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El exilio republicano: introducción

En nuestro séptimo año de existencia, nuestra base de datos cuenta con más de 1,4 millones de registros de víctimas y personas represaliadas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Después de meses de trabajo, vamos a ir incorporando datos de personas republicanas exiliadas. No queremos hacerlo sin proporcionar un contexto: sirva para ello este artículo, compuesto de extractos de Informe sobre la Nacionalidad, por Ludivina García Arias, de la Asociación Descendientes del Exilio español, publicado en 2004 por Equipo Nizkor en derechos.org. Les agradecemos que nos hayan dado permiso para reproducir extractos del informe, que en ocasiones han sido ligeramente modificados.

Hemos cambiado la foto de portada de nuestra web (anteriormente era Un grupo de mujeres en el Cementerio, donde acudieron para reconocer a sus familiares muertos a causa de un bombardeo. Lleida, 3 noviembre 1937), por otra del mismo fotógrafo, Agustí Centelles, que muestra a un grupo de refugiados en un campo de concentración al sur de Francia. La foto que se conoce, la publicada, es en realidad una fotocomposición de dos: la que ilustra este artículo (una alambrada) y la que figura ahora en la portada de nuestra web (un grupo de refugiados). Esta es la foto conocida:

Bram, Francia, 1939. Entrada de refugiados en el campo de concentración. La imagen registra la llegada al campo de un grupo de exiliados, a través de la avenida que separa dos de las secciones del recinto.

Introducción

En febrero de 1939, tras la caída de Barcelona cientos de miles de españoles huyeron hacia la frontera con Francia. La cuantificación del éxodo republicano ha dado lugar a estimaciones muy variadas. Algunos han hablado de un millón y medio pero es casi imposible fijar una cantidad pues la cifra estaba variando continuamente por las repatriaciones y emigraciones que se produjeron.

El Informe Vallière, realizado a petición del Gobierno francés, ofrecía el 9 de marzo de 1939 la cifra de 440.000 refugiados, de los que 170.000 eran mujeres, niños y ancianos; 220.000 soldados o milicianos, 40.000 inválidos y 10.000 heridos.

Aproximadamente 275.000 españoles pasaron por los campos de internamiento franceses. En diciembre de 1939 habían regresado a España más de 250.000 refugiados.

Fueron aproximadamente estas 200.000 personas las que constituyeron el exilio español. Un año más tarde quedaban en Francia, según el Ministro del Interior francés, 167.000 refugiados a los que habría que sumar los, que llegaron a América y norte de Africa.

Los dirigentes políticos y sindicales [republicanos] se preocuparon en encontrar soluciones a los problemas colectivos de traslado y atención de los exiliados a través del S.E.R.E. (Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles) y la J.A.R.E. (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles) quienes impulsaron la diáspora de refugiados españoles sobre todo hacia Iberoamérica.

Un decreto [del Gobierno francés] del 12 de abril de 1939 estableció que los extranjeros refugiados o apátridas quedaban obligados a prestar sus servicios a las autoridades francesas. A los españoles se les ofrecieron cuatro opciones: ser contratados a título individual por patronos agrícolas o industriales, integrarse en Compañías de Trabajadores Extranjeros, alistarse en la Legión Extranjera o en los Batallones de Marcha de Voluntarios Extranjeros, unidades militares con mandos franceses, [tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial,] contratados por el tiempo que durase la guerra.

Unos 50.000 españoles fueron adscritos a las Compañías de Trabajadores, de los cuales alrededor de 12.000 fueron enviados a [construir] la línea Maginot y unos 30.000 a la zona comprendida entre la línea Maginot y el Loira. Otros 5.000 se encuadraron en los Batallones de Marcha.

En los campos quedaron los hombres mayores, los enfermos, los mutilados y aquellos considerados peligrosos por su activismo político.

La Segunda Guerra Mundial

Tras la invasión de Polonia y el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, las condiciones de vida de los refugiados españoles se agravaron aún más, especialmente después de la ocupación alemana de Francia en mayo de 1940 y su división en dos zonas el mes siguiente.

Dicha ocupación alemana de Francia hizo evidente el riesgo aún mayor de la seguridad de los asilados expuestos al secuestro y a la extradición a España o a la deportación a los campos de explotación laboral y de exterminio alemanes. En este contexto, el gobierno de Lázaro Cárdenas en México movilizó, en un gesto de admirable solidaridad internacional, a sus diplomáticos en diversos países y sobre todo en Francia hasta la firma y conclusión de un tratado de protección de los españoles en Francia.

A partir de agosto de 1940, el Derecho que protegió (relativamente) a los exilados españoles en Francia quedó definido [al menos en teoría] en tres documentos: el Convenio Franco-mexicano de agosto de 1940, la Ley Francesa de extradición de extranjeros de 1927 y el Tratado franco-español de 1877.

El Gobierno mexicano y los responsables políticos republicanos tenían razones de preocupación [por esta situación]. En una carta que la embajada alemana envió al ministerio de Asuntos Extranjeros español, de fecha 20 de agosto de 1940 se pide al gobierno franquista si quiere hacerse cargo de los 2.000 «rojos» españoles que se encontraban en aquellos momentos internados en Angouleme.

En una segunda carta del 28 de agosto, la embajada alemana, además de insistir sobre los mismos refugiados, se interesa también por los más de 100.000 «rojos» que se encuentran en los campos del sur de Francia y notifican que, en el caso de que las autoridades españolas se negasen a acogerlos, los nazis tenían el propósito de desplazarlos desde Francia a otros destinos. Otras dos 2 notas más, del 13 de septiembre y el 3 de octubre de 1940, redactadas en idénticos términos demuestran el abandono del gobierno franquista a los refugiados españoles.

El día 13 de septiembre de 1940, Ramón Serrano Suñer, ministro del Interior y de Gobernación entre el 30 de enero de 1938 y el 15 de octubre de 1940 se trasladó a Alemania y se entrevistó con Hitler con instrucciones precisas de Franco de evitar cualquier compromiso formal de entrada en la guerra. Hitler solicitó un encuentro de la cumbre.

Consta que directamente después de la visita empezaron las deportaciones de republicanos a Mauthausen y otros campos de la muerte. En esos meses Lluis Companys, y Joan Peiro, Julián Zugazagoitia fueron secuestrados en Francia, extraditados y fusilados por Franco. [También se extraditó y juzgó a Cipriano Rivas Cheriff, cuñado de Azaña, a quien se le conmutó la pena de muerte por 30 años de prisión, y se exilió a Mexico en 1947]

El régimen nazi obligó además a 40.000 republicanos a incorporarse forzosamente a sus batallones de trabajo tras la ocupación alemana, mientras otros 12.000 fueron a parar de forma obligada a diversos campos de concentración o de exterminio. [Nota: sus nombres están integrados en nuestra base de datos aquí]

Himmler, jefe de la SS y Serrano Suñer, así como Heinrich Müller, jefe de la Gestapo y el General Franco tuvieron una reunión a mediados de octubre, en la que se cree que trataron el tema de prisioneros españoles en campos de concentración.

Existe un documento de Himmler de orden del Fürher que dice que una parte de los exiliados republicanos en Francia sean llevados a campos de concentración y exterminio.

Ramón Serrano Suñer, nombrado ministro de Asuntos Exteriores de España [el 16 de octubre de 1940,] se negó a reconocer la nacionalidad española a los exiliados republicanos, que fueron exterminados en gran número en los campos nazis. Padecieron todo tipo de torturas, malos tratos y vejaciones mientras duró su cautiverio. En Mauthausen se les impuso el triángulo azul de los apátridas

Sin embargo al mismo tiempo que los republicanos españoles exiliados fueron declarados apátridas por el gobierno franquista, embajadas y consulados franquistas indicaron su deseo de conceder la ciudadanía española a algunos judíos en los países ocupados por los nazis. En una carta a la embajada en París en 1940 Serrano Súñer aconsejó «que los sefardíes súbditos españoles harán constar claramente su condición de españoles para poder ser defendidos como tales en el momento oportuno.»

Los exiliados en Francia

Al final de la guerra mundial, la situación de los refugiados republicanos era muy diversa. Si bien muchos estaban integrados en la vida local, las secuelas del vagabundeo derivado del exilio y la guerra eran visibles en gran parte de ellos. A las difíciles situaciones vividas por los deportados, los heridos y los mutilados de las dos guerras, se sumaron los problemas de las familias separadas, la precariedad de las condiciones de vida de muchos y las enfermedades debidas a años de permanencia en deficiente estado físico. Y además, los campos seguían siendo una realidad para quienes no tenían otra alternativa.

En los primeros meses de 1945 el gobierno francés extendió el estatuto jurídico de los refugiados españoles el mecanismo de protección instituido antes de la guerra para los refugiados rusos y armenios. Un decreto del 15 de marzo de 1945 concedió la condición de refugiado a los españoles que, de derecho o de hecho, no disfrutaban de protección del gobierno español. De esta forma pudieron beneficiarse del estatuto internacional de refugiados tal como quedó establecido en la Convención relativa al estatus internacional de refugiado del 28 de octubre de 1933. Es decir, pudieron gozar de los beneficios del estatuto Nansen al que se acogieron, antes de la Segunda Guerra Mundial, rusos, armenios, los asirios y otros grupos de refugiados.

Los refugiados españoles recibieron una tarjeta de identificación y de viaje cuyo diseño era prácticamente idéntico al del pasaporte Nansen, cuya denominación fue suprimida oficialmente después de la guerra, aunque siguió existiendo en el lenguaje administrativo corriente. En consecuencia, los refugiados pudieron encontrar, libremente, trabajo e instalarse en una zona de su elección. Durante los primeros años de la posguerra, esta situación fue vivida, no obstante, como algo provisional, pues la esperanza de volver pronto a España era muy grande.

Mediante un decreto del 3 de julio de 1945, se creó una Oficina Central para los refugiados españoles -OCRE- encargada de proporcionarles protección jurídica y administrativa. En Francia la OCRE estaba bajo la triple tutela de los ministerios de Justicia, de Asuntos Exteriores y de Interior. El CIR -después OIR, Organización Internacional para los Refugiados, que le sucedería en 1946- era el responsable de la oficina. Después de la publicación del decreto, el gobierno francés pidió al CIR que asumiera que los refugiados españoles dependían de él y le instó a representarles legal y administrativamente. La dirección de la OCRE fue asumida por el personal diplomático o consular español que hubiera ejercido anteriormente en Francia y que tuviera su domicilio establecido en el país, de forma ininterrumpida, desde 1932 [es decir, desde antes de la Guerra Civil].

Poco tiempo después de la creación de la oficina, sus responsables se desplazaron a los departamentos franceses [Nota: equivalente a provincias] en que los españoles eran numerosos y realizaron un balance de la situación de los refugiados al final de la guerra mundial para el CIR. A finales de agosto de 1945 el director de la OCRE, Fernando G. Arnao, transmitió al gobernador V. Valentin-Smith los resultados de la encuesta realizada en las delegaciones de las prefecturas y en las delegaciones de la oficina en las regiones.

El CIR puso a la disposición de su organización en Francia algunos créditos para garantizar, bajo el control y con la ayuda de diversas organizaciones de beneficiencia, la asistencia a los españoles republicanos refugiados en Francia. Entre el mes de septiembre de 1945 y el comienzo de julio de 1946, el Service Social d’Aide aux Émigrants [Servicio Social de Ayuda a los Emigrantes] había distribuido la tercera parte de esos fondos, otra tercera parte lo había sido por los cuáqueros y, el resto, para diferentes organismos tales como el Unitarian Service Comité o el American Christian Comité: Para ser asistido, todo refugiado español debe proporcionar el número de su certificado de nacionalidad emitido por el OCRE y autentificado por el CIR.

Como contrapartida, la asistencia a los heridos de la guerra civil española -así como a los pensionistas- incumbía al gobierno republicano [en el exilio] constituido en México.

En África del Norte había aún, a finales de 1945, alrededor de 10.000 refugiados, el 80 por 100 de los cuales eran hombres, todos ellos inscritos en la Amicale d´Entraide a los refugiados españoles y se necesitaba ayuda permanente para 180 personas.

