranjeros capturados a lo largo de 1938-9. Sin embargo, antes desempeñó un papel importante en el desarrollo del sistema de reclusión franquista, concretamente durante la ofensiva rebelde de 1937 contra las provincias costeras del norte de Vizcaya, Santander y Asturias, controladas por los republicanos. San Pedro también merece ser recordado por las investigaciones de Antonio Vallejo Nágera para encontrar el «gen rojo». Los resultados de sus estudios basados en los prisioneros extranjeros y otros se utilizaron como justificación del sistema de represión franquista durante y después de la guerra.   

San Pedro y la Guerra del Norte

En diciembre de 1936, tras el fracaso de la ofensiva militar de los rebeldes sobre Madrid, su autoridad estableció campos de concentración en varias localidades del norte de España. Estos primeros campos solían emplazarse en castillos, fortalezas o monasterios. Uno de ellos fue el de San Pedro: el monasterio, que llevaba cerrado desde 1922, se consideró adecuado para 1.200 prisioneros, que serían confinados en grandes habitaciones en lugar de en celdas. 

A principios de 1937 el campo comenzó a llenarse de hombres trasladados desde otros campos del norte de España. Antes de llegar a San Pedro, estos hombres habían pasado por el sistema de selección franquista que clasificaba a los prisioneros en función de su lealtad: Aa o  afectos (partidarios de los rebeldes); Ad dudosos (de dudosa lealtad); B reaprovechables (redimibles); y criminales. Los hombres enviados a San Pedro estaban clasificados como Ad o B. 

La campaña rebelde contra Vizcaya, iniciada el 31 de marzo de 1937, supuso la captura de miles de personas, tanto civiles como miembros de las fuerzas republicanas. Muchos de ellos, tras la criba, fueron enviados a San Pedro. El proceso de cribado era rápido: tras la caída de Bilbao el 19 de junio se estableció un campo en Deusto donde, en los últimos diez días de julio, la comisión de clasificación filtró a 536 prisioneros. Mientras tanto, en Murgia (cerca de Vitoria), durante todo el mes de julio se examinó a una media de 100 personas en jornadas de diez horas, es decir, un caso cada seis minutos (Rodrigo, p. 54). 

La ocupación de Santander por las fuerzas de Franco en agosto de 1937 supuso la captura de unas 50.000 personas, mientras que el fin de la resistencia republicana en Asturias, dos meses después, produjo otros 33.000 prisioneros. En septiembre y octubre de 1937, 5.699 de estos hombres fueron trasladados a San Pedro, que funcionaba como campo de tránsito: los prisioneros pasaban unas seis semanas allí hasta que eran enviados a otros lugares en batallones de trabajadores de 600 hombres cada uno.  Durante 1937, según el exhaustivo estudio de Javier Rodrigo sobre el sistema de campos de concentración, unos 10.000 hombres salieron de San Pedro formando parte de batallones de trabajadores; 3.000 de ellos fueron enviados a trabajar en la gigantesca mina de hierro de Gallarta, cerca de Bilbao (Rodrigo, pp. 73-4).

Prisioneros construyendo una carretera cerca de San Pedro de Cardeña

Las condiciones de vida en San Pedro eran muy similares a las de la mayoría de los campos. En palabras de Rodrigo: «piojos, frío, hambre, sed, humillación, aculturación y castigo«, así como las enfermedades, que eran la principal causa de muerte, provocadas por el hacinamiento y las malas condiciones.  Los prisioneros sufrían lo que Rodrigo llama sanpedronitis, «la dolencia más generalizada: la caída de los dientes, las encías sangrantes, derivadas de la mala alimentación y la escasez de vitaminas” (Rodrigo, pp. 161-2).  Aunque el campo estaba, según él, mal vigilado, hubo pocos intentos de fuga porque los prisioneros estaban demasiado débiles físicamente. La excepción fueron seis brigadistas alemanes que se escaparon en un intento de evitar la atención de la Gestapo y/o su traslado a Alemania: fueron recapturados, devueltos a San Pedro y castigados brutalmente. Aunque San Pedro, a diferencia de la mayoría de los campos, disponía de un centro de salud, la única medicina disponible era la aspirina. La investigación realizada por Carl Geiser, brigadista internacional encarcelado en San Pedro, en la década de 1980 reveló la muerte de 66 prisioneros españoles y 10 extranjeros en el campo. (Geiser, Prisoners of the Good Fight, 1986, pp. 115-6.)

Geiser describió así su primera tarde en San Pedro: 

Se apiñó a varios miles de prisioneros vascos y asturianos vestidos de paisano en una zona entre nosotros y el césped… Entonces apareció un sacerdote alto y delgado, un franciscano, que vestía una larga túnica marrón con un cordón blanco. Desde un montículo, en una homilía de veinte minutos, explicó por qué el fascismo era preferible a la democracia y al comunismo. A continuación, un comandante de baja estatura y edad avanzada -el comandante del campo- y varios oficiales entonaron el himno fascista Cara al Sol. La ceremonia concluyó con un oficial gritando «¡España!», a lo que los prisioneros españoles respondieron «¡Una!»; un segundo «¡España!» y la respuesta «¡Grande!»; un tercer «¡España!» y un sonoro «¡Libre!». Luego, tres gritos más débiles de ‘¡Franco!’ sincronizados con el brazo alzado y bajado.

Geiser, Prisoners of the Good Fight, p. 104.

A principios de abril de 1938, cuando llegaron los primeros internacionales, había en el campo unos 2.000 prisioneros españoles. Para el 10 de junio, el número total de hombres en el campo había aumentado a 3.673, el triple de la capacidad estimada inicialmente. Sin embargo después, San Pedro y muchos de los otros campos del norte perdieron importancia como centros de retención de prisioneros españoles: las derrotas republicanas en Aragón en marzo-abril de 1938 y la ofensiva insurgente en Cataluña en diciembre de 1938 llevaron a la apertura de nuevos campos en el territorio recientemente ocupado.

San Pedro y los prisioneros internacionales

Varios factores influyeron en la decisión de concentrar en San Pedro a los extranjeros capturados, incluidos los miembros de las Brigadas Internacionales. Bajo presión de sus aliados italianos y alemanes, el régimen de Franco decidió intercambiar estos prisioneros por soldados y aviadores italianos y alemanes presos en las cárceles republicanas. Anteriormente ya se había intercambiado un pequeño número de prisioneros extranjeros, aunque a menudo se había fusilado a los brigadistas internacionales al ser capturados [Geiser enumera datos de 172 brigadistas de Estados Unidos fusilados tras su captura entre abril de 1937 y septiembre de 1938].  La decisión de enviar a los extranjeros capturados a San Pedro se tomó días después de la captura de un gran número de brigadistas en Aragón, incluido Geiser, que era comisario político del Batallón Abraham Lincoln. Su libro, Prisoners of the Good Fight, es el mejor relato de la experiencia de prisión en San Pedro por parte de un internacional. 

