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Trece cuentos, por Luisa Carnés

Luisa Carnés, (Madrid, 1905-México D.F., 1964) fue una novelista y periodista española, autora invisibilizada de la Generación del 27. Nació en el seno de una familia obrera. A los once años ya empezó a trabajar en un taller de sombrerería y en 1928 consiguió publicar una colección de relatos breves: Peregrinos de calvario. A partir de su experiencia como camarera en un salón de té escribió Tea Rooms. Mujeres obreras (1934), muy bien recibida por la crítica por su carácter innovador y su fuerza narrativa. Su carrera literaria se vio truncada por el golpe militar del 18 de julio de 1936.

Se exilió en México, llevándose como único equipaje una cartera de piel que contenía, entre otras cosas, sus relatos. Este año 2022 se cumplen 58 años de su trágica muerte en un accidente de tráfico, en el más completo de los olvidos para la historia de la literatura del país que la vio nacer.

Al igual que otras muchas escritoras españolas de su generación, Luisa Carnés se interesó por los temas sociales, que recreó en sus relatos: la defensa de la mujer, de la infancia, de los trabajadores y de la legalidad republicana. Es triste reconocer, que no ha sido hasta hace poco más de treinta años que se la ha tenido en cuenta como escritora de la Generación del 27. A diferencia de muchos de sus integrantes, universitarios la mayoría, Luisa Carnés fue una mujer obrera y autodidacta, la mayor de seis hermanos, abocada al trabajo temprano, que aprendió a escribir para aislarse de la realidad en la que vivía.

Trece cuentos (1931-1963) es una antología de relatos enmarcados en el realismo social, algunos autobiográficos, dividida en un preludio y cuatro periodos:

  • Preludio: En el tranvía.
  • República: Los mellizos, Una mujer fea, Olivos.
  • Guerra y posguerra: En casa, La chivata, Sin brújula.
  • México: El álbum familiar, La mulata, El ujier.
  • Internacional: Momento de la madre sembradora, AquelarreEl señor y la señora. Smith.

Son relatos, muchos de ellos, descarnados, fruto de observar a su alrededor: la paupérrima situación de la mujer española, la crueldad de la guerra y la represión, y los sufrimientos de la población durante la posguerra. En México, Carnés aborda la nostalgia de los exiliados y su nueva realidad. Siguen algunos fragmentos.

Los propios mellizos envejecían. Habían cumplido cuarenta y cinco años; su piel agrio limón se cuarteaba, sin apenas haber gustado el contacto de una mujer.

Los mellizos

Junto a ellas, otras, ante las cuales me habían enseñado desde niña a pasar de largo, sin mirar a las mujeres que se recostaban en los quicios de las puertas, siempre como en espera de alguien que no llegaba, aunque sin aparentar impaciencia, reflejando en sus figuras desvaídas un cansancio de siglos

En casa

¿Quién era? No podía ser la madre del niño recién nacido, de aquel niño de piel rosada, llena de arrugas, cuyos puñitos apretados eran los únicos puños que podían cerrarse ante las miradas agudas de las celadoras

La chivata

Las fugitivas habían sustituido los suspiros por lágrimas, habían fundido sus corazones a lo que tenían más cerca y se adormilaban, acunadas por el dolor

Sin brújula

No importa dónde fuera. El hecho ha quedado escrito en la historia. Porque la historia se hace así, con hechos no siempre grandes. (…) Y toca a las madres escribir la historia.

Momento de la madre sembradora

La editorial Hoja de lata publicó Trece cuentos (1931-1963) en 2017. Comprando el libro, apoyas a una editorial independiente que se arriesga y saca a la luz joyas literarias como esta.

Aquí os adjunto un enlace de eldiario.es donde podéis leer completo el relato La chivata.

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Imagen: Portada de Trece cuentos. Editorial Hoja de lata.