En diciembre de 1945 el Gobierno Republicano español se trasladó a Francia. Aunque este país no reconoció oficialmente a la República, en febrero de 1946, otorgó al Gobierno republicano un Estatuto en el que se le reconocía el derecho de organizar, tutelar y representar a los españoles residentes en Francia y provincias africanas, que voluntariamente acudiesen a sus delegaciones, donde se les proveía de documentación, visas, pasaportes, carta de nacionalidad, etc., con valor ante las autoridades francesas.

En los primeros años de la posguerra mundial los refugiados se abstenían de solicitar la naturalización puesto que esperaban la restauración de la democracia en España. La proporción de los que deseaban naturalizarse o se hallaban en trámites de naturalización durante el quinquenio 1945-1950 no llegaba al 10%; sobre todo obreros especializados del sector industrial o de trabajadores calificados del sector primario.

Recomendamos la lectura del Informe Nizkor, presentado por 16 organizaciones en 2004, cuyo título completo es La cuestión de la impunidad en España y los crímenes franquistas. Recibió numerosas adhesiones, entre ellas la del reputado antropólogo forense Francisco Etxeberria Gabilondo, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

Es importante destacar el fracaso de los gobiernos españoles a la hora de tomar medidas en relación a los refugiados republicanos. Sin embargo, su caso no es único. Como deja claro el reciente informe Inanidad (2021), por Gregorio D. Dionis, ningún gobierno español desde el restablecimiento de la democracia ha tomado medidas serias para hacer justicia a las víctimas de la dictadura franquista.

El Informe Nizkor propuso un Plan de Acción que incluía los dos puntos siguientes:

10. Reconstrucción de las listas de víctimas españolas en terceros países como consecuencia del régimen franquista, incluyendo especialmente a los denominados «niños de la guerra», y solicitando, si fuera necesario, la colaboración internacional, especialmente en el ámbito europeo, para lo que se contará con las organizaciones de exiliados o de organizaciones extranjeras que hayan colaborado con el exilio republicano. Se procederá a la regularización jurídica de los problemas de nacionalidad española derivados del exilio y de los que son consecuencia de la inscripción de españoles en registros de autoridades legítimas dela II República, otorgando el mantenimiento de la doble nacionalidad de los exiliados y de sus descendientes en todos los casos.

11. Reconstrucción de las listas de víctimas y represaliados desde el levantamiento franquista, de forma legalmente válida, otorgando el reconocimiento jurídico válido y teniendo especial cuidado con los menores, huérfanos y mujeres.

En 2018 participamos en la Mesa redonda Los agentes sociales: la aportación de las instituciones públicas y fundaciones a la sociedad digital durante el Coloquio Internacional Pasados traumáticos. Historia y Memoria colectiva en la Sociedad Digital junto con Gregorio D. Dionis, autor del informe antes mencionado. Podéis ver el video de la mesa redonda aquí .

Foto: Alambrada. Reproducida bajo licencia. ESPAÑA. MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTE, Centro Documental de la Memoria Histórica, ARCHIVO CENTELLES, FOTO 1039.

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Exilio republicano en Venezuela: arios, agricultores, vascos y católicos

Entrevista: Martin Virtel y Concha Catalan

Nuestro colaborador Jesús Montilla ha investigado el exilio republicano en Venezuela. Esta semana presenta algunos resultados de su investigación durante el Congreso Internacional Refugio y exilio en Atenas, Grecia, del 24 al 26 de abril. Lo organizan el Programa de Grado ISP-Lengua y Cultura Hispanas de la Universidad Abierta de Grecia y diversos grupos de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona, entre ellos el CEDID.

Jesús Montilla colabora con ihr.world desde Caracas

 ¿Qué te llevó a interesarte por el exilio de los españoles republicanos en Venezuela?

Desde chico escuché la historia de la Guerra Civil española. Mi padre desde Venezuela se interesó muchísimo por la Historia de España, y me la comentaba. La Guerra Civil es un tema profundo y complejo. Tuve la oportunidad de tratar de investigar con ihr.world la corriente de españoles que se vieron forzados a huir a Venezuela.

Acá hay muchas historias e investigaciones sobre el exilio republicano en Venezuela y sobre su aporte. Intentamos consolidarlas para conocer las situaciones que tuvieron que lidiar los exiliados republicanos para llegar a América, la mayoría desde Francia, y los otros aspectos de adaptación al nuevo ambiente.

Es interesante cómo lograron pasar por los procesos de aprobación de requisitos que exigía el gobierno de Venezuela. Era lento, involucraba entrevistas, revisión de papeles familiares y de historia laboral. Muchos tenían que mentir para poder encajar dentro del perfil que se estaba buscando. Se ve la desesperación del perseguido, como lo refieren varios artículos. Algunos lograron burlar esos controles, pero la mayoría no. No encajaba con el perfil que estaban solicitando los gobiernos, esa es una parte de las dificultades con las que tuvo que lidiar el exilio español republicano.

Yo recientemente cogí la nacionalidad española en conjunto con la venezolana porque mi família es descendiente de judíos sefardíes, después de un proceso de investigación para poder comprobar ese origen judío que toda la familia conocía pero no se había comprobado. Por ello, me resulta interesante la relación entre Venezuela y España desde el punto de vista personal y también desde el punto de vista académico, por el tema del exilio.

Y me interesa la relación entre exilio y política. Yo acá fui Concejal de una ciudad del 2013 al 2018; tuve la oportunidad de ser votado por por diecisiete mil personas. Ahora tomé una pausa en la política para seguir estudiando.

 ¿Como veía el Gobierno de Venezuela de entonces a los republicanos?

El gobierno de Venezuela inicialmente se opondría a la llegada de exiliados republicanos – por temores infundados por sectores conservadores dentro del país, que tenían un dominio sobre todo en la Iglesia católica y tenían también preponderancia en los medios de comunicación. Pero todo esto se cruza con los planes de desarrollo que el propio estado venezolano comienza a querer impulsar en el año 1938. El Gobierno de Venezuela crea el Instituto Técnico de inmigración y Colonización.

Ese Instituto va a funcionar como intermediario entre entre los exiliados que quieren llegar a Venezuela – el grupo que está estancado en Francia – y las políticas y los criterios que tiene el Gobierno de Venezuela para recibirlos. El perfil que el Gobierno solicitaba –precisamente pude corroborarlo en una de las memorias de ese Instituto–, es que fueran de raza aria, y no semita, y de que no hubieran formado parte de un partido político considerado radical en España. Es decir, inicialmente había un criterio de selección racista.

La documentación no se refería a partidos políticos específicos, pero sí solicitaba que se pudieran descartar. El candidato a ser recibido como exiliado debía tener un perfil que fuera posible utilizar para el trabajo de la tierra, agricultura. El Gobierno de Venezuela buscaba seleccionar. No acogía por un sentido humanitario, sino únicamente para tratar de implementar estas políticas de desarrollo: buscaba crear centros de producción en el interior del territorio venezolano. 

Dependencias del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización en Venezuela. Foto cedida por Jesús Montilla.

 Arios y agricultores; son unos criterios bastante exigentes por parte de Venezuela. ¿Había más requisitos?

Inicialmente el Gobierno va a  tener preferencia por los republicanos de origen vasco. Uno se preguntaría: ¿Por qué? Pues en Venezuela los descendientes de vascos aún tienen buena reputación, y en esa época también era importante. En ese sentido, creo que la condición católica fue lo que determinó la preferencia. Así que inicialmente el Gobierno de Venezuela va a hacer una selección muy excluyente con respecto a otras regiones y se va a enfocar únicamente en los vascos republicanos. De hecho, el gobierno venezolano catalogaba a los miembros del Partido Nacionalista Vasco como gente de autoridad y de orden, basada en los principios de la religión católica.

El Gobierno español republicano había firmado un convenio con el Gobierno de Venezuela para favorecer esa migración antes del año 1939. Aparte de eso, había también en Caracas la Compañía de Jesús, que tuvo una influencia grande. Ellos hicieron una campaña, si se quiere dentro de las filas del Gobierno para favorecer la llegada de vascos, como una población que no representaba una amenaza a los sectores conservadores del estado venezolano.

Podemos ver una diferencia con respecto a la idea errada que había de los catalanes: se pensaba que eran radicales y más revoltosos, y que iban a ocasionar problemas en el país. Por esa razón se enfocaron en los vascos: los vascos como representantes del orden, y los catalanes, del desorden.  

Venezuela acogió muchos exiliados republicanos,  pero lo que has descubierto en tu investigación es que los motivos no han sido siempre humanitarios ni políticos.

Hubo muestras de humanismo en ciertos momentos, el presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) fue la figura más importante aliada a nivel internacional del Gobierno republicano en el exilio. No toda la llegada de exiliados fue únicamente por interés del desarrollo del país y de mano de obra, o una manera de tratar de conseguir migrantes europeos para que se hiciera más pura la raza latina.

Entre 1945 y 1948 hubo una etapa de apertura del Gobierno de Venezuela hacia el gobierno republicano español en el exilio. Hay varios elementos que lo explican. En octubre de 1945 hubo un golpe de Estado cívico militar y asumió el poder una Junta Revolucionaria. Era un grupo de jóvenes y que desde el principio establecieron relaciones diplomáticas con el gobierno republicano en el exilio. Y eso duró tres años, hasta 1948. También, la posición que tuvo Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial dio más espacio para que el Gobierno de Venezuela ya no tuviera una postura de alianza o neutralidad con respecto al régimen franquista, porque ya había un rechazo generalizado al fascismo.

Fue la época, digamos, dorada del exilio republicano en Venezuela porque se abrieron las compuertas para que llegara más abiertamente el exiliado que aún estaba estancado en Europa. Entre 1946 y 1947 se estima que llegaron 2.200 exiliados españoles; eso es un número importante.

Estadística de inmigración a Venezuela. Documentación del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización en Venezuela. Foto cedida por Jesús Montilla.

De hecho, el Gobierno republicano en el exilio nombró un embajador en Caracas que llevaba las relaciones directas entre el Gobierno de Venezuela y las instancias del gobierno republicano para coordinar la llegada de exiliados desde Francia. Además, Venezuela fue miembro fundacional de la Organización Internacional para los Refugiados en 1948 y nombró representantes en Francia para evaluar los perfiles de los que querían emigrar. El Gobierno de Venezuela tuvo que haber sido uno de los pocos que estableció esas relaciones, funcionando un embajador con todo el reconocimiento de un diplomático, con toda su inmunidad.

El Gobierno de Franco no reconoció al Gobierno que tomó el poder en 1945. Por esa razón se establecieron relaciones con el Gobierno republicano. Se ve todo lo que el Gobierno hizo para favorecer a los exiliados republicanos. Había una afinidad ideológica, hasta de solidaridad.

Los españoles, el grupo más numeroso en la inmigración europea en Venezuela en 1947. Documentación del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización en Venezuela. Foto cedida por Jesús Montilla.

Ya para esa época, aquellos exiliados que habían llegado en los años previos habían logrado hacerse de una buena reputación y, algunos de ellos, escalar, por ejemplo, en medios de comunicación como el diario El Nacional. Había republicanos que habían empezado a trabajar ahí y se adaptaron a la sociedad venezolana. De alguna manera, eso también influyó para dar una imagen positiva del exilio republicano.

En términos generales, es muy amplia la información sobre el aporte de la diáspora republicana en muchas áreas como la medicina o la construcción. Se tuvo la posibilidad de recibir a gente muy preparada y dejaron un gran legado que todavía se puede ver.

Pero pronto entramos en una etapa en la que la llegada del exiliado republicano es menor en comparación. Porque en 1948 hay un golpe de Estado nuevamente en Venezuela y asume el poder un gobierno de corte militar, que algunos catalogan como una dictadura.

 Y establecen relaciones con Franco

Sí, relaciones estrechas . La política cambia por completo: es más restrictiva hacia el inmigrante republicano. Desaparece de hecho el Instituto Técnico de Inmigración y Colonización.