A principios de mayo de 1938 había 625 internacionales en San Pedro. Los grupos más numerosos procedían de Gran Bretaña e Irlanda (149), Estados Unidos (74), Francia (48), Alemania y Austria (44), y Polonia (32); el resto procedía de otros 33 países. No todos eran brigadistas. La investigación posterior de Geiser descubrió una lista oficial de 653 extranjeros en San Pedro en fecha 10 de septiembre de 1938: 130 eran hombres que habían luchado en unidades del ejército republicano. Tampoco eran todos militares: entre ellos había 41 civiles sospechosos de apoyar a la República, entre ellos dos camioneros franceses que se encontraban en España para comprar naranjas. (Geiser, Apéndice 2). 

Para las autoridades rebeldes, los prisioneros extranjeros de San Pedro eran excelente material de propaganda, ya que eran prueba de la presencia de combatientes extranjeros en el ejército republicano y, por tanto, daban respaldo a su intento de justificar que ellos mismos dependían de la ayuda militar alemana e italiana. Afirmar que España había sido invadida por un ejército de comunistas también contribuía a su intento de justificar el golpe militar de julio de 1936, que, según se afirmaba falsamente, había impedido una planeada toma de poder comunista en España. Se produjeron varias películas de propaganda, entre ellas “Prisioneros de Guerra” (1938).

En la película se presenta una imagen de la vida en las cárceles que contrasta fuertemente con las condiciones brutales y deshumanizadas descritas en las memorias de los detenidos, ya sea en San Pedro o en cualquier otro centro de reclusión de la España franquista. Muchos de los prisioneros retratados claramente no son internacionales, a pesar del comentario introductorio, que afirma que el «oro soviético» había atraído a los brigadistas a España, y que eran «despojos humanos» en proceso de rehabilitación gracias a la generosidad de la España de Franco.  

Se mantenía separados a los prisioneros extranjeros y a los españoles unos de otros, aunque las condiciones que soportaban eran muy similares: mala alimentación, falta de ropa adecuada –especialmente grave en el frío invierno burgalés–, instalaciones sanitarias deficientes, ausencia de camas (muchos dormían en un suelo de hormigón) y la atención constante de las alimañas. Como a los internacionales no se les permitía –ni se les exigía– trabajar y sólo se les permitía salir del campo de forma intermitente, sus días solían transcurrir hacinados dentro de las insalubres salas donde dormían. Aparte de las salidas ocasionales al río para lavarse, rara vez disfrutaban del aire fresco o del ejercicio. El hecho de que permanecieran detenidos en San Pedro tanto tiempo –mucho más que las seis semanas que soportaban los prisioneros españoles– hacía que estas condiciones fueran especialmente insalubres. Algunos de los internacionales llegaron con heridas graves, pero, aunque entre ellos había tres médicos, no había medicamentos ni instrumentos quirúrgicos para tratarlos. Un extranjero murió de disentería, otro de pleuresía y un tercero de cáncer de pulmón. 

Rancho para los prisioneros internacionales en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña.

Los internacionales tenían la obligación de asistir a misa, y les golpeaban si no se arrodillaban en el momento adecuado. También se les obligaba a hacer el saludo fascista con el brazo recto y a unirse a los cantos falangistas: constituye una de las muchas infracciones del Convenio de Ginebra de 1929 sobre el trato a los prisioneros de guerra. Se golpeaba a quienes se negaban a ello aunque, según Geiser, «los sargentos ignoraban los saludos descuidados mientras el puño no estuviera cerrado» (Geiser, p. 129). Hubo intentos esporádicos de difundir entre ellos folletos de propaganda en varios idiomas. También eran objeto de palizas arbitrarias por infracciones menores de las normas o simplemente para satisfacer el humor de los guardias. Geiser señala que los guardias reaccionaron brutalmente ante las noticias de la ofensiva republicana en el Ebro en julio de 1938. 

Se creó un comité secreto, conocido como el comité local [the House Committee], con representantes de los principales grupos nacionales: la mayoría de los presos desconocía la identidad de sus miembros. Como los internacionales solían estar confinados dentro, excepto a la hora de comer, desarrollaron formas de ocupar el tiempo, como jugar al ajedrez con piezas moldeadas a partir de pan seco. Algunos prisioneros de habla inglesa escribían un periódico llamado Jaily News [N. de la T. juego de palabras entre Daily, diario, y Jail, cárcel] , que se colgaba en la pared pero se retiraba cuando llegaban los guardias. Se organizó un programa de clases bajo el nombre de Instituto de Estudios Superiores San Pedro: las clases de idiomas eran muy populares, pero había otras asignaturas como historia de España, matemáticas, sociología, economía, filosofía y teatro. Geiser describe a un grupo de prisioneros portugueses analfabetos a quienes se enseñaba a leer y escribir. Añade que «ninguna otra actividad en la que participáramos era tan importante como estas clases para resistir el ambiente deshumanizado y degradante del campo de concentración» (Geiser p. 128). Al acercarse la Navidad, se organizó un concierto con canciones y sketches cómicos, al que asistieron los guardias del campo. El comandante quedó tan impresionado que, a petición suya, se repitió la actuación en Nochevieja. 

Prisioneros internacionales juegan al ajedrez en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña.

Los prisioneros fueron entrevistados por oficiales de la Gestapo, que prestaron especial atención a los alemanes y austriacos. El comité local aconsejó a los prisioneros que dijeran ser soldados ordinarios, que nombraran solo a oficiales del ejército republicano que ya hubieran muerto, que negaran cualquier afiliación comunista, que expresaran convicciones antifascistas y que no se mostraran despectivos ni hacia la República ni las Brigadas Internacionales. Aunque al final se permitió a los prisioneros enviar mensajes a familias en algunas ocasiones, al principio se les ordenó que escribieran estrictamente -en sus propios idiomas- «notificándoles que me encuentro bien» y nada más. Con el tiempo, los afortunados pudieron recibir paquetes de sus familias y de grupos de solidaridad de sus propios países. Entre los más desafortunados estaban los prisioneros alemanes y de Europa del Este, cuyos gobiernos eran hostiles a la República. 

Hubo un flujo constante de otros visitantes extranjeros en San Pedro. Entre ellos, William P. Carney, corresponsal conservador del New York Times; Jacques Doriot, líder fascista francés; y Lady Austen Chamberlain, cuñada del Primer Ministro británico, Neville Chamberlain. 

Durante 1938, diversos grupos de internacionales se beneficiaron de los intercambios de prisioneros y normalmente se les trasladó a prisiones cercanas a San Sebastián antes de cruzar a Francia. Geiser, por ejemplo, formó parte de un grupo que salió de San Pedro a finales de febrero de 1939 pero fue retenido en la prisión de Zapatari, en San Sebastián, hasta el 22 de abril, antes de su liberación definitiva. 

La suerte de los prisioneros, sin embargo, dependía de la voluntad del régimen franquista de acordar intercambios y de la de sus propios gobiernos de aceptar su regreso. El final de la guerra complicó aun más la situación porque ya no había prisioneros en poder de los republicanos con quienes intercambiarlos. Cuando el campo se cerró definitivamente en noviembre de 1939, todavía albergaba a 406 internacionales, entre quienes los grupos más numerosos eran portugueses (88), argentinos (56), alemanes y austriacos (55), polacos (41) y cubanos (39). A todos estos desgraciados se los enroló en el Batallón de Trabajadores nº 75, que trabajó en la reconstrucción de Belchite, la ciudad aragonesa destruida en los combates de 1937.  