Ellas cuentan la guerra. Las poetas españolas y la guerra civil (II)

Ellas cuentan la guerra. Las poetas españolas y la guerra civil.(Antología 1936-2013). Edición de Reyes Vila-Belda. Ed. Renacimiento, 2021

(Segunda parte)

Tal como comentamos en la primera parte de esta reseña, Ellas cuentan la guerra es una antología, coordinada por Reyes Vila-Belda, de diversas escritoras españolas represaliadas y olvidadas del siglo XX, una selección de poemas que intenta ser un eslabón más en la recuperación de las escritoras olvidadas y sus obras. Mujeres poetas discriminadas por el hecho de ser mujeres libres que se oponían a la concepción paternalista que creía que escribir sobre la guerra era cosa de hombres. Sus vidas se vieron afectadas por la guerra civil y sufrieron muertes, penurias y, algunas de ellas, exilio. Algunas tuvieron que utilizar pseudónimo para poder publicar, e incluso durante la posguerra, sus poemas fueron censurados.

Tras haber analizado la primera sección, Las poetas del destierro, a continuación, vamos a comentar la segunda parte del libro, Las poetas que permanecieron en España. Es una selección de poemas que detallan escenas vividas que se repetían en la capital asediada, los horrores de la guerra y la nostalgia de la patria abandonada, así como la muerte de seres queridos. Se demuestra el reconocimiento progresivo de los derechos de las mujeres durante la Segunda República hasta el fin de la guerra civil, momento en el cual se implantaron los valores conservadores del Régimen confinando, nuevamente, a las mujeres al hogar. La mayoría de estas poetas escribieron desde el exilio o bajo el anonimato del espacio doméstico.

Las poetas que permanecieron en España

Pilar de Valderrama (1889-1979). Madrid. De familia conservadora de la alta burguesía. Guiomar, el amor secreto de Antonio Machado. Casada con el intelectual Rafael Martínez Romarate. La muerte de su hijo, que luchó en el bando nacional, por enfermedad, afectó a su poesía.

*Lucía Sánchez Saornil (1895-1970). Madrid. Telefonista, poeta en las filas del ultraísmo vanguardista y escritora autodidacta. Vivió en Valencia de incógnito. Pareja de América Barroso.

Ángela Figuera (1902-1984). Bilbao. La principal característica de la poesía de Ángela es su sinceridad durante los duros años del franquismo. Una mujer en un mundo de hombres, madre y abuela que reivindica un papel más activo para la mujeres, una vasca en Madrid. Casada con Julio Figuera.

Porque es lo cierto que me da vergüenza,
que se me pare el pulso y la sonrisa
cuando contemplo el rostro y el vestido
de tantos hombres con el miedo al hombro,
de tantos hombres con el hambre a cuestas,
de tantas frentes con la piel quemada
por la escondida rabia de la sangre.

Fragmento de Belleza cruel

+Concha Lagos (1907-2007). Córdoba. Editora, escritora y miembro de la Real Academia de Córdoba. Está considerada escritora total, por haber publicado tanto poesía como narrativa, teatro y ensayo. Casada con el arquitecto y fotógrafo Mariano Lagos.

Carmen Conde (1907-1996). Cartagena (Murcia). Poeta, prosista, dramaturga, ensayista y maestra española, una de las voces más significativas de la generación poética del 27. Primera mujer elegida como miembro de la Real Academia de la Lengua Española. Fundó, con su marido, el poeta Antonio Oliver, la primera Universidad Popular de Cartagena.

+Pino Ojeda (1916-2002). El Palmar de Teror (Gran Canaria). Escritora y artista plástica que abarcó el campo de la novela, la poesía y la pintura. Fue la primera mujer que fundó una galería de arte en Canarias. Se casó con Domingo Doreste. Su muerte le produjo una depresión y marcó su vida y su poesía.

Gloria Fuertes (1917-1998). Madrid. Escritora de narrativa, poesía, teatro y prolífica autora de literatura infantil y juvenil. Pertenece al movimiento poético denominado Postismo. El conjunto de su obra se caracteriza por la ironía con la que trata temas tan universales como el amor, la soledad, el dolor o la muerte.

María Beneyto (1925-2011). Valencia. Escribe en castellano y valenciano. Su carrera profesional tuvo dos etapas separadas por un silencio creativo de casi veinte años: desde  finales de los 70 hasta mediados de los 90 no escribió. Cultivó una sensibilidad muy especial hacia la cuestión de género.

Acacia Uceta (1925-2003). Madrid. Los bombardeos, el dolor, el hambre y el sufrimiento fueron tema recurrente de su poesía. Directora de la sección de literatura del Ateneo de Madrid; fundadora y vicepresidenta de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha y miembro numerario de la Real Academia Conquense de  Artes y Letras (RACAL). Se casó con el periodista Enrique Domínguez Millán.