La relación con la dictadura franquista incluye intercambio de inteligencia e informes políticos. Eso no lleva a una persecución directa, pero sí a la presencia de personalidades del Gobierno de Franco en Venezuela, ya con una beligerancia distinta. No es una persecución extrema, pero sí de seguimiento, tratando de socavar la influencia de los republicanos.

Luego de esa etapa de los años cincuenta en adelante, es muy difícil separar a quienes llegaron por motivación económica de los que llegaron por exilio político, pero se sabe que la mayoría emigraron por motivación económica y no por persecución política. La inmigración española a Venezuela se aproxima a los 300.000 personas en total entre 1939 a 1958.

Es posible que muchos de los que buscaban exilio en esa época llegaran clandestinamente. Solo en 1948 se contabilizaron 19 embarcaciones clandestinas que llegaron a la costa venezolana, en una travesía a menudo improvisada y accidentada, muchas veces en condiciones difíciles, con sus familias. Eso sería un caso de estudio más detallado, para saber la motivación que los llevaba a irse en esas condiciones.

Próximamente incorporaremos a nuestra base de datos nombres de personas exiliadas a Venezuela.

FOTO: Estadística de inmigración a Venezuela. Documentación del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización en Venezuela. Cedida por Jesús Montilla.

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Un año más, a favor del derecho de acceso a la información

Como parte de las actuaciones de ihr.world en pro del derecho de acceso a la información, este miércoles 28 de septiembre de 2022 a las 11:30 hora peninsular (CEST), la presidenta de la asociación Innovación y Derechos Humanos, Concha Catalan, participará en una Reunión Abierta con el título Los secretos oficiales ¿el lado oscuro de la transparencia?

Aquí nuestra participación en el Congreso Internacional de Transparencia y Gobierno Abierto (a partir del minuto 1:15:00)

Será en el Día Internacional del Derecho de Acceso Universal a la Información y en el marco del VII Congreso Internacional de Transparencia, que se celebra este año en Cartagena del 28 al 30 de septiembre, en modalidad dual (presencial y online) gracias al apoyo de la Universidad Politécnica de Cartagena. Hay más de 700 personas inscritas. 

Ved nuestra página sobre El derecho de acceso a la información y todos nuestros artículos al respecto. Un año más, defendemos el derecho de acceso a la información como un derecho fundamental. 

El espacio físico será la Facultad de Ciencias de la Empresa de la Universidad Politécnica de Cartagena. La plataforma online está por confirmar y publicaremos aquí el enlace. Coordina el evento la Coalición Pro Acceso, de la que ihr.world es miembro activo. Modera Safira Cantos Salah, Directora General de la Fundación Hay Derecho (presencial).

Participan:

  • Concha Catalán. Cofundadora de Innovation and Human Rights (a distancia)
  • Elisa Avilés. Presidenta de Archiveros Españoles en la Función Pública (a distancia)
  • Manuel Sánchez de Diego Fernández de la Riva. Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. (Presencial)
  • Miguel Ángel Blanes Climent. Experto en transparencia. (Presencial)
  • Patricia González. Investigadora legal en Access Info Europe. (Presencial)
  • Rosario Lópaz. Miembro del Foro de Gobierno Abierto. Vocal de la Junta Directiva de SEDIC. (presencial)
  • Yolanda Quintana. Secretaria General de la Plataforma por la Libertad de Información (presencial)

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Coloquio sobre Violencia Política

Carlos Terraga y Concha Catalán han presentado sendas comunicaciones en el IV Coloquio internacional sobre violencia política en el siglo XX, organizado por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

La organización del Coloquio ha ido a cargo del Centro de Estudios sobre Dictaduras y Democracias (CEDID), que es un Centro de Estudio e Investigación de la UAB formado por más de un centenar de investigadoras e investigadores de diferentes disciplinas. Nuestra asociación ha constado como colaboradora. Se ha celebrado en los locales de Comisiones Obreras en Barcelona del 15 al 17 de junio.

Carlos Terraga, doctorando en Historia y miembro de nuestro equipo ha presentado Revolución y políticas de violencia. Los comités revolucionarios de barrio en Barcelona (1936), en el marco de la sesión Los frentes de la guerra civil española, entre la retaguardia y la implicación internacional, analizando la gestión política de la violencia por parte del Ayuntamiento de Barcelona: la propia de la guerra, tanto la revolucionaria en la retaguardia como frente a los bombardeos, como la causada por el colapso de las instituciones republicanas [en el llamado «corto verano de la anarquía»].

Terraga habló de cómo es necesario un análisis socioespacial para entender la radicalidad de ciertos movimientos, de por ejemplo las redes de barrios y arrabales, y las experiencias compartidas de lucha y resistencia obrera. Los revolucionarios atacan símbolos de poder, entre ellos la religión, para faclitar el cambio social, aspirando a un nuevo modelo de poder tejido por redes de partidos, sindicatos, juventudes libertarias, la CNT y la FAI, y diversos líderes vecinales.

El ponente también dividió en tres etapas la gestión de la violencia por parte de los organismos municipales, según tres claves interpretativas historiográficas: revolución, poder y violencia. Son las siguientes:

19 julio 1936 – septiembre/octubre 1936

Existe un vacío de poder, en parte por el reparto de armas. El Ayuntamiento sobrevive gracias a la figura del alcalde Carles Pi i Suñer pero baja su intensidad por la reestructuración de poder entre los diversos actores. Cobran gran importancia los comités revolucionarios de barrio. Es un periodo de gran violencia: más de la mitad de las víctimas de Catalunya mueren en esos tres primeros meses de guerra.

Septiembre/octubre 1936 – mayo 1937

La Generalitat intenta absorber el poder de los comités revolucionarios. Mientras la Confederación Nacional de Trabajo (CNT) y el Partido Socialista Unificado de Catalunya (PSUC) participan en su gobierno, en el Ayuntamiento entran la CNT, el PSUC y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Se produce una crisis en la retaguradia republicana, con gran violencia porque existen diversas maneras de entender la revolución. Además, Barcelona está siendo fuertemente bombardeada. (Ver Barcelona: 800 días bajo las bombas)

Mayo 1937 – enero 1939

A partir de los hechos de mayo, se eliminan los vestigios de los comités revolucionarios y se produce una estabilización de poder. Aunque el POUM sigue presente en el Ayuntamiento de Barcelona, se mantiene la represión al control del orden público por parte de patrullas urbanas y comités revolucionarios.

[Para profundizar, se puede consultar Del orden revolucionario al orden antifascista. La lucha política en la retaguardia catalana, por Josep Antoni Pozo, y a La crisis del antifascismo, por Ferran Gallego]

Terraga compartió mesa con Nathan Rousselot, de Nantes Université, y Pierre Salmon, de la Université de Caen, cuyas comunicaciones versaron sobre Violencias y orden en la retaguardia republicana: el control del territorio como condición del apoyo francés (1936-1939). Presentó y moderó el debate posterior Javier Tébar, director del Archivo Histórico de CCOO y profesor de la Universitat de Barcelona.


A su vez, Concha Catalan, presidenta de la asociación sin ánimo de lucro Innovación y Derechos Humanos, que gestiona ihr.world (Ver detalles aquí ), presentó una comunicación sobre la base de datos de la entidad, ya con 1,4 millones de registros, en el marco de la mesa redonda Memorias en disputa.

Catalán equiparó la denegación de acceso a la información y a la documentación a una forma de violencia política, en un estado que no ha juzgado nunca a su propia dictadura. Se refirió a las diversas bases de datos existentes sobre Guerra Civil y franquismo y destacó la importancia de los archivos para promover y proteger el derecho a la información.

Moderó la mesa Luciano Alonso, de la Universidad Nacional del Litoral (UNL, Santa Fe, Argentina), que presentó también la comunicación Las memorias del terror de Estado en Argentina: entre la reacción conservadora y la subjetivación neoliberal. Alonso explicó que desde 2015, lamentablemente, se ha erosionado y cuestionado la memoria crítica dominante que había existido sobre la dictadura y represión durante los años 70, aquella que se vinculaba con los movimientos sociales como las Abuelas de la Plaza de Mayo.

Se refirió a la definición de tres tipos de memoria, por Ludmila da Silva Catela: las memorias dominantes, de las organizaciones de Derechos Humanos, asumidas entonces por el estado nacional; las memorias denegadas, de quienes defendieron la dictadura; y las memorias subterráneas, de las comunidades indígenas. Con el macrismo, se construye un contexto neoliberal y neoconservador que incorpora un espacio para negacionistas sobre el número de desaparecidos y la gravedad del terrorismo de estado. Aparece un discurso reivindicativo de los aspectos supuestamente positivos de la dictadura, y una tendencia a negar la memoria crítica democrática.

En la misma mesa presentaron también comunicaciones Inês Ferreira de Almeida, del Instituto de História Contemporânea (IHC NOVA FCSH, Lisboa, Portugal), sobre El olvido portugués y la recuperación de narrativas apaciguadoras [O esquecimento portugués e a recuperação de narrativas apaziguadoras] y Rosa Torán, del Ateneu Memòria Popular, sobre dicha entidad barcelonesa, sus numerosas actividades y la memoria en clave de presente.

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La documentación de los archivos: clave para investigar el Valle de los Caídos

Entrevista a la historiadora Queralt Solé. Por Eli Pachón, con la colaboración de Laura Cuesta y Concha Catalán

Para celebrar el Día Internacional de los Archivos, publicamos una entrevista con Queralt Solé, doctora en Historia, profesora de la Universitat de Barcelona y autora de Els morts clandestins y otros textos sobre los traslados de restos de víctimas de la Guerra Civil al Valle de los Caídos. También incorporamos un nuevo conjunto de datos, procedente de dicho libro, con 4.089 registros de restos de personas trasladadas al Valle procedentes de diversos municipios de las provincias de Lleida (1.956) y Tarragona (2.133). El total incluye 953 personas no identificadas, de las que no quedó registrado ni nombre ni apellidos; o solo el nombre de pila (de cinco de ellos). 

En las investigaciones de Queralt Solé es fundamental el uso de la documentación de archivo. Desde ihr.world reivindicamos el papel social de los archivos y la necesidad de abrirlos para promover el derecho de acceso al patrimonio documental.

¿Cómo quiso presentar el régimen franquista el Valle de los Caídos a la población? ¿Con qué idea y objetivo se llevó a cabo la construcción?

Pues depende del momento. En 1940 lo presenta como un monumento para los vencedores. Pero a medida que pasa el tiempo y no se construye en el año que estaba previsto, cambia el discurso. Cuando se inauguró en 1959, se presenta como un monumento de reconciliación, apelando a una idea del perdón hacia los que no eran verdaderos españoles.

¿El régimen facilitaba a los familiares la localización de los muertos?

El régimen facilita, es decir, no pone trabas, a aquellas familias que están buscando los “muertos caídos por Dios por España” cuando termina la guerra y se abre todo el proceso relacionado con la Causa General, a partir de abril de 1940.

A partir de 1958, cuando empieza a buscar restos de muertos durante la guerra para ser trasladados al Valle de los Caídos, el régimen ya no facilita nada. Lo que hace es informar: informa por el Boletín Oficial del Estado (BOE), por el Boletín Oficial de la Provincia, a partir de los bandos, de las alcaldías, etc. Informa del hecho de que van a hacer este traslado y, si alguien sabe que su muerto está en una fosa que va a ser trasladada, pues puede decir que no la trasladen o puede ir a recuperar los restos. Esto deberá hacerlo por su cuenta y riesgo. Sin embargo, no hay una voluntad de buscar a un muerto para informar a la familia: el objetivo es localizar fosas para trasladarlas al Valle.

¿Cuándo empezaron los traslados de cuerpos al Valle? 

Empiezan en 1958 y terminan en 1983. Hay diversas fases: inicialmente quieren intentar que todos los traslados sean con consentimiento familiar. Luego se dan cuenta que, solo con este consentimiento no tienen suficiente restos, y es entonces cuando hay una segunda fase en la cual ya no esperan el consentimiento familiar [Hay diversos casos documentados de traslado sin consentimiento,  como los de los familiares de Pedro Fausto Canales o Joan Pinyol]. 