Las investigaciones de Antonio Vallejo Nágera

Por la duración de su estancia en San Pedro, los internacionales fueron uno de los dos grupos de prisioneros que el psiquiatra militar Antonio Vallejo Nágera seleccionó para los estudios que dirigió sobre la «problemática marxista» (el otro grupo fueron las presas de la cárcel del Caserón de la Goleta, antigua cárcel de mujeres de Málaga). Participaron en el estudio un total de 297 internacionales, entre ellos Geiser, que describe parte de este proceso:

Detrás de la mesa se sentaba un agente de la Gestapo con un libro de contabilidad. Después de identificar a cada prisionero, un ayudante que utilizaba calibradores cantaba la longitud, anchura y profundidad del cráneo, la distancia entre los ojos, la longitud de la nariz, y describía el color de la piel, el tipo de cuerpo, las cicatrices de heridas y cualquier discapacidad

Geiser, Prisoners of the Good Fight, p. 146.

Como parte del estudio hubo la visita de dos sociólogos alemanes que presentaron a los presos un cuestionario de doscientos puntos: en él se intentaba juzgar la moralidad de cada sujeto mediante preguntas sobre sus antecedentes familiares, sexuales, políticos, religiosos y militares. Las preguntas sobre la familia se centraban en alcoholismo, criminalidad, posición social, afiliación religiosa, nivel de educación, empobrecimiento, ilegitimidad, emigración y enfermedad mental. 

Vallejo sostenía que el apoyo a la revolución en España se explicaba mejor en base a la biología y la psicología, y que el apoyo a la República se basaba más en factores de criminalidad que políticos. Como ha señalado Rodrigo, el trabajo de Vallejo fue de gran importancia, ya que sirvió para establecer una justificación pseudocientífica del uso de los trabajos forzados como medio para conseguir la «redención nacional» de los presos. Señala la ironía de que la investigación que pretendía identificar la causa de la «enfermedad» que supuestamente aquejaba a España (el marxismo) se basara en estudios de sujetos no españoles (Rodrigo, p. 145).

Tras su cierre, San Pedro fue ocupado por la orden del Císter.  Aunque hay un pequeño museo dedicado al arte religioso, hoy en día la mayor parte del monasterio, incluidas las zonas que ocupó el campo de concentración, está cerrada al público. Un pequeño panel informativo en el exterior es la única referencia a su uso durante la Guerra Civil y posguerra.  

Nota: La cifra de 188 campos de concentración no se refiere al total de centros de reclusión utilizados por la dictadura de Franco. El número real sería muy superior si incluyéramos campos de trabajo, destacamentos penales, prisiones, etc. 

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL y revisión de Concha Catalan

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PHOTOS: Biblioteca Digital Hispánica. Biblioteca Nacional. CC-BY

Hay una luz en Asturias: La huelga de los mineros asturianos de 1962

Hace sesenta años, en abril-mayo de 1962, una huelga en las cuencas mineras de Asturias, que se extendió a otros sectores de la economía española, supuso el mayor desafío a la dictadura franquista desde el final de la Guerra Civil. Conocida a menudo como la Huelga del Silencio por su carácter pacífico y no violento, la huelga condujo a la imposición del Estado de Excepción en las provincias de Asturias, Guipuzkoa y Bizkaia y desafió la capacidad del régimen para controlar a la clase obrera a través de la Organización Sindical Española (O.S.E.), el Sindicato Vertical estatal establecido tras la Guerra Civil.

La huelga de los mineros asturianos de 1962 puede considerarse el presagio de las reivindicaciones que marcarían los últimos años de la dictadura.  Con motivo del 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, publicamos este artículo para resaltar la importancia de la lucha de los mineros asturianos y sus familias, así como la de los trabajadores de otras partes de España que arriesgaron su sustento y su vida enfrentándose a las políticas laborales represivas del régimen de Franco. 

En el período inmediatamente posterior a la Guerra Civil, los mineros asturianos –conocidos por la Revolución de Asturias en octubre de 1934– no constituyeron una fuente importante de oposición a la dictadura.  Asturias había sido la última de las provincias costeras del norte en caer en manos de los ejércitos franquistas en 1937 y los mineros fueron objeto de una feroz represión.  Según Rubén Vega, el principal historiador del movimiento obrero asturiano, 410 mineros fueron ejecutados tras un consejo de guerra [y al menos 368 fueron asesinados extrajudicialmente]. (Ruben Vega García et al, El movimiento obrero en Asturias durante el franquismo, 1937-1977, p. 54.) [Más información sobre los consejos de guerra aquí]

Foto icónica de la revolución minera pero no tomada en Asturias: una columna de Guardias Civiles escola a mineros detenidos en Brañosera (Palencia) el 8 de octubre de 1934. Concern Illustrated Daily Courier – Illustration Archive – Narodowe Archiwum Cyfrowe, Poland. Public domain

Aunque los mineros estaban exentos del servicio militar después de la guerra, la minería no era una ocupación atractiva: era extremadamente peligrosa y muy insalubre. Según Vega, murió una media de 85 trabajadores al año en accidentes mineros en Asturias en las décadas de 1940 y 1950 (la mano de obra minera total en la provincia era de 30.000 en 1950 y 49.000 en 1958). Los mineros también sufrían una alta incidencia de silicosis y otras enfermedades profesionales (Vega p. 55).

En los años sesenta, Asturias producía alrededor del setenta por ciento del carbón español. Esta industria, centrada en Langreo y Mieres, las principales ciudades de los valles de los ríos Nalón y Caudal respectivamente, dominaba la economía y la sociedad local. Aunque las minas eran propiedad de 72 empresas, diecisiete de ellas controlaban la industria: daban empleo al 93% de los trabajadores y producían el 90% del carbón asturiano. Hasta finales de la década de 1950, la minería del carbón estuvo protegida de la competencia extranjera por la política franquista de autarquía, pero el Plan de Estabilización de 1959, que abrió la economía española a las importaciones, provocó una grave crisis en la industria, ya que el carbón asturiano se vio obligado a competir con importaciones más baratas.

En Asturias, como en toda España, el Plan de Estabilización provocó una recesión económica y una inflación que redujo los salarios reales de los trabajadores. El regreso de los mineros que habían emigrado a Europa Occidental, especialmente a Bélgica y Luxemburgo también influyó en el ambiente de las comunidades mineras. Al trabajar en el extranjero, no sólo habían experimentado mejores condiciones de trabajo y de vida, sino que habían sido testigos de la libertad de los trabajadores para organizarse y hacer huelga.

En cambio, en España las huelgas eran ilegales y hasta 1958 los salarios se imponían por decreto gubernamental. Aunque la Ley de Convenios Colectivos Sindicales de 1958 permitía la negociación colectiva a nivel de fábrica, municipal o estatal, ésta debía realizarse dentro de la estructura de la O.S.E. y todos los convenios debían ser aprobados por el Ministerio de Trabajo. En 1960, un decreto del gobierno dictaminó que las huelgas que se consideraran con motivación política o que representaran una grave amenaza para el orden público constituían rebelión militar y estaban sujetas a la jurisdicción militar.  