Angelina Gatell (1926-2017). Barcelona. Poeta, traductora, actriz de doblaje y mujer comprometida y luchadora que trabajó activamente en la defensa de diversas causas tanto políticas como sociales y culturales. Se casó con el actor Eduardo Sánchez Lázaro.

Francisca Aguirre (1930-2019). Alicante. Hija Predilecta de Alicante en 2012 y Premio Nacional de las Letras Españolas en 2018. Su poesía se mueve como testigo del mundo en el que vive y tiene un marcado carácter existencial. Se casó con el poeta Félix Grande.

Mariluz Escribano (1935-2019). Granada. Profesora, poeta y narradora. La gran poeta del perdón y la memoria siguiendo la estela de Antonio Machado. Recibió el Premio Andalucía de la Crítica, el Premio de las Letras Andaluzas y la Bandera de Andalucía por su trayectoria y compromiso ético.

En la fosa donde pudren sus cadáveres
se habían puesto a fumar, se habían sentado...
Llegaron a creer que no hubo muertos,
llegaron a creer que todo es campo.
(...)
Vestidos de soldados, no de ideas,
vestidos de obediencia a otro mandato,
sonríen y se van... No van contentos,
tampoco se rebelan: son rebaño.

Carmen Conde. Fragmento de En un mundo de fugitivos

Para finalizar, tal como se indica en la introducción, «recuperar los nombres y la escritura de estas poetas supone reconocer su pasado y su puesto en la historia».

Recuerda comprar y leer esta antología. No te defraudará.

FOTO: Collage con imágenes de Concha Lagos, Lucía Sánchez Saornil y Pino Ojeda; todas ellas de wikipedia CC-BY-SA 4.0, CC0, CC-BY-SA 4.0 respectivamente.

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Ellas cuentan la guerra. Las poetas españolas y la guerra civil (I)

Ellas cuentan la guerra. Las poetas españolas y la Guerra Civil.(Antología 1936-2013) (Ed. Renacimiento, 2021), edición de Reyes Vila-Belda, es una antología de escritoras españolas del siglo XX represaliadas y olvidadas. Se trata de una selección de poemas que intenta ser un eslabón más en la recuperación de las escritoras olvidadas y sus obras. Eran mujeres poetas discriminadas por el hecho de ser mujeres libres, opuestas a la concepción paternalista según la que escribir sobre la guerra era cosa de hombres. Sus vidas se vieron afectadas por la guerra civil y sufrieron muertes, penurias y, algunas de ellas, exilio. Algunas tuvieron que utilizar pseudónimo para poder publicar e, incluso durante la posguerra, sus poemas fueron censurados.

Un ejemplo de esta invisibilización nos la cuenta Vila-Belda en el prólogo. Entre quienes acompañaban a Antonio Machado en su exilio estaba la poeta catalana Clementina Arderiu.

Ella y su familia integraban el grupo que cruzó a pie la frontera francesa con Machado la noche fría y lluviosa del 27 de enero de 1939. Arderiu ya había publicado tres colecciones de poesía. Viajaba con su marido, Carles Riba, también poeta y republicano comprometido (…) Pero mientras que los nombres de otros acompañantes de Machado, como Tomás Navarro Tomás o Corpus Barga, figuran en los relatos que narran el éxodo del poeta español, el de Arderiu apenas aparece en las listas de quienes integraban esta dolorosa marcha.

Prólogo. Ellas cuentan la guerra. Las poetas españolas y la guerra civil

Ellas cuentan la guerra es una recopilación dividida en dos grandes secciones: Las poetas del destierro y Las poetas que permanecieron en España con un preámbulo por una poeta desconocida, Isabel. Publicamos la reseña en dos partes, que coinciden con las secciones del libro. Presentaremos brevemente a cada poeta y os dejamos la libertad de elegir el poema o poemas que más os gusten, una vez hayáis leído la antología.

Mención especial hay que hacer a Reyes Vila-Belda, compiladora de esta antología y catedrática de Literatura Española Contemporánea en Indiana University (EEUU). Es autora de diversos libros, entre los que destacamos aquellos dedicados a las figuras de Antonio Machado y Gloria Fuertes.