Hay años en los que no se trasladan a nadie y otros en los que se trasladan a una o dos personas. Todo ello hasta 1983, cuando se traslada el último desde Vilafranca del Penedés. Después del golpe de estado del 23F (23 de febrero de 1981), hubo más de doscientas solicitudes de traslados, cuando durante años no había habido ninguna.

¿Los familiares podían solicitar al régimen el traslado de sus muertos?

Sí, porque todo fue público. El régimen, aparte de en los diversos boletines oficiales, también puso anuncios en los periódicos. Se informaba a las familias de la posibilidad de trasladar a sus seres queridos al Valle, siempre que hubieran muerto durante la Guerra Civil y fueran católicos. Esto lo podían pedir al Ayuntamiento y este lo vehiculaba hacia el gobernador civil. El régimen ponía todas las facilidades y no tenían que pagar nada, lo asumía todo el Estado. Si por contra una familia sabía que su muerto estaba en una fosa y decía “no, no, aprovechando que hay todo este movimiento de exhumaciones hacia el Valle de los Caídos, yo lo que quiero es recuperar los restos”, aunque fuese franquista, la respuesta era: “Ningún problema, pero usted carga con todos los gastos”.

Entonces es a partir de 1958 cuando también se trasladan restos de republicanos…

Sí, a partir de 1958. Menos mal que el BOE publicó en 1940 el decreto de creación del Valle de los Caídos, porque si no la falacia del relato de que es un “monumento de reconciliación” aún hubiese triunfado . Por suerte, en 1940 el texto es muy claro sobre para quién se construye este monumento [Ver El Valle para los Caídos en la Cruzada… y otros].

En 1958, la situación nacional en España e internacional es muy diferente; está la voluntad española de unirse a una Europa que va hacia la unificación, a ser reconocida en la ONU… Todo había cambiado mucho. En 1958 el régimen acepta que también se trasladen fosas de republicanos soldados y civiles. 

Aquí es cuando encontramos muchos documentos de los ayuntamientos, que son los que se ponen en contacto diciendo que no tienen claro qué hacer con las fosas de soldados republicanos. Es entonces cuando el régimen dice: sí, esas también. Así, el régimen puede vender con más ahínco esta idea reconciliatoria, diciendo que en el Valle hay muertos de ambos bandos, que todos eran españoles. 

¿Es el propio régimen el que se encarga de los traslados de cuerpos?

Sí, crean una comisión específica para los traslados al Valle, cuya documentación principalmente está en el Archivo General de la Administración. Esta comisión emite las circulares correspondientes cada año y contacta con el gobernador civil para que este traslade la petición a los alcaldes y para que estos le respondan qué fosas hay en su término municipal. Entonces se hace todo a nivel piramidal administrativamente: desde el Ministerio de Gobernación hacia los gobernadores y alcaldes y, de vuelta, de los alcaldes al gobernador y al Ministerio.

Y aquí, por ejemplo, documentalmente encontramos muchas diferencias en función del gobernador civil que hubiese, pues alguno era más detallista e informaba de todo. Por ejemplo, el gobernador civil de Almería, si no recuerdo mal, cada año estableció que debía haber unos traslados determinados al Valle y cada año se trasladaban; había un día en que se hacía una ceremonia y se trasladaban restos al Valle de los Caídos.

¿Cómo se decide qué fosas se exhuman?

Se decide desde el Ministerio, es decir, es el gobernador envía toda la información al Ministerio y la comisión decide. También hay documentación diversa de ayuntamientos que piden trasladar sus fosas durante años. Porque también hay una cuestión práctica por parte de los ayuntamientos: trasladar cuerpos al Valle de los Caídos para ganar espacio en el cementerio. Si la fosa no fue escogida en su momento, se pide que sea trasladada. Pero la decisión final se toma en Madrid.

¿Y con qué criterio?

El criterio no lo conocemos, aún no lo hemos establecido. Yo pienso que inicialmente en la primera fase, 1958-1962, más o menos, es por criterio de recogida de cajas en un camión. Se seguiría el siguiente criterio: “no iremos hasta este pueblo sino que pasaremos por la nacional y ya está”. Creo que es un criterio práctico, pero seguimos estudiando..

¿El régimen promovió el tráfico indiscriminado de restos? 

El régimen discursivamente decía que no quería hacer diferencias, pero cuando se analiza la documentación de los archivos,  las diferencias siempre están presentes, es decir, cuando buscando fosas siempre están pensando en soldados o civiles represaliados o muertos defendiendo la España que ellos creen que se tenía que defender. Cuando son trasladados al Valle de los Caídos sí que son colocados en las criptas de forma indiscriminada por lo que sabemos, pero en cambio se hace una cosa que se llama el ‘Libro de los muertos’.  En este solo se recogen los nombres de aquellos en los que hay nombre y apellido conocido, que siempre son soldados franquistas o civiles franquistas. En muy pocas ocasiones se envían listados con las identidades de los soldados o civiles republicanos.

Es un discurso falso que se trata a todos por igual, porque se observa desde la propia documentación o en el ‘Libro de los muertos’, o incluso en la jerarquización dentro del Valle de los Caídos: se crea una diferencia absoluta entre unos muertos y otros .

¿Quiénes fueron las primeras personas que se enteran de que se trasladaron muertos sin consentimiento familiar?

Antes de que yo publicase mi investigación hubo un hombre que hizo mucho trabajo. Fue posiblemente de los primeros que fue consciente de que se trasladaron cuerpos sin consentimiento. Se llama Canales.  [Ver Memoria democrática a debate]

Cuando publico mi investigación y sale en Sapiens el librito con todos los nombres de los catalanes trasladados al Valle de los Caídos, es cuando Joan Pinyol averigua que su abuelo , a quien creían en Lleida, está en el Valle de los Caídos. También otra persona me llama para decirme que ha tenido un susto de muerte cuando ha visto el nombre de su familiar, que ha hecho muchas preguntas a su familia y que en realidad, no está en el Valle aunque aparezca su nombre en el listado. Cuando una familia exhumaba a alguien, nadie tachaba el nombre de un listado conforme ese muerto había dejado de estar en la fosa común. 

A partir de las investigaciones que hemos ido haciendo con los años, vemos que es poco fiable la documentación del Valle de los Caídos. Así que es algo muy posible y muy probable que un porcentaje de la información sobre los muertos que están en el Valle debe ponerse en duda; podría ser un veinte por ciento. Hay muchos casos de personas que están en los listados, pero que a la hora de la verdad no están en el Valle. [Ver Las fosas del valle de los Caídos municipio a municipio, basado en los datos del Ministerio].

Hay un caso, el de Aristot, cerca de la Seu d’Urgell. Se dice que había una fosa de soldados republicanos y cuando se decide que se traslada al Valle de los Caídos, la abren y hay botellas con los nombres de los soldados. Hay uno que es de Caldes de Montbui. Llaman, localizan a la familia y la familia sube a buscar a su muerto, y el resto son trasladados al Valle de los caídos. El nombre, si no recuerdo mal, está como trasladado y no está en el Valle porque la familia lo fue a buscar antes.

Se dan circunstancias varias. Puede ser que estén registrados como trasladados porque sí habían sido enterrados pero resulta que las familias los fueron a buscar justo cuando lo entierran, o cuando están exhumando la fosa para trasladarla al Valle porque alguien les avisa de que allí está su pariente. En general, son poco delicados a la hora de trasladar la información. Se crea un gran volumen de documentación pero, cuando la miras con lupa, ves errores. Al final depende también del factor humano, hay gente que lo hacía con mucha mucha delicadeza. 

¿Cómo cuantificaban los no identificados?

Contando cráneos, supongo, según como estaban enterrados. Los soldados franquistas normalmente están enterrados en zanjas, uno al lado del otro. Las fosas de soldados republicanos no están tan bien organizadas. [¿A cuántas personas se trasladó desde cada municipio?].

¿Qué marcaba que las cajas fueran individuales o colectivas?

La caja individual era sobre todo para aquellos familiares que lo pedían expresamente, mientras que las cajas colectivas se piensan para todos los soldados, franquistas o republicanos.

¿Y qué pasó con los restos no identificados?

En la documentación consta la procedencia, la fecha de inhumación, la fecha de exhumación… Los datos que tenían los registraban, y sobre todo el lugar de procedencia. Entonces la información que hay es: no identificado, lugar de procedencia y fecha de entrada al Valle de los Caídos.

Se estima que hay unos 33.000 trasladados. ¿Se podrá conocer en algún momento la cifra exacta?

Yo creo que nos aproximaremos, pero una cifra cerrada no creo que la podamos dar. Incluso si contáramos los cráneos, no podríamos dar la cifra de restos. Porque no se hicieron exhumaciones con garantías de esos restos, se sacaban como se sacaban. Ha habido fosas que se pensaba que aún estaban y al final resulta que habían sido trasladadas. Al número exacto de restos nos aproximaremos con una buena investigación. Pero hay unos 12.000 desconocidos. 

¿Qué documentación se generaba sobre los muertos?

Hay un montón de documentación burocrática entre administraciones, gobernador civil, Ministerio, Patronato del Valle, Ayuntamiento…  Esto por una parte. Por otra, hay unos listados de Patronato del Valle de los Caídos, que son unas plantillas que crea el Patronato para que las rellenen los ayuntamientos. También se crea un certificado oficial en cartón, con el sello del Patronato del Valle, con el nombre de la persona que está enterrada y el columbario, la fila y la cripta en que está. Incluso si es desconocido.

Aparte de esta documentación, se crea un registro de entrada, que está en el Monasterio del Valle de los Caídos, con los nombres de los restos que van entrando y la procedencia.  Y también se crea una ficha individual para cada uno de los restos, que está también en el monasterio. Esto a nivel documental, cuando los restos llegan al Valle, aparte de toda la burocracia entre administraciones. Quizás hay otros de orden interno que no hemos visto, porque los custodian los benedictinos.

Documentación del Patronato. «Relación de los gloriosos restos procedentes de la Cruzada Nacional que se envían para su eterno descanso al Monumento Nacional de la Santa Cruz del Valle de los Caídos en Culgamuros». Foto cedida por Queralt Solé.

¿Los documentos sólo se conservan en el Monasterio?

Los últimos que he comentado me los dejaron ver los benedictinos. No sé si son de los benedictinos o de Patrimonio Nacional, que es quien en principio tiene potestad respecto al Valle de los Caídos y toda la documentación. 

Hay un fondo documental importante en el archivo del Palacio Real y otro en el Archivo General de la Administración. Y además algún otro fondo en los archivos de los municipios, en los archivos comarcales, provinciales… Pero estos serían los principales.

¿Estos fueron los documentos que consultó para su investigación sobre los catalanes enterrados en el Valle?

Yo consulté principalmente la documentación que se conserva en el Archivo General de la Administración, la que se conserva en los archivos de los municipios, y la de los Archivos provinciales. En aquel momento, solo encontré documentación del Valle de los Caídos en el Archivo Histórico de Lleida. Hoy por hoy allí es donde se conserva el mayor volumen de información respecto a los traslados desde Cataluña. La encontré llamando y preguntando si les sonaba lo que buscaba. Al principio me dijeron que no. Sin embargo, al cabo de unos días me contactaron para decirme que habían encontrado unos legajos. De Barcelona aún no hemos localizado esta documentación, lo que no quiere decir que no esté ni que se esté ocultando. Quiere decir que a lo mejor son fondos que están por catalogar: esto pasa muy a menudo en muchos archivos.

¿Hubo algún archivo al que fue imposible acceder en su momento?

No me dejaron acceder al Archivo Municipal de Bot, en Tarragona. Allí hay una gran fosa que fue trasladada y yo quería ver la documentación municipal. Sin embargo, hace pocos años otra persona quiso hacer un trabajo sobre el tema y no tuvo ningún problema. Es un ejemplo que corrobora cómo al final se depende del factor humano. Puedes encontrar personas que no tienen ningún problema en dar acceso, y personas que son reticentes a dejar ver cierta documentación. 