Los acontecimientos en las cuencas mineras a finales de los años 50 deberían haber alertado al régimen de Franco del creciente descontento. Una huelga en la mina de La Camocha, cerca de Gijón, en enero de 1957, en la que los mineros ocuparon la mina durante nueve días, tuvo como resultado la mejora de las condiciones y de los salarios. Otra huelga centrada en el valle del Nalón, en marzo de 1958, provocó la declaración del estado de excepción y el despido de 200 trabajadores: se llamó a filas a los mineros en edad militar y 32 trabajadores acusados de pertenecer al Partido Comunista Español (P.C.E.) fueron condenados a penas de prisión de entre dos y veinte años (Vega p. 272).

Las huelgas de 1962 comenzaron el 7 de abril en la mina Nicolasa de Mieres, tras una protesta por las durísimas condiciones laborales. El pozo Nicolasa era uno de los más grandes, con 2.000 mineros. La huelga se extendió rápidamente a otras minas del valle del Caudal. La tercera semana de abril, los mineros del valle del Nalón se unieron a la huelga, Sus reivindicaciones incluían ya la libertad de organización y la indemnización de los trabajadores afectados de silicosis.

La respuesta del gobierno era previsible: arrestaron a los mineros y, en algunos casos, a sus familiares, torturaron a los presos, y hubo presencia intimidatoria de la Policía Armada y la Guardia Civil en las calles de los pueblos mineros y las principales ciudades. Unos 400 mineros fueron detenidos y muchos otros deportados a otras partes del país. (Vega p. 282)

La lucha se prolongó durante dos meses gracias a la solidaridad y la estrecha unión de las comunidades de los valles mineros. Las mujeres tuvieron un papel importante en la distribución clandestina de folletos para difundir la huelga y fomentar la solidaridad con la causa de los mineros. Los economatos laborales de las empresas se cerraron en cuanto estalló la huelga, y las familias se vieron obligadas a depender de pequeños comerciantes que les fiaban y de grupos de la iglesia católica que organizaban comedores sociales.

Durante el mes de abril, un completo silencio mediático acompañó a la represión. A pesar de ello, la huelga en solidaridad con Asturias se extendió más allá de sus cuencas mineras: a las minas de León, las de Río Tinto en Huelva, la industria siderúrgica en Asturias y las grandes obras de ingeniería en el valle del río Nervión alrededor de Bilbao. La declaración del estado de excepción en las provincias de Asturias, Bizkaia y Gipuzkoa el 4 de mayo, para hacer frente a lo que se calificó como anormalidades laborales, tuvo poco efecto. En la segunda quincena de mayo, unos 300.000 trabajadores estaban en huelga en todo el país, afectando a las fábricas de un total de 28 provincias, incluida Barcelona, donde la producción se había detenido en la mayoría de las plantas de producción y fábricas textiles de la provincia.

Compañeros del Pozu Carrio en 1962. Memoria Digital de Asturias. CC-BY

Mientras tanto, el 6 de mayo, un manifiesto firmado por 171 destacados intelectuales españoles –entre los que se encontraban Ramón Menéndez Pidal, Josep Fontana, Juan y Luis Goytisolo, José Bergamín, Salvador Espriu y Alfonso Sastre– reclamaba el establecimiento de la libertad de información y el derecho a la huelga de los trabajadores. [Lea el manifiesto de 1962 aquí, con otras adhesiones, preservado por la Fundación Juan Muñiz Zapico]

De forma extraordinaria, el régimen se vio obligado a negociar con los dirigentes mineros: el 15 de mayo un ministro del gobierno, José Solís Ruiz, que, como Secretario General del Movimiento, era responsable de la O.S.E., viajó a Gijón para mantener conversaciones con una comisión de representantes mineros reunida a toda prisa. Fue la única ocasión durante el régimen de Franco en la que el gobierno se vio obligado a negociar directamente con los dirigentes obreros. Los trabajadores de la construcción de Gijón saludaron la llegada de Solís sumándose a la huelga.

Incluso después de que Solís accediera a un acuerdo sobre el aumento de los salarios y la mejora de las condiciones de trabajo –que se publicó en el Boletín Oficial del Estado el 24 de mayo–, la huelga continuó hasta que los mineros detenidos fueron liberados y los trabajadores deportados pudieron regresar a la provincia.

Para entonces otros grupos se habían unido a las protestas: a finales de mayo hubo manifestaciones estudiantiles en Madrid y Barcelona. Los manifestantes coreaban «¡Franco no! Asturias Sí!» y cantaban canciones como Hay una Luz en Asturias que ilumina toda España y Asturias patria querida. (Vega, pp 282-3)

Portada del Mundo Obrero, 1 Septiembre 1962. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. CC-BY 4.0

A la vuelta al trabajo de los mineros entre el 4 y el 7 de junio siguió el fin de las demás huelgas. Sin embargo, hubo, quizás inevitablemente, una secuela de las huelgas asturianas de abril-mayo. En agosto estalló una segunda ronda de huelgas por la victimización de algunos mineros y el incumplimiento de los acuerdos que habían puesto fin al conflicto anterior. Los valles del Caudal y del Nalón se paralizaron rápidamente. Esta vez, sin embargo, la policía y la patronal habían confeccionado una lista negra de trabajadores: 126 fueron deportados a otras provincias y muchos otros fueron despedidos. Las huelgas no tardaron en fracasar, en parte porque muchos mineros y sus familias no disponían de recursos para resistir tras el paro de dos meses a principios de año. (Vega, pp. 282-90)

Como era habitual, el régimen culpó de las huelgas a los activistas comunistas, especialmente a los de otros países.  El 27 de mayo, en el monte Garabitas, un campo de batalla de la Guerra Civil en las afueras de Madrid, Franco se dirigió a la Hermandad de Alfereces Provisionales –una organización de veteranos de guerra falangistas. Afirmó que seguía librándose la Guerra Civil, desestimó las huelgas como algo sin importancia y atacó a enemigos sin nombre por aprovecharse de la situación. Unos meses más tarde dijo al corresponsal del New York Times, Benjamin Welles,

Los agitadores italianos y otros extranjeros entraron en España provistos de fondos, pero  escaparon antes de que nuestra policía pudiera ponerles las manos encima.

Benjamin Welles, España: The Gentle Anarchy, 1965, p. 130.

Aunque el conflicto inicial en el pozo Nicolasa pudiera verse como improvisado, los miembros de varios grupos de la oposición clandestina desempeñaron un papel importante en la difusión de la huelga, tanto en Asturias como en otros lugares. Además del Partido Comunista de España (PCE), entre ellos hubo activistas de la socialista Unión General de Trabajadores (UGT) y miembros de grupos eclesiásticos, especialmente de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Los informes policiales sugieren que el gobierno estaba alarmado particularmente por las acciones de los activistas católicos. Aunque el obispo de Oviedo, Segundo García Sierra, se mostró hostil a las huelgas y trasladó a activistas de la JOC de las cuencas mineras a zonas rurales, los informes policiales identificaron a numerosos sacerdotes, especialmente en las provincias vascas, cuyos sermones indicaban apoyo a la causa de los huelguistas.  (Vega, p. 285).