El año 1936 marca el inicio de la guerra y también el de la publicación del poema ¡Alarma! de Rosa Chacel sobre los bombardeos, el primero que se conoce sobre el conflicto.

Sus alas, rojas o negras,
veloces el cielo surcan
con maléficos destellos,
son claras estelas puras.
Sus fragorosos alientos
con ira pasando zumban.
Lanzas de fuego se arrojan,
que encendidas se entrecruzan;
meteoros de la tierra
brotan, siguiendo su ruta.

 Fragmento de ¡Alarma! de Versos prohibidos

Las poetas del destierro

Clementina Arderiu (1889-1976). Barcelona. Cruzó la frontera con el grupo de Antonio Machado en 1939. Escribió siempre en catalán poemas que idealizan la vida cotidiana. Se casó con el poeta catalán Carles Riba.

Rosa Chacel (1898-1994). Valladolid. Más conocida como novelista. Ayudó como enfermera los primeros meses de la guerra. Su poesía se puede catalogar como intelectual, clásica y neoclásica. Se casó con Timoteo Pérez, responsable del traslado de los cuadros del Museo del Prado a Suiza.

Concha Méndez (1898-1986). Madrid. Mujer moderna, deportista, independiente y creadora de su identidad. Trabajó como maestra en Londres. Su poesía es directa, sincera, sensual, perdurable y romántica. Se casó con el poeta y editor Manuel Altolaguirre en 1932, quien la abandonó en 1944.

Ernestina de Champourcin (1905-1999). Vitoria-Gasteiz. Única mujer incluida en la antología de Poesía Española Contemporánea de Gerardo Diego, pero solo en su segunda edición, por lo que su nombre se ha ninguneado como parte de la Generación del 27. Trabajó como enfermera en la retaguardia. Se casó con el poeta Juan José Domenchina, secretario personal de Manuel Azaña.

Ana Mª Martínez Sagi (1907-2000). Barcelona. Deportista, independiente y feminista luchadora por el voto femenino. Primera mujer miembro de la junta directiva del FC Barcelona en 1934. Corresponsal en la columna Durruti. Poeta calificada como heredera de Rosalía de Castro. Mantuvo una relación con la escritora Elisabeth Mulder.

María Enciso (1908-1949). Almería. Maestra y delegada del gobierno republicano para recoger a niños españoles en los campos de concentración franceses. Poeta que reivindica la libertad e interés por mantener viva la memoria. Divorciada de Francisco del Olmo en 1937. Pareja de Ramón Costa, izquierdista catalán.

Concha Zardoya (1914-2004). Nacida en Chile de padres españoles. Hablaba en catalán con su madre, a pesar de no ser catalanas. Traductora del inglés, crítica literaria, y la poeta que más ha escrito sobre la guerra civil española. Poetiza las cosas sencillas, como forma de indagación en los problemas de la condición humana.

Es mi única patria la palabra.
Es el único pan que como a diario.
¡Corteza dura masco, miga blanda,
Dorado candeal que besa el labio!

Fragmento de Corral de vinos y muertos

Mada Carreño (1914-2000). Madrid. Escritora, periodista y ensayista. Su poesía muestra la voz inconfundible de una mujer libre. Se casó con el periodista y editor Eduardo de Ontañón.

Julia Uceda (1925). Sevilla. Se exilió en 1959 cuando, viajando a París, se dio cuenta del ambiente opresivo de la posguerra. Ganó el Premio Nacional de Poesía en 2003. Sus poemas nos conducen a la reflexión sobre el origen y a la búsqueda en el presente de la herencia del pasado remoto. En la actualidad reside en el valle ferrolano de Serantes.

Nuria Parés (1925-2010). Barcelona. Poeta, ensayista y traductora. Su poesía, de corte intimista, muestra los problemas de la cuestión identitaria y el reproche hacia sus adultos por no asumir un destierro definitivo, lo que dificultó la plena integración de los más jóvenes en el país de acogida. Se casó con el médico exiliado Carlos Parés.

Aurora de Albornoz (1926-1990). Luarca (Asturias). Poeta, crítica literaria, profesora y ensayista. Sus poemas insisten en referirse a un pasado infantil marcado por el conflicto civil y las penurias de la posguerra. Su tío abuelo, Álvaro de Albornoz, presidió el gobierno republicano en el exilio.