¿Y también se conserva información sobre la construcción del Valle?

Sí, esto se está estudiando ahora. Recientemente se ha publicado una investigación arqueológica, que también ha arrojado mucha luz sobre cómo vivían los los presos. [Se trata del estudio Arqueología del Valle de los Caídos. Prospección y excavación en los espacios de vida de los trabajadores y sus familiares]

¿Había alguien dentro del régimen que se posicionara en contra de llevar a cabo estos traslados?

Sí, los carlistas. Se opusieron al monumento en sí y, de hecho, se construyeron dos monumentos para que los carlistas no fueran trasladados al Valle: uno en el municipio de Codo (Zaragoza)  y el otro en Montserrat  (Barcelona).

Esto no quita que algunos carlistas seguramente fueran trasladados. Luego hubo algunas voces que estaban en contra de que este monumento pasase a ser reconciliatorio. De hecho, el primo de Franco recoge en sus memorias cómo hay alguna gente que no ve claro esto de que allí haya muertos republicanos. Seguro que la situación creó más controversia de la que hasta ahora conocemos.

¿Qué debería pasar con el Valle?

Creo que tiene que ser un lugar que explique el régimen, un lugar didáctico. Habría que museizarlo, transformarlo en un elemento del pasado que ya no represente a nadie y que sirva para explicar el régimen. Da mucho juego porque ahora se han hecho las excavaciones de todos los poblados de los trabajadores, y puedes explicar la forma de vida de los batallones de trabajadores, la represión brutal allí, en las prisiones, las formas de vida, el hambre,… Y luego lo que pretende el monumento en sí, la arquitectura… Da muchas posibilidades para explicar el régimen. Pienso que debe perder su significado transformándose en una cosa del pasado que te explica el pasado.

Aparte de acciones que se pueden hacer, como una gran exposición con listados de nombres. Yo derribaría a la cruz, aunque lo veo imposible, porque no es una cruz que represente al cristianismo, es una voz que impone una forma de ver el mundo, como una espada nacional católica clavada al lado de la capital. Esa cruz no está marcando nada, está vigilante. Para mí, no es representativa de una religión.

FOTO: Fray Justo Pérez de Urbel dando a besar el crucifijo a Franco en la inauguración del Valle de los Caídos [1 abril 1959], por Martín Santos Yubero (Madrid 1903-1994). Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

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El Valle: para los Caídos en la cruzada… y otros

Texto: Concha Catalán / Laura Cuesta. Datos y mapas: Alejandro Zappala. Con la colaboración de Martin Virtel y Marta Martínez.

Después de Las fosas del Valle de los Caídos municipio a municipio, seguimos con otro artículo relacionado con la inclusión en nuestra base de datos de más de 23.000 nombres de personas cuyos restos fueron trasladados allí tras la exhumación de 500 fosas en diversas ocasiones con este objetivo [ver descripción].

La dictadura de Franco dio a conocer el proyecto de construcción del Valle de los Caídos exactamente un año después del final de la guerra civil, que se inició tras un golpe de estado fallido y se alargó por el apoyo logístico y económico de los gobiernos de Mussolini y de Hitler a los sublevados. 

Un aspecto que suele caracterizar a las dictaduras frente a los gobiernos democráticos, además de la falta de separación de poderes, es el afán de perpetuarse con la creación de grandes monumentos sin tener en cuenta las necesidades básicas de la población. En España, el final de la guerra dio paso a la dura posguerra, al hambre y a trece años de racionamiento de alimentos básicos, y de estraperlo [mercado negro].

Mientras tanto, así quedó redactado el proyecto del Valle de los Caídos en el decreto de 1 de abril de 1940 disponiendo se alcen Basílica, Monasterio y Cuartel de Juventudes, en la finca situada en las vertientes de la Sierra del Guadarrama (El Escorial), conocida por Cuelgamuros, para perpetuar la memoria de los caídos en nuestra Gloriosa Cruzada:

La dimensión de nuestra Cruzada, los heroicos sacrificios que la victoria encierra y la trascendencia que ha tenido para el futuro de España esta epopeya, no pueden quedar perpetuados por los sencillos monumentos con los que suelen conmemorarse en villas y ciudades los hechos salientes de nuestra Historia y los episodios gloriosos de sus hijos.
Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de los monumentos antiguos, que desafien al tiempo y- al olvido y que constituyan lugar de meditación y de reposo en que las generaciones futuras rindan tributo de admiración a los que les legaron una España mejor.
A estos fines responde la elección de un lugar retirado donde se levante el templo grandioso de nuestros muertos en que por los siglos se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria. Lugar perenne de peregrinación en que lo grandioso de la naturaleza ponga un digno marco al campo en que reposen los héroes y mártires de la Cruzada.

Decreto 1 abril 1940 BOE 2 abril 1940

La denominación de Cruzada [Expedición militar contra los infieles, especialmente para recuperar los Santos Lugares] en el Boletín Oficial del Estado no fue casual, pues quienes apoyaron la sublevación equipararon la Guerra Civil a una lucha religiosa. Así tituló La Vanguardia la inauguración del Valle de los Caídos [y así la explicó ]

La Vanguardia, 2 de abril de 1959. Hemeroteca digital

Franco y muchos de sus seguidores dibujaban a la República como un enemigo demonizado, comunista, amante de la violencia anticlerical, al que era necesario erradicar: la anti-España. La Vanguardia reprodujo íntegramente el discurso de Su Excelencia (S. E.) el Jefe del Estado a lo largo de cuatro páginas, con este inicio:

El relato lo impregnó todo, y muy rápidamente: desde el culto a los caídos a la exaltación de la figura del líder carismático”, señala Javier Rodrigo en Cruzada Paz Memoria. La Guerra Civil en sus relatos.

De todos los miembros de Acción Española, Pemartín simbolizaría como ninguno el tránsito hacia el caudillaje totalitario [nota], basado en la experiencia fundadora de la guerra: «En una época de tremenda crisis, encarnando la Voluntad de Dios, [Franco] salva a un país –España–, a una civilización –Europa–, a la misma Obra de Dios en la tierra –la Cristiandad” [nota]. Defender a los católicos frente a la violencia sería una base fundamental de legitimidad que equilibraría y daría contenido al Alzamiento. “No podemos olvidar –señalaría en 1939 Eloy Montero– que acabamos de realizar una Cruzada y que el nuevo Estado es fruto de esa cruzada misma; que con sus Crucifijos, medallas y escapularios sobre el pecho fueron al campo nuestros soldados; que ha habido millares de mártires, víctimas de la horda por profesar su fe, y que falangistas, requetés y soldados dieron su vida en las trincheras por Dios y por España” [nota].

Rodrigo, Javier. Cruzada Paz Memoria. La Guerra Civil en sus relatos. (Editorial Comares, 2013) (p. 39)

De Valle de los caídos por Dios y por España a monumento a la reconciliación


En los diecinueve años transcurridos entre el anuncio del mausoleo y su mastodóntica construcción poco cambió en la rigidez de la dictadura respecto a la aplicación de la justicia militar a sus disidentes. [Ver ¿Qué eran los sumarísimos?].

Pero sí cambió el relato respecto al Valle -no los hechos, ni la documentación que se ha conservado–. Pasó de ser lugar de privilegio donde solo iban a reposar los Caídos por Dios y por España en la gloriosa Cruzada a monumento por la reconciliación entre sublevados y republicanos, tal como ahora se anuncia en la propia página de la Abadía. El cambio a este relato se produjo en un momento de apertura internacional de España.

En principio, el único requisito emitido por el régimen para ser enterrado en el monumento de San Lorenzo de El Escorial era ser español y católico. ¿Cómo es posible que se acabaran trasladando restos de víctimas republicanas al Valle de los Caídos? Nos lo explica la Doctora en Historia Contemporánea Queralt Solé, estudiosa del tema:

Los traslados de personas al Valle de los Caídos empezaron en 1958 y terminaron en 1983, cuando se trasladó el último cuerpo desde Vilafranca del Penedés. (…) Hay diversas fases en el traslado de los cuerpos. Inicialmente intentaron que todos los traslados fueran con consentimiento familiar. Luego se dieron cuenta de que no tenían suficientes restos, y entonces hay una segunda fase en la cual ya no esperaron el consentimiento de las familias.

Es destacable la situación de indefensión de las familias, tanto de combatientes del bando sublevado como republicano, pero especialmente de estos últimos, cuyos restos fueron trasladados al Valle no solo sin consentimiento, sino también sin conocimiento de esta circunstancia. [Ver La memoria democrática a debate]

La exploración de los datos del Ministerio revela además que desde algunos municipios se exhumaron fosas y trasladaron restos hasta en seis ocasiones, con números muy desiguales, en concreto 2.544 cadáveres (1.144 identificados) desde Teruel, en 1959, 1961, 1963 (julio y octubre) y 1964 (febrero y diciembre); y 73 restos desde Almería (todos identificados) en 1959, 1961, 1962, 1963, 1964 y 1968.

También hubo traslados a lo largo de cuatro años desde otras fosas: 4.015 cadáveres desde Zaragoza (3.769 identificados) en 1959, 1960, 1961 (23 enero, 2 febrero, 17 febrero, 28 febrero, 16 marzo, 4 abril y 16 mayo) y 1964; además se trasladó 115 restos desde Toledo (todos identificados) en 1959, 1962, 1968 (17 junio y 12 noviembre), y 1974.

Aquí puede verse otro mapa de símbolos proporcionales elaborado por Alejandro Zappala mediante el software QSIG con la procedencia de los restos no identificados [Ver mapa de Procedencia de la totalidad de los cuerpos trasladados aquí]

Clica para ampliar

Para organizar la exhumación de las fosas y el traslado de los restos desde un punto de vista administrativo, el régimen creó una comisión, cuya documentación principal se custodia en el Archivo General de la Administración (AGA), en Alcalá de Henares (Madrid). La comisión se encargaba de contactar a los Gobernadores Civiles mediante envío de unas circulares durante años, para que ellos, a su vez, trasladaran la petición de restos a los alcaldes de su provincia.

Administrativamente, todo se hace a nivel piramidal, desde lo que sería el Gobierno central y el Ministerio de Gobernación hacia los gobernantes, gobernadores y alcaldes (…) Aunque todo estuviera promovido por el régimen, los carlistas mostraron su oposición tanto al traslado de restos como al propio monumento. 

Queralt Solé, en entrevista con ihr.world

Además de las peticiones de restos mortales que cursaba la Administración Pública para llenar el Valle de los Caídos, las familias de los fallecidos también podían solicitar que los restos de sus allegados fueran trasladados al Valle.

El régimen puso anuncios en los periódicos con información para las familias (…) Lo podían pedir al Ayuntamiento y este lo vinculaba al gobernador civil. Ponían todas las facilidades. [La familia] no tenía que pagar nada, lo asumía todo el Estado.

Queralt Solé

Existe la hipótesis de que el gobierno decidía los municipios en que se exhumaban fosas teniendo en cuenta si estaban en lugares accesibles por carretera, ya que el macabro transporte de restos mortales en cajas individuales o colectivas se efectuaba en camiones. En la entrevista con Solé, la investigadora declaró: “Hay un momento en que se pide [a quienes organizaban los traslados de restos exhumados en cada municipio] que se trasladen [las cajas] a pie de carretera”. Es por ello que cobran aun más sentido los mapas de Alejandro, que incluyen el trazado las carreteras nacionales.

Existen también fosas de las que consta que se trasladó un número indeterminado de restos. Estas 500 fosas exhumadas para trasladar restos al Valle de los Caídos constituyen alrededor de un diez por ciento de la totalidad de fosas comunes con personas desaparecidas violentamente durante la Guerra civil o la represión política posterior. El Ministerio de Presidencia tiene registradas actualmente 4.945 fosas.

Lee también:

Imagen: Cartel de propaganda Una cruzada, un destino [fragmento]. Biblioteca Digital Hispánica. Biblioteca Nacional de España. Original aquí. CC_BY

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Las fosas del Valle de los Caídos municipio a municipio

Texto: Concha Catalán / Laura Cuesta. Datos y mapas: Alejandro Zappala. Con la colaboración de Martin Virtel y Marta Martínez.