Los acontecimientos de abril-mayo de 1962 habían planteado, sin embargo, serios interrogantes para el futuro de la dictadura franquista. Se humilló al régimen: un ministro del gobierno se había visto obligado a viajar a Gijón para negociar directamente con los líderes mineros a pesar de que, siendo las huelgas ilegales, eran –según las leyes del propio régimen– delincuentes. La publicación del acuerdo alcanzado por Solís mientras las huelgas continuaban fue otra humillación. Claramente, era un indicio del fracaso del sistema franquista en la gestión de conflictos laborales con los métodos habituales de represión sindical y policial controlada por el Estado. También quedaba subrayado que, al ser las huelgas ilegales, cualquier huelga se iba a convertir automáticamente en una cuestión política que implicaba al gobierno.

La difusión de las huelgas y protestas durante el mes de abril, a pesar del silencio de los medios de comunicación españoles y de la cobertura fuertemente distorsionada tras la declaración del estado de excepción, puso en duda la eficacia del sistema de censura de prensa. Esta sufrió cambios en 1966, cuando la Ley de Prensa e Imprenta de Fraga Iribarne suprimió de antemano la censura, pero sometió a la prensa a severas sanciones por infringir las mal definidas normas de publicación. La fuente de información más importante sobre las huelgas era Radio España Independiente, la emisora del Partido Comunista con sede en Bucarest. Conocida por el público como «La Pirenaica», sus reportajes se escuchaban ampliamente en todo el país. El análisis de registros policiales realizado por Rubén Vega destaca la exactitud de los informes sobre La Pirenaica, lo que debió alarmar aun más a las autoridades (Vega, p 284).

El conflicto de Asturias, en particular, y la ola de huelgas, en general, perjudicaron gravemente al régimen de Franco en el exterior, en un momento en el que intentaba presentar una imagen de administración civil conservadora que gobernaba una sociedad pacífica en proceso de modernización. En febrero de 1962, el gobierno español había solicitado oficialmente la apertura de las negociaciones para ingresar en la Comunidad Económica Europea.  Por la naturaleza del régimen de Franco, era probable que no se hubiera conseguido, pero los acontecimientos de abril-mayo de 1962 recordaron a los gobiernos y a la opinión pública de Europa Occidental los orígenes fascistas del régimen de Franco y la naturaleza represiva de la dictadura. Las manifestaciones de solidaridad con los mineros estallaron en varias capitales de Europa Occidental y en Estados Unidos, mientras los movimientos obreros de fuera de España llamaron la atención sobre la falta de sindicatos independientes y la ilegalidad de las huelgas.

La lista completa de los mineros detenidos, despedidos y/o exiliados de Asturias en 1962 puede consultarse en el Apéndice de Rubén Vega García, Las Huelgas de 1962 en Asturias (2002). 

Los dos documentales siguientes serán de interés para quienes nos leen:

Aquí puede escucharse la canción Hay una lumbre en Asturias, interpretada por su autor Chicho Sánchez Ferlosio.

Es parte del documental Si me borrara el viento lo que yo canto, de David Trueba de 1982 [Disponible aquí]

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL y revisión de Concha Catalan

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Foto: Minero delante del Pozo Nicolasa en 1967. Memoria Digital de Asturias CC-BY

Nuevo convenio con la Asociación de Profesionales de la Archivística y la Gestión de Documentos de Catalunya

La Associació de Professionals de l’Arxivística i la Gestió de Documents de Catalunya (AAC, antes Associació d’Arxivers) y la asociación Innovación y Derechos Humanos (ihr.world) han renovado su convenio de colaboración durante cuatro años más para organizar actividades y difundir proyectos de ambas entidades. Desde el inicio de nuestros proyectos hemos tenido objetivos en común como dar a conocer las importantes actividades que desarrollan los archivos y sus profesionales, promover la apertura de los archivos y el acceso a la documentación. 

Los proyectos de Innovación y Derechos Humanos facilitan el acceso a documentación y información de la Guerra Civil y el franquismo. La mayoría de registros de la base de datos centralizada, con más de 1,4 millones de registros, y también el Proyecto sumarísimos, sobre los procedimientos judiciales militares de la dictadura, com más de medio millón, hacen referencia a documentación conservada en archivos.

Además de ayudar a los familiares de las víctimas a acceder a documentación, para nosotras es muy importante dar a conocer qué hacen los archivos y difundir su uso social reutilizando los datos que han elaborado.

Lea aquí nuestra primera colaboración con la AAC en 2017, El futuro es ahora, con motivo de su congreso bianual.

Aquí, una selección de nuestros artículos relacionados con la difusión de los archivos. Consulte también:

La Associació de Professionals de l’Arxivística i la Gestió de Documents de Catalunya se ha hecho eco de la firma de este convenio en su web

FOTO: Concha Catalan, presidenta de ihr.world; Francesc Giménez, presidente de la AAC; Eli Pachón, archivera de la asociación.

Amat-Piniella, poesía en los campos nazis

Joaquim Amat-Piniella (Manresa, 22 de noviembre de 1913 – l’Hospitalet de Llobregat, 3 de agosto de 1974) fue un escritor y político catalán que sobrevivió al campo de concentración de Mauthausen. Sus padres, Joaquim Amat i Palà y Concepció Piniella i Blanqué, decidieron no escolarizarlo y se encargaron ellos mismos de su educación primaria. La secundaria la cursó en el Instituto Lluís de Peguera de Manresa. Joaquim Amat-Piniella escribió principalmente en el diario manresano El Día y fue uno de los responsables de la revista manresana Ara, donde publicó varios poemas.

Militante de Esquerra Republicana de Catalunya. El mes de diciembre de 1932, Francesc Marcet es elegido alcalde de Manresa y le escoge como secretario personal. El año 1934 participa en los hechos del 6 de octubre (movimiento del gobierno autónomo de Cataluña contra la involución conservadora del régimen republicano, cuando el presidente Lluís Companys proclamó el Estado Catalán de la República Federal Española) y fue encarcelado en la Modelo. Durante el estallido de la Guerra Civil se vio obligado a interrumpir sus estudios de derecho y se hizo voluntario del ejército de la República. Ingresó en la Escuela Popular de Guerra de la Generalitat y logró el grado de teniente de artillería.

Se casó con Maria Llaveries i Viladomiu el 28 de junio de 1939 y tras el verano emprendió el exilio hacia Francia donde fue internado en los campos de Barcarès, Argeles y Sant Cebrià de Rosselló. Tal y como indica David Serrano i Blanquer en la biografía que prologa Les llunyanies:

vendimió como refugiado libre en Santa Maria y, de camino hacia Perpiñán, en Cucunham (en el Departamento de Aude). Una vez en la capital del Rosselló, se presenta ante la JARE (Junta de Ayuda a los Refugiados Españoles), donde intenta encontrar una salida a su situación. Siguiendo la recomendación de la JARE, se presenta a la policía local de Perpiñán para ser llevado, el 22 de noviembre de 1939, al campo de concentración de Sant Cebrià de Rosselló.