Algunas de estas poetas fueron conocidas como Las Sinsombrero, mujeres que, al quitarse el sombrero, símbolo de libertad y de rechazo al papel de esposa y madre que se esperaba de ellas, participaron de tú a tú en la vida intelectual española entre los años veinte y treinta del siglo XX.

De todas las poetas que se exiliaron se puede destacar un rasgo común, la dificultad de adaptación al volver a España por los cambios políticos y culturales sufridos a consecuencia de la dictadura.

Espérame en tu cruz, España mías.
Yo volveré cuando las hojas caigan.
Espérame en tu blanca luz de nardos,
y en tu viento amarillo de retamas.
Que si yo no volviera, como sueño,
El mar, te llevaría mi esperanza.

 María Enciso. Fragmento de  De mar a mar

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IMAGEN: Collage de fotografías de Clementina Arderiu, Aurora de Albornoz y Ana Maria Martínez Sagi (de izq. a dcha ). Todas ellas de Wikipedia.

Ochenta años de “El laberinto español” 

En 1943, cuatro años después de la victoria franquista en la Guerra Civil, se publicó en Inglaterra un libro sobre los orígenes del conflicto. El autor, Gerald Brenan (1894-1987), había vivido intermitentemente en España en los años veinte y treinta. El libro, The Spanish Labyrinth  pronto se convirtió en un clásico en el mundo anglosajón.  [El laberinto español, última edición en Planeta de libros, 2017.  Puede también leerse aquí ].  Con motivo del 80 aniversario desde su primera publicación, publicamos este relato sobre el libro y su influencia.

En España, la investigación histórica independiente estuvo severamente restringida hasta después de la muerte de Franco en 1975. El laberinto español circuló ilegalmente tras publicarlo la editorial Ruedo Ibérico desde el exilio en 1962. Lógicamente, el libro refleja los planteamientos del estudio de la historia en la época y las limitadas fuentes de que disponía el autor. No es de extrañar, por tanto, que muchos de los argumentos de Brenan hayan sido cuestionados en los últimos años, sobre todo por historiadores españoles que trabajan con nuevas fuentes y adoptan nuevos enfoques de investigación histórica. Sin embargo, El laberinto español desempeñó un papel importante en el desarrollo del estudio de los orígenes de la Guerra Civil e influyó e inspiró a generaciones posteriores de escritores.

En los últimos años de su vida, Gerald Brenan se hizo famoso en España. La publicación legal de ediciones españolas de El laberinto español en 1978 y de sus otros libros, en particular Al sur de Granada (1974) , le convirtieron en una celebridad, y la prensa española se hizo eco de su muerte en enero de 1987. Sin embargo, aunque Brenan vivía en Andalucía desde 1953, fue extraño que alcanzara tal reconocimiento: no tenía grandes amistades españolas y su círculo social se centraba en la comunidad de expatriados de habla inglesa de la zona de Málaga, así como en amigos visitantes, escritores y artistas. 

Las primeras reseñas de El laberinto español ofrecían una descripción engañosa del conocimiento que Brenan tenía de España, afirmando por lo general que había vivido en el país durante las décadas de 1920 y 1930 e incluso que había ido para ser granjero. La realidad era algo menos romántica. Llegó a España después de servir como oficial de observación en el ejército británico en Francia a lo largo de la Primera Guerra Mundial, por lo que fue condecorado por los gobiernos británico y francés. Se instaló en el pequeño pueblo de Yegen, en las Alpujarras, provincia de Granada, y se llevó consigo una biblioteca de unos dos mil libros con los que pensaba compensar la educación que, en su opinión, no había obtenido por no haber asistido a la universidad. Aunque alquiló la casa de Yegen hasta 1934, sólo vivió allí de forma continuada durante tres años (1920-24), viviendo después en Londres y regresando intermitentemente durante largas temporadas.