En 1958 se inició un macabro tráfico de cadáveres a lo largo y ancho de las carreteras españolas para trasladar en camiones los restos de personas muertas durante la Guerra Civil. El objetivo: llenar con ellos el mayor mausoleo de la historia de España, el Valle de los Caídos, que sería inaugurado el uno de abril de 1959.

Hoy iniciamos una pequeña serie de artículos sobre el Valle de los Caídos y estos traslados de cadáveres.

En 2018 incorporamos a nuestra base de datos los más de 20.000 nombres de las víctimas trasladadas al Valle de los Caídos y sus provincias de origen. Lo explicamos en ¿Dónde murieron los trasladados al Valle de los Caídos?

Hoy damos un paso más y añadimos a esos nombres nueva información: el municipio desde el que fueron trasladados y la ubicación concreta de la fosa en el municipio, si esta consta en el mapa de fosas, ahora alojado en la web de Memoria Democrática del Ministerio [anteriormente en el de Justicia, ahora en el de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática]. Puedes leer aquí la descripción del conjunto de datos.

El análisis de los datos es posible gracias al trabajo de nuestro colaborador Alejandro Zappala, que además ha elaborado mapas de símbolos proporcionales mediante el software QSIG.

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Consideramos que merece la pena explicar este primer mapa, que constituye una verdadera metáfora de la herida de las fosas comunes exhumadas para su traslado al Valle en el territorio español. Las carreteras, rojas como venas, recorren España y a lo largo de las mismas se ubican los puntos en los que se exhumaron cadáveres para su transporte. El perfil geográfico de cada municipio donde se exhumó queda destacado en marrón oscuro como fosa latente bajo la marca de color, que indica el volumen total de personas cuyos restos fueron trasladados. Las zonas teñidas de granate más oscuro, cual moratones, corresponden a las zonas de mayor densidad de fosas con cuerpos exhumados. 

En el siguiente gráfico pueden verse los datos de las fosas exhumadas de los municipios desde los que se trasladó un mayor número de personas, con la proporción de personas identificadas y no identificadas de cada uno.

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Los datos revelan que los restos de 33.840 personas fueron trasladados al Valle desde un total de 500 fosas en 460 municipios del territorio español. Entre ellos, por ejemplo, Ramon Piñeiro Jiménez y Francisco Ramos Rubio, desde Ceuta, y Alfonso Prendes Estrada, desde Melilla. Los diez municipios desde los cuales más cadáveres se trasladaron fueron Zaragoza (4.024 personas), Griñón, Madrid (3.180), donde había un hospital de sangre del bando sublevado; Teruel (2.916), Madrid (2.124), Getafe, Madrid (1.552), Bot, Tarragona (1.194), Oviedo (1.040), Gandesa, Tarragona (923), Grado, Asturias (920) y Huesca (855). 

Los diez municipios de donde proceden más personas identificadas son Zaragoza,(3.769); Griñón (2.217), Madrid (1639), Bot (1.194), Teruel (1.142), Grado (870), Gandesa (863), Batea (835), Cella, Teruel (635) y Horta de Sant Joan, Tarragona (576).

Hay 11.688 restos de personas sin identificar. Sin embargo, desde algunos municipios, como Bot o Batea (Tarragona), no se trasladó a personas no identificadas. Porcentajes altos de trasladados identificados también se dan en Zaragoza (93%) y Gandesa (93,5%). Los sublevados tenían instrucciones para enterrar a los muertos con una botella de vidrio que contenía su nombre y graduación militar en el interior, y esto debió facilitar su identificación.  

Documentos encontrados en botellas de vidrio junto a soldados franquistas enterrados en el cementerio de Batea. Archivo Municipal de Batea (Tarragona). The valley of the fallen: a new El Escorial for Spain, por Queralt Solé

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FOTO: Documentación del Patronato. «Relación de los gloriosos restos procedentes de la Cruzada Nacional que se envían para su eterno descanso al Monumento Nacional de la Santa Cruz del Valle de los Caídos en Culgamuros». Foto cedida por Queralt Solé.

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En memoria de Miguel Hernández

Antón Alexandre Jiménez

En el aniversario del nacimiento del poeta Miguel Hernández el 30 de octubre de 1910, publicamos hoy un artículo para recordar su poesía y su vida. Recomendamos una visita a su Casa Museo y un paseo por su ciudad natal, Orihuela. 

¡Y qué buena es la tierra de mi huerto!
hace un olor a madre que enamora,
mientras la azada mía el aire dora
y el regazo le deja pechiabierto.

Me sobrecoge una emoción de muerto
que va a caer el hoyo en paz, ahora,
cuando inclino la mano horticultora
y detrás de la mano el cuerpo incierto.

¿Cuándo caeré, cuándo caeré al regazo
íntimo y amoroso, donde halla
tanta delicadeza la azucena?

Debajo de mis pies siento un abrazo,
que espera francamente que me vaya
a él, dejando estos ojos que dan pena.

Con estos versos describía el poeta el oficio que heredó de su familia y del que orgullosamente presumía, pues  acostumbraba a presentarse ante la gente como “pastor poeta”. Así  consta en la Casa Museo Miguel Hernández,  que hoy se puede visitar en su Orihuela natal. Es este lugar un recóndito emplazamiento en el que cualquiera puede experimentar de primera mano las paredes y el huerto que inspiraron el día a día de Miguel Hernández. Se trata de una restauración de la vivienda del poeta, en la que desarrolló  su adolescencia y su vida adulta, rodeado de las cabras que le acompañaban y de la  higuera a la que tanto escribió. 

Mi carne, contra el tronco, se apodera,
en la siesta del día
de la vida, del peso de la higuera,
¡tanto!, que se diría,
al divorciarlas, que es de carne mía.

A escasos metros de la casa podemos encontrar la Fundación Cultural Miguel Hernández.  Además de acoger exposiciones y actos de carácter cultural, exhibe diversas piezas originales, así como diarios de la época en la que autor publicaba o se le mencionaba. 

22 agosto 1937. Nuestra Bandera.

Gracias a la digitalización de publicaciones históricas en el Catálogo Colectivo de la Red de Bibliotecas de los Archivos Estatales, aquí puede leerse íntegramente el artículo Miguel Hernández en el Ateneo. Un gran poeta del pueblo en la guerra, en la página 5 del diario Nuestra Bandera, órgano del Partido Comunista, del 22 de agosto de 1937.

22 agosto 1937. Nuestra Bandera. Portada.

Pero los tributos a la memoria del ilustre poeta no se quedan aquí. Desde 2012 , quienes habitan el barrio de San Isidro lo hacen rodeados de murales que escenifican la obra del poeta:  El sol, la rosa y el niño, las nanas de Cebolla o Vientos del pueblo son algunos de los muchos poemas que hacen relucir las fachadas del barrio.

Aunque el apoyo  institucional a esta iniciativa es reciente, el origen de los murales se remonta al Homenaje de los pueblos de España a Miguel Hernández , una iniciativa popular que se realizó por primera vez en 1976. Por aquel entonces, un grupo de escritores y artistas de distintas vertientes y orígenes tiñeron a este humilde barrio del color de la memoria. Entre ellos había  personajes tan ilustres como el escultor Antonio Ballester, los pintores José Luis Cacho y  Mario Candela Vicedo, y el pintor ceramista  Arcadio Blasco, entre otros.  

Orihuela, octubre 2021. FOTO: Antón Alexandre Jiménez

Hoy en día, el barrio es un museo al aire libre que cualquiera puede visitar por su cuenta, aunque el ayuntamiento ofrece una visita guiada a aquellos que así lo deseen. En marzo de cada año, conmemorando la fecha de la muerte del poeta se realizan distintos actos culturales en el barrio: cuidado de los murales, concurso de fotografía, conciertos.

En Orihuela y otras localidades de la zona de la Vega Baja puede seguirse también la llamada Senda del poeta, en memoria de quien un día pintó sus calles de esperanza. Tiene como objetivo rememorar la figura de Miguel Hernández con cantos, charlas, lecturas y visitas guiadas.

Miguel Hernández pasó por dos consejos de guerra [cuyas referencias podéis encontrar en nuestra base de datos aquí]. Su condena a muerte fue conmutada a 30 años [ver referencia aquí], pero murió enfermo de tuberculosis en la cárcel de Alicante a los 32 años. Fue triste e injustamente sepultado en el olvido durante décadas.

La cadena SER le dedicó el año pasado una serie de podcasts tomando como punto de referencia la documentación de sus dos procesos, que custodia el Archivo General e Histórico de Defensa. Podéis escuchar la serie Miguel Hernandez: Dos procesos contra un poeta en los siguientes enlaces. No nos han funcionado los de la web de la emisora:

Mantenemos una base de datos con 1,3M de registros de la Guerra Civil i el franquismo. Suscribete a nuestro boletín de noticias aquí y considera la posibilidad de hacer una donación aquí. ¡Gracias!

FOTO: Patio de la Casa Museo Miguel Hernández. Autoría: Antón Alexandre Jiménez

El silencio roto: Así sonaban las cárceles franquistas

Laura Cuesta / Núria Noguera (con la colaboración de Guillermo Nasarre)

Hoy 21 de junio, para conmemorar el Día Europeo de la Música, publicamos un artículo dedicado al proyecto El Silencio Roto, de Elsa Calero-Carramolino. Este recoge las experiencias musicales en recintos de detención política (prisiones, hospitales penitenciarios y campos de concentración), durante la dictadura de Francisco Franco. A modo de página web, el proyecto recoge 73 biografías de personas vinculadas al ámbito musical que fueron represaliadas, 176 fichas catalográficas de obras que fueron compuestas en prisión, y un índice topográfico de 211 centros de retención donde tuvieron lugar estas prácticas. De las 73 personas, 56 fueron músicos, y hemos incorporado sus nombres a la base de datos como tales en el conjunto de datos Músicos encarcelados durante la dictadura.

La recuperación de estas biografías forma parte de la tesis doctoral de la autora: Prácticas musicales en el ecosistema sonoro penitenciario franquista (1938-1948): propaganda, contrapropaganda y clandestinidad

Después de graduarse en Historia y Ciencias de la Música, Elsa Calero se interesó por las relaciones entre música y poder en el siglo XX. La idea del proyecto surgió  por el programa de Televisión Española El coro de la cárcel: “Pensé que si ahora se hace música en las prisiones, quizá en la época de la Guerra Civil y el franquismo, que es la que a mí más me interesaba, también se componía música”, explica la autora. También tuvo en cuenta la música de los campos de concentración nazis: “Hace un par de años tuvo lugar la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos  y me hizo reflexionar que en España hace menos y lo tenemos mucho más cerca”. El Silencio Roto es el resultado de muchos años de investigación y de un afán de divulgación de la historia que, durante años, se había mantenido en el silencio. “

«Ha sido también mi forma de agradecer a todas las personas que me han contado sus historias y han compartido su vida conmigo. Lo he entendido como un acto de devolverles su vida a ellos”.

Respecto a las fuentes utilizadas en el proyecto, Calero asegura que han sido su “caballo de batalla” durante toda la investigación: se ha tenido que mover entre las oficiales y no oficiales. En cuanto a las oficiales, la primera fuente a la que tuvo acceso fue el semanario Redención, un periódico escrito por y para los presos, donde aparecían las actividades musicales que se llevaban a cabo en las cárceles; pero también accedió al Archivo de Instituciones Penitenciarias, las memorias de la Dirección General de Prisiones, el Boletín Oficial de la Dirección General de Instituciones, archivos históricos provinciales entre otros.