Un año después, el ejército alemán lo encarceló y unos meses más tarde, ante la negativa del gobierno español de reconocer su nacionalidad, lo deportaron el 27 de enero de 1941 como apátrida indeseable al campo de exterminio austríaco de Mauthausen, junto con otros catalanes.

Fue liberado por las tropas norteamericanas en mayo de 1945 y se estableció en Sant Julià de Lòria (Andorra) donde escribió K.L. Reich, su obra más importante, que relata sus recuerdos y vivencias como superviviente en el campo de concentración de Mauthausen y transcribe los poemas recogidos en Les llunyanies.

Joaquim Amat-Piniella, de Ramon Oms, Casino de Manresa, pg. Pere III 27. FOTO: Enric, CC BY-SA 4.0.

Después de Andorra retornó a Cataluña donde vivió marginado y silenciado sin poder volver a Manresa debido a la represión franquista. Se instala en Barcelona con su esposa, que muere en 1949 a los 37 años, dejando un hijo, Marcel, de tres años. En esta época, dio a conocer varias novelas: El casino dels senyors (crítica en forma de relato irónico de las grandezas y las miserias de la burguesía de Manresa de antes de la Guerra Civil), Roda de solitaris (narra la vida de cinco personajes durante la Guerra Civil) y La pau a casa (muestra el escepticismo y la pérdida de ideales de los protagonistas). No fue hasta 1963 que publica K.L.Reich con el que obtuvo el premio Fastenrath en 1965. La ribera deserta (tres personajes buscan desesperadamente salir de la frustración constante en la que se encuentran) fue su último libro en 1966.

En 1962 fundó Amical de Mauthausen, asociación para defender los derechos morales y materiales de los aproximadamente 10.000 deportados a los campos de concentración del Tercer Reich, y de sus familias, junto con otros compañeros deportados. Además, Joaquim Amat-Piniella fue, en palabras de Montserrat Roig, el inspirador de Els catalans als camps nazis (1977). En 1974 murió en el Hospital de Bellvitge.

Les llunyanies, poemas de exilio (1940-1946)

El año 1990, apareció una compilación de poemas inéditos del autor escritos durante los años que estuvo en Francia, cuando fue deportado a Mauthausen y a los campos de la ribera del Danubio, y también de su estancia en Andorra.

Es un poemario-diálogo con su esposa lejana. Son poemas que manifiestan la voluntad y la necesidad de Joaquim Amat-Piniella de expresar el mantenimiento de la dignidad dentro de un campo de concentración, la resistencia ante la pérdida de la humanidad y el horror y el dolor que lo acompañaron en su exilio.

Los setenta y un poemas fueron escritos, desde la ‘lejanía’ de su tierra y su esposa:

...Blanc que em deixa orfe de colors
i em limita als horitzons encongits,
obscurs i tristos de la meva ànima.
...
Blanc que és absència i solitud
i puresa potser, però erma i estèril,
Desert del cor i mort sense grandesa.

 Blanc  en el Mosela 
... Què se me’n donen ja les tombes de dones i d’infants
si és aquesta la justícia dels condemnats
quan cauen les reixes i s’esberlen els murs!
...
Força a mi! Força de gegants per a mi,
Que sóc la vida! La vida que reneix!

La riuada  en el Lager de Ternberg 
... tot és erm allà on germinaven els meus nodriments,
tot és silenci allà on la vida es gronxava entre cançons,
amenaçant el no-res d’engolir les essències del meu ésser...
 
Obriu-vos ja, reixes, sobre aquest cel que és el seu cel!
I rebré força d’una altra força pel correu dels estels clars...

Cel enreixat  en el campo central de Mauthausen
És un món blanc el d’aquests dies sense accent,
fred feroç que corre per la plana deserta
a la captura del darrer caliu de l’any morent...
Per què has vingut, Nadal?
Per què has vingut si el món no et vol rebre?...
Per què has vingut, Nadal?
No hi ha benvinguda per a tu
A la plana on els arbres dormen,
Nadal hostil als homes de bona voluntat!

Nadal de 1944  en el campo de Redl Zipf
...perquè el teu pa és negre i amarg,
            perquè la teva terra guarda la cendra dels germans,
            jo et maleeixo i t’escupo, Alemanya.
            Ajup-te ara al glavi just del qui t’ha vençut
            i plora al teu torn, encara que les llàgrimes no esborrin la sang,
            que del pou profund de la teva vergonya
            n’he sortit cantant himnes de victòria.
Comiat  en el campo de Ebensee y en Würzburg
...I estic ací, ara, vora un riu mandrós,
            sota un cel ressec, ratllat d’ocells...
            Em capbusso i pesco i nedo i ric...
            perquè he deixat els plors entre les ruïnes hostils,
            perquè no treballo i sóc pobre...
Amors d'estiu  en París y en Sant Antonin
Em toca abdicar la llunyania del rebel,
però res no hi perd la meva rebel.lia.
Cap cot o cap alt, encara brillen els estels!»
Esperança  en Caussade, Andorra la Vieja y en Sant Julià de Lòria

Poemas, escritos desde el límite de su condición humana, que buscan la salvación y expresan su rebelión en sus versos. Algunos de ellos pertenecientes a una compilación llamada Meteors fueron publicados en la revista Ara.

Tal y como dice el prólogo de Les llunyanies de Jordi Castellanos:

Es así como el hombre, desamparado, vacío de todo bien material, carne de exterminio, encuentra un sentido, aquel que ignoran, que no quieren escuchar sus carceleros. Y es este sentido aquello que convierte la víctima en poeta, porque, desnudado de todo, desposeído, gracias a las palabras que todavía le restan, puede restablecer un vínculo profundo con el universo y con la humanidad entera.

La figura del escritor, poeta y político Joaquim Amat-Piniella merece y pide ser recordada, él y las víctimas de las derrotas y los horrores del siglo pasado.

Un verso de su poema Retrobament, escrito en Andorra el mes de septiembre de 1945, puede ilustrar el último pensamiento que Joaquim Amat-Piniella tuvo desde la soledad de la habitación del hospital de Bellvitge antes de morir el 3 de agosto de 1974:

¿Quién ha escrito el guión de mi historia?
FOTO: Stolpersteine de Joaquim Amat-Piniella en Manresa. Francisco Peralta Torrejón, Wikimedia. Creative Commons

[Artículo publicado originalmente en catalán en la revista de cultura Mirmanda, número 16, 2021]

FOTO: Amat-Piniella (segundo por la izquierda) en la línea Maginot en 1940, destinado para hacer tareas de mantenimiento. Iban con uniforme gris, sin arma y cobraban medio franco al dia. Fundació Amat-Piniella vía Jordi Bonvehí en Flickr

El destacamento penal de Bustarviejo

En la falda de la Sierra Norte de Madrid se encuentra la localidad de Bustarviejo. Una vez en el pueblo, un sendero de kilómetro y medio nos lleva a Los Barracones, un espacio de planta rectangular con un patio central donde se alojaron los más de dos mil presos que fueron pasando por él entre 1944 y 1952. En las colinas que hay alrededor, se encuentran las cabañas y chozas donde vivieron las familias de los presos, construidas por ellos mismos. Se cumplen este año 70 desde que quedó abandonado, y queremos recordarlo. Probablemente las edificaciones sobrevivieron por estar ubicadas en la Dehesa Vieja, zona de mantenimiento del ganado.