Tras casarse con la poeta y novelista estadounidense Gamel Woolsey en 1934, compraron una casa en Churriana, a las afueras de Málaga (donde ahora se encuentra el aeropuerto). Aunque el matrimonio no tuvo hijos, criaron a la hija de Brenan -fruto de una relación con una joven del pueblo de Yegen- y la rebautizaron con el nombre de Miranda. Tras el golpe militar de julio de 1936, que fracasó en Málaga, consiguieron que unos amigos se llevaran a Miranda a Inglaterra, mientras ellos se quedaban en Churriana. Woolsey escribió un relato de sus experiencias durante la guerra, Málaga en llamas, que merece una mayor difusión y puede leerse en archive.org . En inglés apareció bajo dos títulos diferentes: Death’s Other Kingdom y Málaga Burning. La pareja no volvió a España hasta su visita de dos meses en 1949, que Brenan utilizó como base para su libro La faz de España, [The Face of Spain (1950). En español, Plaza & Janés, 1985].

Antes de marcharse a Inglaterra en octubre de 1936, Brenan fue brevemente corresponsal del Manchester Guardian. Tras regresar, hizo campaña a favor del gobierno de la República, escribiendo cartas a The Times y otros periódicos, hablando en reuniones públicas y acogiendo a refugiados españoles. La duquesa de Atholl, diputada conservadora y destacada defensora de la causa republicana, lo invitó a pronunciar un discurso en una reunión de parlamentarios conservadores. En 1938 Brenan hizo campaña por la duquesa cuando concurrió en la elección parcial en su circunscripción -y perdió- tras renunciar a su escaño en el Parlamento en protesta por la política exterior británica. También empezó a trabajar en El laberinto español, que terminó en 1941.


Lee más sobre la duquesa de Atholl en La duquesa defensora de la República y Expedición a Inglaterra: Niños y niñas vascos en Gran Bretaña


En el momento de su publicación, El laberinto español recibió elogiosas críticas en los periódicos de Gran Bretaña y Estados Unidos, así como en algunos países latinoamericanos, especialmente en México.  Las críticas académicas también fueron positivas. Robert S. Smith, escribiendo en el Journal of Politics (de Estados Unidos), lo describió como «un estudio sobrio, objetivo y penetrante de la vida política y social española». (Volumen 6, 1944, página 114).  Aunque la Segunda Guerra Mundial se encontraba en un punto de inflexión importante, la Guerra Civil era historia reciente y atraía a lectores que habían hecho campaña -y en algunos casos luchado- por la causa republicana y que ahora querían explicaciones sobre la guerra y la derrota.

Una de las razones del éxito del libro fue la habilidad de Brenan como escritor, que hizo que el libro fuera en general más legible y ameno que muchas obras de historia escritas en la época.  Algunas de sus descripciones son especialmente memorables, como su perfil de Miguel Primo de Rivera:

Sus hábitos personales eran tan indisciplinados y bohemios como su mente. Aunque trabajaba muchas horas, eran muy irregulares. Se quedaba hablando todas las noches en clubes o cafés hasta las tres o las cuatro de la madrugada, dormía hasta las ocho o las nueve y se echaba la siesta después de comer. Se ponía un camisón de algodón y un gorro de dormir y se acostaba al viejo estilo español hasta las cinco. Su único ejercicio era montar a caballo, pero de vez en cuando se pegaba una buena juerga o borrachera. Él y algunos amigos (incluidas mujeres) se encerraban en una casa de campo, desconectaban el teléfono y se dejaban llevar durante un par de días. Luego volvía al trabajo con energías renovadas.

El laberinto español [traducción de la versión inglesa]

Una característica importante de El laberinto español son las notas a pie de página y las notas al final de los capítulos. Estas últimas son a veces breves ensayos, como el del capítulo 3, que trata del bajo nivel de la educación en España en el siglo XVIII, o la nota F del capítulo 6, en la que contrasta las diferentes formas de propiedad de la tierra en la España cristiana y musulmana del siglo XII. Como indican estas notas, el trabajo de Brenan se extendió mucho más allá de los orígenes inmediatos de la Guerra Civil y proporcionan una idea del alcance de su investigación. 