El título del semanario hacía referencia al sistema de redención de penas por el trabajo, que se mantuvo durante todo el régimen franquista: un sistema de «explotación laboral» y de «trabajo forzado de los presos políticos», según el historiador Javier Rodrigo. A cada recluso-trabajador se abrirá una libreta para ir anotando en ella los trabajos que realizaban y las horas que invertían en cada uno [Para más información: La redención de penas por el trabajo en el ordenamiento jurídico español, por Francisco Bueno Arús]

Cartilla de redención del músico José Fernández Campos. Imagen cedida por Elsa Calero-Carramolino

A nivel de fuentes no oficiales, la investigación de Calero-Carramolino se ha basado en archivos personales de los presos, donde ha encontrado lo que se hacía de forma clandestina. La investigadora critica que “la memoria oral está muy castigada en España porque se le atribuyen connotaciones muy negativas y no se les da suficiente crédito a los testigos de la Guerra Civil”. Además, cuenta que durante la tesis, las biografías las tuvo que justificar muchísimo porque siempre había la observación de que no eran tan exactas como un documento. “Pero los documentos que se redactaban también tenían una intención propagandística”, reflexiona.  Calero subraya también que la memoria oral “ha sobrevivido bastante bien”, pues, aunque se ha perdido mucha música de aquel periodo, se ha conservado el texto de muchas obras.

Partitura y letra de «Oh Libertad» escrita en 1939 en la Prisión Modelo de Valencia por Ángel Bernat poco antes de ser fusilado. La partitura y la letra están escritas en papel higiénico. Fondo personal de la familia Bernat-Santonja. Imagen cedida por Elsa Calero

Metodológicamente, el proyecto se ha ido configurando a través de dos ejes, uno cronológico y otro centrado en el tipo de música compuesta por los presos. En cuanto a la cronología, Calero revela su intención inicial de abarcar todo el periodo de la dictadura franquista: “Tuve que hacer un primer corte en el año 63 pensando en el Tribunal de Orden Público, con el que cambiaron muchas cosas en los modos de sentencia y en la propia forma de percibir lo que era el sistema de redención de penas” [Ver Masacre de Atocha: 44 años después]. Tras ese primer corte, Calero tuvo que volver a reducir el tiempo abarcable en el proyecto, quedándose finalmente con los 10 años que transcurren entre 1938 y 1948.

El proyecto divide, a su vez, los diez años estudiados en dos periodos: 1938-1943 y 1944-1948. Esta división se justifica por las circunstancias contextuales del periodo histórico. En 1937, explica la autora, aparece el Decreto 281 para la redención de penas por el trabajo y en 1938 ya encontramos las primeras evidencias de que hay música en las cárceles. Por otro lado, en 1944 aparece el Código Penal, lo que supone una primera regulación de todo lo que se había venido haciendo los años anteriores.

“Tanto de la parte oficial como de la parte no oficial, ya había orquestas, ya se cantaban himnos. Los propios presos empiezan a componer contrahimnos como un síntoma de protesta y preservación de su identidad (…) En 1948 aparece el Reglamento Interno de los Servicios de Prisiones y ahí se vuelve a recoger, con algunas modificaciones, lo que era la vida penitenciaria. Y por eso también yo cierro la tesis ahí”.

En cuanto al eje centrado en el tipo de música, Calero ha dividido las obras y biografías recogidas en oficiales y no oficiales. La parte oficial recoge todo aquello que proponía el Estado a nivel propagandístico: 

“La música respondía a un afán de castigo, pero también a un afán de reeducación, es decir, querían reeducar a los presos para convertirlos en ciudadanos de bien para el nuevo Estado”.

Esta forma de comprender la reeducación se enmarca dentro del régimen de autocracia de la Dictadura, momento en el que España debía abastecerse de lo que tenía; también de los ciudadanos y la masa intelectual. En este contexto encontramos el caso paradigmático de Agapito Marazuela (1891-1983), folclorista y musicólogo español, que después de pasar seis años en prisión fue reconocido como Premio Nacional de Música por el régimen.

“Pasan de ser represaliados a ganar premios porque el franquismo consideraba que habían redimido su condena”, cuenta Calero. Se configuraba, por tanto, como una forma de expropiar la obra de los autores: “La obra por la que te condenamos ahora merece este premio y tú ya quedas marcado como de nuestro lado. Te hemos resignificado, con lo cual también has quedado aislado si es que tenías algún círculo subversivo”, añade la autora.

Por otro lado, encontramos la música no oficial, que Calero ha dividido entre lo subversivo y lo clandestino. Lo subversivo hace referencia a aquellas piezas que los presos componían a modo de protesta directa contra la situación que vivían: 

“Esto se ve muy bien en los himnos políticos que les obligaban a cantar desde el régimen. Modificaban las letras y, por ejemplo, en el Cara Sol cantaban Cara al suelo con la camisa caqui”. 

Además de la modificación de letras, dentro de lo subversivo encontramos también un repertorio amplio de canciones protesta, donde los presos se quejaban de las condiciones de vida de la cárcel, el hambre, la falta de higiene, el frío o la soledad. En cuanto a la música clandestina, esta se refiere a las obras que los presos componían para elevar, de algún modo, su yo creativo. 

“Es el arte por el arte, sin ninguna intención política ni propagandística. Son piezas que están hechas de espaldas al Estado pero que a ellos les cohesiona como comunidad”.

Gran parte de la música que se compuso en las cárceles durante el periodo analizado se creó con la finalidad de ser interpretada y cantada en el momento. Así, la oralidad y brevedad eran elementos indispensables: “Cuanto más corto mejor, porque facilitaba la memoria oral y se ahorraba papel. Se lo iban cantando unos a otros y esto facilitaba el aprendizaje”, reseña la autora.

Pero también encontramos autores de obras mayores, como es el caso de Eduardo Rincón García (1924-), cuya formación musical empezó en la cárcel.

El compositor Eduardo Rincón en la Prisión Central de Burgos en 1963. Fondo personal de Eduardo Rincón. Imagen cedida por Elsa Calero.

“Compuso varios cuartetos y alguna sinfonía, alguna canción para piano también. El interés estaba en el acto de escribir en sí, entendido también como una fórmula de estudio propia para el autor”.

Esta forma de entrenar el “músculo musical”, como lo denomina Calero, es más común en aquellos presos que eran músicos antes de entrar en la cárcel: “Encontramos el caso de Tomàs Gil i Membrado (1915-2014), que según contaba lo escribía todo de memoria como una forma de ejercitar sus conocimientos musicales”.

En cuanto a la forma de crear y escribir las obras, reseñar que a los presos no se les proporcionaba papel ni siquiera para escribir a las familias. 

“La música, en tanto que es un lenguaje codificado, les daba muchos problemas porque si desde la cárcel descubrían una partitura, pensaban que estaban mandado un mensaje encriptado”. 

De este modo, los presos podían componer las piezas en trozos de papel que conseguían en su día a día, como el envoltorio de la comida, el papel higiénico o el reverso del papel de fumar. La autora también destaca que esto sucedía en las cárceles de hombres, mientras que en las de mujeres predominaban las piezas orales. 

“La tasa de analfabetismo en las mujeres era mayor, con lo cual no tiene sentido que hablemos de escribir letras o partituras porque no las van a saber interpretar. Ellas se movían por memoria oral, creaban de forma oral, transmitían de forma oral. Así que a medida que han ido muriendo todos esos relatos se han ido perdiendo porque no se ha llegado a tiempo a registrarlos”. 

Por otro lado, señala que a las presas se les añadía el “componente de sexualización de la pena”, es decir, no se las proveía de asuntos higiénicos, así que el papel que tenían lo necesitaban también para sus bebés o la menstruación.  A pesar de esto, si nos fijamos en los datos, la actividad musical de los hombres y la de las mujeres es pareja, aunque había menos presas.

“Los hombres firmaban sus piezas mucho más que las mujeres, ellas firmaban más como colectivo en pro de esa memoria oral. Al final de la música que componían cada una añadía una frase” 

Calero subraya que hicieron mucho repertorio político porque estaban muy familiarizadas con la canción popular, sobretodo con la copa, cuplé, canción española y variantes. «A la hora de responder con mensajes políticos no les era  complicado construir sus propias canciones imitando sus estilos pues simplemente cambiando la letra”. 

Elsa Calero analiza la dificultad de acceder a los archivos en España, “si comparamos con otros países, en algunos casos me ha sido más fácil consultar documentación fuera que dentro”, explica la investigadora. También destaca que  la ley de protección de datos y las interpretaciones que se hacen sobre la norma, han interferido en su investigación “por parte de las instituciones”. Además destaca que no ha podido identificar a muchas personas por no poder acceder a la documentación:  no podía saber el año de la defunción sin consultar los archivos. “En la web aparecen 73 personas: son las que he podido identificar medianamente bien; encontrar, encontré muchos más”, recalca la autora. 

“El problema es que en España somos muy acomodaticios, en la obra Ay Carmela hay una frase de Carmela que dice: los españoles cuando tenéis el estómago lleno os olvidáis de todo lo demás. También señala que otro gran problema es el dispendio económico que supone solicitar documentación de archivo en España. Esto supone descartar archivos y quizá de lo que prescindes podría aportar información importante para la investigación. 

“Es muy caro obtener documentación en fotocopias o digitalizada de los archivos; yo me he gastado miles de euros durante mi investigación”. 

Elsa Calero-Carramolino ha creado una lista de reproducción de música de El Silencio Roto en spotify y podéis escucharla aquí

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FOTO: Prisioneros en la cárcel de Porlier, Madrid. Entrega de una biblioteca y celebración del día de la Virgen de las Mercedes Fecha entre 1936 y 1939/ Biblioteca Digital Hispánica

Masacre de Atocha: 44 años después

El 24 de enero de 1977 tres terroristas de extrema derecha irrumpieron pasadas las diez y media de la noche en un despacho de abogados laboralistas del sindicato Comisiones Obreras (CCOO) en la madrileña calle de Atocha. Abrieron fuego y asesinaron a los abogados laboralistas Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo. También mataron al estudiante de derecho Serafín Holgado y al administrativo Ángel Rodríguez Leal. Además, en el atentado fueron gravemente heridos Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, Luis Ramos Pardo y Lola González Ruiz.

En un contexto de violencia política, impunidad de la extrema derecha y agitación social, la masacre se produjo como reacción al paulatino avance en derechos y libertades durante la transición a una democracia constitucional tras la muerte de Franco en noviembre de 1975. El objetivo habría sido desestabilizar el frágil gobierno de Adolfo Suárez. Pero el terrible atentado terrorista no provocó violencia, sino la unidad de la izquierda: más de cien mil personas acompañaron al cortejo fúnebre en silencio.

«Hasta siempre en la libertad por la que disteis la vida», tituló el Mundo Obrero, órgano (y periódico) del Comité Central del Partido Comunista después del funeral. El 9 de abril de 1977, el presidente Adolfo Suárez ordenó la legalización del Partido Comunista.

Décadas más tarde podemos constatar el impacto de la masacre, y el papel relevante de otros abogados de Atocha, compañeros/as de los asesinados, en la protección de los derechos civiles en nuestra democracia. La memoria de ese asesinato perdura también en la Fundación Abogados de Atocha y en Comisiones Obreras. Ambos acaban de colaborar en la publicación de un libro que creemos importante y oportuno reseñar.

Es conocido que Manuela Carmena escapó de la masacre porque cambió la sede de su reunión. Juan José del Águila, también posteriormente magistrado, estaba convocado a esa misma reunión, como cuenta en justiciaydictadura. com.

El Tribunal de Orden Público (TOP) y su papel en la represión del tardofranquismo

El abogado laboralista y luego magistrado de lo social, hoy ya jubilado, Juan José del Águila, publicó en el año 2001 en la Editorial Planeta la que sería primera edición de un libro fundamental para conocer la represión política arbitrada a través del Tribunal de Orden Público. El libro tuvo una buena acogida entre los lectores especializados, fue presentado por el autor en varias instituciones, desde el Colegio de Abogados de Madrid, el Ateneo, el Club de Amigos de la Unesco y en el local que hoy ocupa la Fundación de Abogados de Atocha, entonces de la secretaría de Formación y Empleo de la Unión Sindical Madrid Región (USMR) de CCOO. Ese libro debió resultar incómodo para demasiada gente allí nombrada y el caso es que, pese a seguir con un buen impacto de ventas, fue retirado del mercado por la editorial y saldada y destruida la edición. Felizmente hoy el autor, tras la posibilidad de incorporar nuevos materiales judiciales al trabajo realizado, ha podido presentar una segunda edición actualizada que está ya en las librerías y de la que Enrique Lillo ha hecho una reseña, publicada anteriormente en el blog Según Antonio Baylos [Madrid, 6 Noviembre 2020] junto con este párrafo. Agradecemos a ambos su permiso para reproducirla.