Los primeros destacamentos penales de este tipo se pusieron en marcha en 1939, tras la publicación de la Orden creando el cargo de Inspector General de Talleres Penitenciarios el 14 de noviembre de 1939, que establecía:

en adelante, todo penado habrá de trabajar y aprender un oficio, si no lo sabe, para redimir su culpa, adquirir mediante el trabajo hábitos de vida honesta que le preserven de ulteriores caídas, contribuir a la prosperidad de la Patria, ayudar a su familia y librar al Estado de la carga de su mantenimiento en la Prisión.

Boletín Oficial del Estado núm. 321, de 17/11/1939, páginas 6459 a 6460.
Vista general del Destacamento penal de Bustarviejo. FOTO: Jose Luis Regojo

El destacamento penal franquista de Bustarviejo es un recuerdo vivo de lo que algunas personas no quieren que se conozca. De la misma manera que se visitan campos de concentración nazis para recuperar la memoria, sería necesario visitar penales franquistas. Este, en concreto, es de los que se conserva mejor y pone la piel de gallina.

Los presos y sus familias vivieron y trabajaron en el destacamento de Bustarviejo para construir la línea ferroviaria Madrid-Burgos, como hicieron los presos recluidos ocho destacamentos más, ya desaparecidos: Garganta de los Montes o Lozoyuela,  Valdemanco, Chozas de la Sierra (hoy Soto del Real), Miraflores de la Sierra, Colmenar Viejo, Fuencarral, Chamartín y Las Rozas. Ellos, con sus manos, levantaron 70 kilómetros de infraestructura ferroviaria, al igual que 4.000 presos condenados más. La vía se finalizó en 1955 pero no se inauguró el ferrocarril hasta 1968. También había un número menor de trabajadores contratados y algún preso común.

Interior del Destacamento penal. Las marcas en las paredes indican los lugares de las literas superiores. FOTO: Jose Luis Regojo

El Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo, creado en 1938, creó una red de 121 campos de trabajos forzados. El de Bustarviejo es el mejor conservado. Como nos explicó el ex alcalde del pueblo, José Manuel Fernández,

En Bustarviejo se excavaron dos túneles (de 395 y 248 metros) dinamitando y barrenando a maza en roca viva; tallaron la piedra y molieron la grava; levantaron un viaducto (de 26 metros de altura, con 11 arcos de 12 metros de luz) y construyeron la estación; hicieron taludes a pico y pala y colocaron el balasto y las vías.

Durante nuestra visita, pudimos ver los restos conservados de los barracones de reclusión, cuatro garitas de vigilancia de la Policía Armada, una celda de castigo, estructuras de trabajo para labores de cantería, caballerizas, cuadras para los bueyes y los fundamentos de unas cuarenta chabolas de piedra –ahora parcialmente cubiertas por vegetación–, construidas por los presos en la ladera del monte adyacente donde, en poco más de cuatro metros cuadrados, mujeres y niños sobrevivían hacinados, cerca de sus maridos, padres o hijos, que desarrollaban un trabajo agotador y peligroso, con una dieta escasa y soportando adoctrinamiento religioso y político. En definitiva, era una situación de miseria y aislamiento de presos y familiares «para que purgaran sus pecados»: una situación de semi-esclavitud de la que se benefició la empresa contratista Hermanos Nicolás Gómez.

Vista desde las edificaciones de piedra construidas por las propias familias. Al fondo, el Destacamento penal. FOTO: Jose Luis Regojo

Los presos de Bustarviejo trabajaban seis días a la semana, a razón de 10-11 horas diarias. No se les proporcionaban las medidas de seguridad necesarias para la construcción y el manejo de dinamita, como guantes, cascos o arneses, de ahí el gran número de presos fallecidos en accidentes laborales, cuando no era por motivo de la pobre alimentación, la dureza de la climatología de la zona y las enfermedades, infecciones o plagas diversas.  

El hecho de que estos penales fueran la antesala a la libertad, con el tercer grado, y la  presencia de sus familias era motivo suficiente para que la mayoría de los presos no intentara evadirse. De hecho, este penal es uno de los pocos en los que hay constancia de que las familias vivían cerca de los presos. A pesar de ello, las tres garitas de los centinelas estaban orientadas hacia el exterior, para repeler los intentos de liberación de los presos por parte de los maquis.

Verja desde el patio central. FOTO: Jose Luis Regojo

De los pocos que intentaron y lograron huir, nos explicaron el caso de Manuel Bajo Bueno, un joven anarquista que consiguió evadirse atravesando el paso de salida gritando a los policías: “¡Ya me han dado la libertad provisional”!, con un papel en la mano. Estos le contestaron “¡Enhorabuena!” y él siguió andando. Acabó en México pasando por Lisboa, adonde llegó escondido en un camión cargado de sardinas pagado por su madre. 

Los barracones de reclusión tenían un patio central que servía para el recuento de los presos y la celebración de misas y el adoctrinamiento. No olvidemos la equiparación entonces existente entre delito y pecado. En el patio también había un pilón donde lavaban su ropa. Los dormitorios eran colectivos, en el exterior había letrinas, una cocina y un economato, los despachos de la Policía y de los funcionarios de prisiones.

No podemos dejar de mencionar el gran trabajo de investigación de este yacimiento histórico hecho por el equipo de arqueólogos e historiadores de la Universidad Complutense de Madrid, coordinado por Alfredo González-Ruibal, así como el tesón del ex-alcalde José Manuel Fernández y la Asociación de Memoria Histórica “Los Barracones”, que en colaboración con el Ayuntamiento, ofrece visitas guiadas gratuitas para que las jóvenes generaciones sean conscientes del triste y doloroso pasado que se intenta ocultar.

Mas información

En el artículo El silencio roto: Así sonaban las cárceles franquistas hablamos también del Patronato de la Merced.

FOTO: Presos del Destacamento Penal de Bustarviejo. Cedida por Los Barracones.

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Bailando la Guerra Civil

La compañía de danza Miquel Barcelona presentó en el Mercat de les Flors su primer espectáculo de largo formato, Rojos, del 20 al 23 de enero . Surge tras una investigación conceptual y coreográfica de 2 años sobre la posguerra española, a partir de quince encuentros y espectáculos de pequeño formato en espacios culturales catalanes, interactuando con las personas del entorno y explorando la memoria sobre este periodo.  Intuyo que su trabajo había dejado huella, porque llenaron el teatro los cuatro días sin el despliegue publicitario que a veces precede a otras obras mucho menos innovadoras que esta. 

El lenguaje corporal no es algo a lo que estemos habituadas para acercarnos a la comprensión humana de la Guerra civil y la posguerra, aunque he visto otros espectáculos bellos e inquietantes que presentan con gran sensibilidad y belleza la violación de los derechos humanos. Por ejemplo, el Cor Vivaldi en concierto interpretando la música coral de diversos campos de concentración en Las veus del silenci (Las voces del silencio) ; y la serie de piezas sobre Derechos Humanos del mimo Carlos Martínez,  extraordinario , creadas también desde la expresión corporal. 

El sábado 22, el Mercat ofreció Una hora abans (Una hora antes), un espacio de interacción de los intérpretes con el público inmediatamente antes de la función –podéis verlo aquí  

“Yo no tenía interés por esta época,” contó Miquel Barcelona, pero “estando en Corbera d’Ebre, me sentí interpelado para conocer”. Durante el proceso de investigación, optaron por no entrar en los detalles escabrosos porque “es un material muy sensible, que tiene que ver con el dolor de las personas”. Tampoco querían recrear material -ni música- de una época en la que no habían nacido, ni tampoco que fuera nostálgico, ni utilizar clichés. 

La autenticidad y la innovación de esta obra parte de ese punto, de esta investigación: han estudiado, leído y hablado con testimonios de la época “algunos escalofriantes y terribles”, pero no querían bailar lo que les contaron que había sucedido. “Decidimos muy rápido que esto iba a ser un espectáculo de creación,” dijo Barcelona. Lo interiorizaron para luego poder bailarlo desde dentro. 

La investigación de la posguerra, explicó Barcelona, se centró en tres aspectos: “las mujeres públicas, la creación artística y el movimiento homosexual”. Y sí, algo se vió de eso, pero en mi humilde opinión, los trasciende y va más allá, incluso más allá de la posguerra, incluso más allá de la Guerra Civil -que también abarca-: con el lenguaje universal de la danza, transmiten la fragilidad y la resistencia humana en contextos de violencia y represión generalizada. 

El resultado es impactante, desde el gesto más sutil y lento al movimiento brusco que marca las secuencias más dramáticas. Barcelona es claramente un artista que crece con la fuerza del trabajo de su equipo interdisciplinar, en el que cada persona aporta lo mejor. Es impresionante la escenografía (de Laura Clos “Closca”), sorprendentes las voces que surgen de los bailarines e imprescindible la música de Carlos Martorell. 

La Compañía Miquel Barcelona explora y revela el impacto físico en el cuerpo de la guerra y la posguerra, en el hambre, en la huida, en la retaguardia, en la clandestinidad; esa que quedó en las arrugas, en el gesto hosco y, sobre todo, en el silencio de muchos de nuestros mayores: el eso no ocurrió o esa no fui yo, o ese tiempo ya pasó o en el no abras esa herida, en el imposible querer apagar el eco de lo vivido y lo sufrido. 

Este equipo recrea y baila ese eco de forma perturbadora, por su sinceridad, y crea una memoria nueva, muy necesaria, de la posguerra, Ese eco poético retumba en nuestro estómago y en nuestra mente tiempo después. Les auguramos lo mejor con este espectáculo y los que vengan. Síganlos en su página web aquí.  

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FOTO: Poble Vell. Corbera d’Ebre. Wikipedia CC BY-SA 3.0

Muchas noches sin luna

Quien más quien menos sabe que Federico García Lorca fue poeta y dramaturgo por lo que recuerda de la escuela, aunque hace poco se hiciera viral la grabación de un individuo diciendo que no podía existir la Generación del 27 porque todavía estábamos en el año 21. Recordamos poco que Lorca no solo escribió: también dirigió La Barraca, compañía de teatro universitario ambulante, que junto con el Teatro del Pueblo formó parte de las Misiones Pedagógicas. Fueron un proyecto esencial de la Segunda República para la promoción de la cultura, complementario a la creación de escuelas y formación de maestros/as.  La Barraca puso en escena 13 obras teatrales en 74 poblaciones entre julio de 1932 y abril de 1936, especialmente en la España rural y pobre. 

El actor Juan Diego Botto recorre y llena desde hace un año teatros españoles, interpretando a Lorca, en mi modesta opinión, con un espíritu, energía y talento similar al que el propio Lorca debió emplear en las Misiones Pedagógicas. Vean aquí su gira de Una noche sin luna

En un contexto en el que a menudo se entiende la cultura como una actividad pasiva de la que somos receptores, Botto, con su brillante texto, recupera uno de los roles antropológicos del teatro: sacudir al espectador. Te interpela e incluso diría abofetea espiritualmente para que reacciones a lo largo de la obra, de inicio a fin. Lorca regresa escupiendo tierra desde el subsuelo para despertar las conciencias aletargadas: 

“Háganme menos homenajes y léanme más”. 

En ocasiones emplea la ironía, como cuando alude a un libro de texto escolar de 2014, que obviaba su fusilamiento:

“Morí, cerca de mi pueblo, durante la guerra en España –dijeron–, como si yo hubiera puesto mi voluntad en ello».

El lenguaje escénico y el dinamismo de Botto hipnotizan, en total armonía con los objetos que van surgiendo y le acompañan a lo largo de la obra, especialmente el martillo. Sutilmente cuando habla de atar, ata; cuando habla de la carga, carga. 

El texto ha sido depurado de artificios sin duda tras mucho estudio. Surge la poesía tras una reflexión profunda sobre la gestión de la propia identidad, el concepto de riqueza material y sobre cómo nos define el amor. También reivindica el miedo como sentimiento a compartir, y la sonrisa gracias a la imaginación como arma para sobrevivir como humano frente a la violencia. 

Impecable dirección de Sergio Peris-Mencheta. La transmutación temporal de Botto en espectador –casi una se olvida de que no ha habido dos actores sobre el escenario– es para mí un punto clave del dramatismo de la obra. Se produce en parte en torno a una declaración sobre nacionalismo que Lorca realizó en su última entrevista.

Mientras alguien del público juzgó ese fragmento como inadecuado por demasiado ideológico y contemporáneo, lo vi yo como un contrapunto necesario. No era un salto a la actualidad: era un retrato de un personaje antiguo aún presente, que interpela con un discurso rápido y fluido, y basa su estabilidad en la aniquilación del otro:

¿Usted lo entiende esto, eh, Usted lo entiende? 

La luna brilla cuando el poeta la invoca, las fosas se nos revelan y siguen ahí en silencio, pero lo innecesario no existe: ni siquiera los disparos. Inolvidable también la puesta en escena de Curt Allen Wilmer; madre mía lo que puede dar de sí una supuestamente sobria tarima de madera. No dejen de prestar atención a la iluminación ni a los matices de la voz de Rozalén, que participa cantando Anda Jaleo

Siete minutos tardaron las entradas en agotarse. Al acabar, el teatro entero en pie en una prolongada ovación. Emocionante. Conmovedora. Una maravilla. No se la pierdan. 

Teatre L’Artesà. El Prat de Llobregat. Única sesión: 11 diciembre 2021

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IMAGEN: Cartel de Una noche sin luna. Foto de Sergio Parra.