COMENTARIOS AL LIBRO DE JUAN JOSÉ DEL ÁGUILA, EL TOP. LA REPRESIÓN DE LA LIBERTAD 1963-1977, 2ª edición

por Enrique Lillo Pérez

El libro ha sido editado por la Fundación Abogados de Atocha, creada por la Unión Sindical de Madrid Región CCOO, con el apoyo del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, y con el apoyo del Consejo General de la Abogacía, Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, y evidentemente CCOO Madrid.

En esta 2ª edición el prologo de la misma es realizado por la Presidenta Emérita del Tribunal Constitucional y Catedrática del Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad Complutense de Madrid, Dª María Emilia Casas Baamonde.

Juan José del Águila fue abogado laboralista y penalista, e intervino habitualmente en defensa de los procesados ante el tribunal de orden público.

Es gran conocedor y estudioso de todo lo relativo a la represión y a los mecanismos e instituciones de la dictadura franquista. De los funcionarios públicos, policiales (Brigada Político Social), militares (juzgados militares especiales para la represión de la masonería y el comunismo, contra las actividades extremistas y juzgados sobre responsabilidades políticas, consejo de guerra y auditores militares y autoridades judiciales militares, como los capitanes generales de las regiones militares) y judiciales (tribunal de orden público y sus precedentes cronológicos descubiertos por la investigación de Juanjo del Águila, como son los juzgados de instrucción de febrero de 1956 y de mayo de 1957, desempeñados por jueces de 1ª instancia e instrucción de Madrid, que habían sido designados por la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo, presidia por el Presidente José Castan Tobeñas, y con competencia para instruir sumarios por supuesto delitos de reunión ilegal, publicación de impresos clandestinos y de propaganda ilegal).

La lectura del libro es obligada para todo ciudadano/a que quiera conocer, como parte indispensable de nuestra memoria histórica y de la propia memoria democrática, los mecanismos institucionales utilizados por la represión franquista a través de las torturas practicadas por miembros de la brigada político social u otros funcionarios públicos o militares, y de los encarcelamientos decretados por los órganos institucionales antes descritos, así como las masivas condenas a muerte que fueron acordadas en consejos de guerra sumarísimos y sin garantías procesales ninguna.

En la actuación de aquellos órganos represivos no concurría de manera alguna los requisitos imprescindibles en cuanto a imparcialidad del órgano juzgador, derecho de defensa a través de letrado, presunción de inocencia superada solo con prueba de cargo valida y suficiente y practicada ante el órgano judicial y derecho al recurso. Requisitos imprescindibles para poder calificar la existencia de una justicia que actúa con objetividad y con imparcialidad y conforme a un principio estricto de legalidad en la tipificación de los hechos acreditados mediante prueba válida practicada en el acto de juicio oral con inmediación y defensa del acusado.

El análisis exhaustivo de Juanjo del Águila tiene un rigor histórico y jurídico insuperable. El mismo rigor con que viene realizando publicaciones en su blog personal de https://justiciaydictadura.com/  que resulta también de imprescindible consulta para entender la realidad de la represión política y de la violencia institucional en la dictadura de Franco, y para entender sus instrumentos y mecanismos, lo que constituye un deber imprescindible y necesario para recuperar una memoria histórica y democrática en España.

En el prologó de María Emilia Casas se afirma que resulta fundamental un relanzamiento del nuevo libro, que debe ocupar el lugar que debería haber ocupado la 1ª edición publicada por Editorial Planeta y con prologó de Gregorio Peces Barba.

Con esta nueva edición Juan José del Águila se ha convertido en una de las voces más autorizadas de la historiografía sobre las jurisdicciones especiales del ordenamiento de excepción de la dictadura franquista y sin lugar a dudas en la voz más autorizada sobre el tribunal de orden público. Ha realizado una gran labor de examen y publicidad de las sentencias y actuaciones del tribunal de orden público y de las muchísimas personas que fueron condenadas, encarceladas por decisión de este tribunal y de sus actuaciones, así como de las actividades realizadas por la brigada político social a través de sus atestados e informe, sin que la práctica de tortura realizada por la misma, hubieran sido nunca fiscalizadas o restringidas por el tribunal de orden público, sino totalmente legitimadas por el mismo.

El libro se detiene en el examen del caso Julián Grimau, que fue fusilado [Nota: en abril de 1963] tras un consejo de guerra sumarísimo y de nuevo sin ninguna garantía procesal, sentencia que fue confirmada por la autoridad judicial militar máxima entonces, que era el capitán general de Madrid, García Valiño, y sin que tuviera ninguna clase de recurso contra esta decisión. La resolución de condena de muerte fue confirmada expresamente por Franco y el gobierno entonces existente, negándosele el indulto reclamado desde muchas instancias internaciones e incluso por el Papa Pablo VI, y a pesar de la noble y fundada defensa que de Julián Grimau hizo el militar asignado para la defensa Alejandro Rebollo.

La detención de Julián Grimau, cualificado dirigente del Partido Comunista de España, dio lugar, no solo a su tortura, sino a muchos montajes mentirosos. Como los hechos publicados en la prensa entonces existente como el Diario ABC, que afirmaban falsamente que Julián Grimau se había intentado suicidar tirándose por la ventana de la Dirección General de Seguridad, y que este intento fue lo que provocó las múltiples lesiones y patologías que como consecuencia de la tortura tenía.

Juanjo del Águila desmenuza en su libro los detalles importantes, y además tras la lectura de las memorias políticas de Fraga Iribarne [Nota: entonces Ministro de Información y Turismo] y de otros documentos históricos, llega a la conclusión de que por iniciativa del dictador Franco y de sus más apasionados y fanáticos colaboradores se retrasó maliciosamente la publicidad del proyecto de ley del gobierno sobre la creación del Tribunal de Orden Público.

Este proyecto atribuía la competencia para enjuiciamiento de hechos que venían conociéndose por la jurisdicción militar de los consejos de guerra al citado tribunal.

Por ello se acordó silenciar el acuerdo del Consejo de Ministros sobre aprobación del citado proyecto de ley a que se consumara la ejecución y asesinato de Julián Grimau, que de esta manera se convirtió en un crimen de Estado.

Si hubiera tramitado el proyecto de ley del gobierno sobre creación del Tribunal de Orden Público en la fecha en que Fraga indicó en sus memorias políticas, el asunto de Grimau sometido a la jurisdicción militar, primero a través de la actuación del juez militar de instrucción para la represión de actividades extremistas y comunistas, Coronel Eymar, y posteriormente a través del Consejo de Guerra celebrado en la región militar de Madrid, se debería haber paralizado y haberse remitido todas las actuaciones al Tribunal de Orden Público de inminente creación y entrada en funcionamiento.

Por ello, se retrasó maliciosamente la aprobación por el gobierno de Franco de 1963 del proyecto de ley de creación y entrada en funcionamiento de Tribunal de Orden Público. Para de esta manera la condena a muerte de Julián Grimau predeterminada fuera cumplida y ejecutada.

Además de este retraso malicioso y prevaricador de la fecha en que oficialmente se aprueba el proyecto de ley antes citado, que es posterior a la fecha en que el gobierno decide realmente la aprobación del proyecto de ley, según las fuentes documentales utilizadas por Juanjo del Águila, el libro comentado desvela otros aspectos transcendentales, como la utilización de supuestos denuncias anónimas contra Julián Grimau que se formulan después de su detención y tortura ante la brigada político social de Barcelona, y que son la base para su condena, atribuyéndole supuestos hechos delictivos protagonizados durante la guerra civil.

Juanjo del Águila describe también el papel de Ruiz Jiménez, Procurador de las Cortes franquistas, en su enmienda a la totalidad contra la citada ley de creación del Tribunal de Orden Público, invocando para ello la declaración universal de derechos humanos y le encíclica de Juan XXIII (Cardenal Roncalli) “Pacem in terris”, publicada el 11 de abril de 1963.

El estudio de Juanjo del Águila realizado en esta transcendental obra penetra también en la descripción sociológica de los ciudadanos/as sometidos a enjuiciamiento y condena del Tribunal de Orden Público, con sus mecanismos habituales de prisión provisional en vez de libertad provisional y cumplimiento de la condena durante el recurso de Casación ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, y validación como prueba de cargo de los informes y notas de la brigada político social, olvidándose de la regla procesal de que la prueba válida para una condena penal es exclusivamente la practicada en el acto de juicio oral, y no los informes gubernativos previos.

En esta descripción sociológica se analiza los muchísimos trabajadores, obreros, sindicalistas, técnicos, profesionales y estudiantes que sufrieron la represión. Muchos de ellos no eran militantes políticos o sindicales habituales, sino personas que se había limitado a participar en reivindicaciones laborales o sociales de mejoras sobre el mínimo nivel de vida entonces existente, o que habían expresado su opinión en asambleas o habían participado en manifestaciones de protesta o de difusión escrita u oral de sus problemas.

Resulta claro por tanto, que la actuación del Tribunal de Orden Público era la de represión y castigo con la cárcel, por el ejercicio individual o colectivo de derechos fundamentales protegidos ya en los años 60 y 70 por los textos internaciones de declaración de derechos humanos, o convenios internacionales de la OIT (entre otros, el derecho a la libertad sindical, derecho a la libertad de expresión, de información, de negociación colectiva, derecho a protagonizar acciones de conflicto para conseguir mejoras).

El Tribunal de Orden Público estaba integrado por jueces profesionales y  el autor analiza el papel negativo de la cúpula judicial de la dictadura y de la fiscalía del Tribunal Supremo, en relación con estos mecanismos de represión.

Su actuación fue de convalidación y aplicación de los mismos, con lo cual no solo fueron los miembros del Tribunal de Orden Público, que muchos de ellos ascendieron durante la transición política al Tribunal Supremo, los que participaron en la represión, sino también las cúpulas de las estructuras judiciales, sobre todo de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, con el papel destacado de Adolfo de Miguel que llegó a Presidente de esa Sala, y que en 1981-82 fue el defensor del militar golpista Milans del Bosch.

Estos hechos históricos no deben ser olvidados, porque forman parte de la memoria democrática e histórica de la lucha contra la dictadura franquista, la cual gozó siempre no solo del apoyo de los mandos militares, sino de quienes controlaban las estructuras judiciales, el ministerio fiscal, y los propios aparatos policiales, especialmente la brigada político social.

Para terminar hay que señalar que a diferencia de otros países europeos, nuestro país durante los años 60 y 70 no gozó de la denominada edad de oro del derecho del trabajo y de la seguridad social, con el estado de bienestar que se fue consolidando en Europa tras la victoria en la II Guerra Mundial contra los nazis.

En nuestro país se mantuvo durante muchos años la pobreza y miseria, y no se reconocieron los derechos colectivos y humanos antes indicados durante el tiempo de la dictadura.

Lo que si se conoció fue unas actuaciones totalmente ejemplares y épicas que debe ser reivindicada hoy en día por la sociedad civil española de muchos trabajadores, sindicalistas especialmente de CCOO, estudiantes, técnicos y profesionales que se atrevieron a reclamar sus derechos y defenderlos y a reclamar la libertad y la igualdad consustanciales con la democracia. En este contexto de actuación ejemplar y épica, los entonces abogados laboralistas, entre otros Juanjo del Águila, mediante la defensa de los trabajadores en Magistratura de Trabajo y de trabajadores, sindicalistas, estudiantes y técnicos ante el Tribunal de Orden Público, tuvieron un papel que no ser olvidado y que forma parte de la memoria histórica y democrática del país.

Por ello, hay que leer este libro.

FOTO: El cortejo fúnebre de los abogados de Atocha. Madrid, 26 de enero de 1977. Autor desconocido. Public domain.