Es importante ver El laberinto español en relación con el contexto en el que fue escrito y las fuentes disponibles. Es evidente que en aquella época era imposible llevar a cabo cualquier tipo de investigación histórica dentro de España. La extensa bibliografía comentada que Brenan incluye en el libro es una buena indicación de sus fuentes. Gran parte de su investigación se llevó a cabo en la biblioteca del Museo Británico, donde conoció a Arthur Lehning, un anarquista holandés que era bibliotecario del Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam, con sede en Gran Bretaña tras la invasión nazi de los Países Bajos en 1940. Lehning pudo proporcionarle libros y documentos sobre el anarquismo y el problema agrario que eran desconocidos en Gran Bretaña. Brenan consultó también al sociólogo austriaco Franz Borkenau, a los periodistas socialistas españoles Luis Araquistáin y Arturo Barea, al historiador anarquista alemán Max Nettlau y al periodista británico John Langdon-Davies. [Más sobre Langdon-Davies en Recuerdos de la España de los años 30]

El apoyo que Franco recibió de la Alemania nazi y de la Italia fascista, que fueron esenciales para su victoria, y la dependencia de la República de la Unión Soviética hicieron que la guerra se considerara, con bastante justicia, como parte de la gran lucha de poder e ideología de los años treinta. Brenan, sin embargo, tenía claro que los orígenes de la guerra había que buscarlos en la historia socioeconómica y política española. Si esto nos parece obvio ahora, no lo era en aquel momento.

Para explicar la tragedia de la Guerra Civil, Brenan se centra en el periodo que se remonta a la restauración de la monarquía borbónica en 1874. Los cinco primeros capítulos son un repaso cronológico del periodo hasta 1931, y la última parte es un relato de la Segunda República y la Guerra Civil, pero entre ellos hay cinco capítulos (capítulos 6-10) que son, quizás, el núcleo esencial del libro. En estos cinco capítulos examina la cuestión agraria, el anarquismo, el anarcosindicalismo, el carlismo y el socialismo. 

El estudio que hace Brenan de la cuestión agraria es fundamental para muchos de sus argumentos y suscitó muchos elogios. Destaca la importancia de la diversidad geográfica española, el clima y la pluviosidad y su influencia en las condiciones sociales, económicas y políticas. Aunque se le ha criticado su aparentemente excesivo énfasis en Andalucía y Extremadura, donde coexisten grandes latifundios con un gran número de jornaleros temporeros sin tierra, esto puede justificarse por la necesidad de explicar el fracaso de la Ley de Reforma Agraria de 1932 y la importancia que desempeñaron las condiciones sociales y económicas de estas regiones en la política de la Segunda República. Brenan estuvo muy influido por la obra de Juan Díaz del Moral, cuya Historia de las agitaciones campesinas andaluzas (1929) es un relato detallado de las condiciones agrícolas en la provincia de Córdoba y de los principales conflictos laborales que estallaron allí en 1918-1920. 

Díaz del Moral fue también una importante influencia en su visión del anarquismo. Según Brenan, se trataba de un movimiento mesiánico específicamente español, basado en la necesidad que tenía el campesinado de un sustituto espiritual debido a la asociación de la Iglesia católica con los ricos y poderosos. Esta interpretación del anarquismo ha sido rechazada por generaciones posteriores de historiadores, que sostienen que Brenan no supo distinguir entre las ideas revolucionarias de los líderes anarquistas y las preocupaciones cotidianas de los trabajadores, cuyo apoyo era esporádico e instrumental. Resulta especialmente difícil aceptar la afirmación de Brenan de que el anarquismo sólo se encontraba entre los «jornaleros sin tierra y los pequeños campesinos de Andalucía y las secas regiones orientales» (página 185). Esto claramente no explica la fuerza del movimiento entre los trabajadores urbanos de Cataluña: aunque Brenan sostenía que el anarquismo catalán era el resultado de la emigración a Barcelona desde el sur, esto también se ha descartado. Su visión romántica del anarquismo puede verse en parte como un reflejo de sus propios gustos y opiniones: a lo largo de su vida, Brenan prefirió las condiciones de vida espartanas y, cuando viajaba, disfrutaba cogiendo los autobuses locales, alojándose en los lugares más baratos y comiendo en los restaurantes más sencillos. 

En su prefacio a la segunda edición, publicada en 1950, el propio Brenan reconocía que su actitud hacia la Iglesia católica había sido «demasiado exclusivamente moral y política», añadiendo que la «Iglesia española tiene una vitalidad que su conducta no sugiere». (página xiv). Es un punto importante: Brenan no comprende el apoyo que el golpe recibió de los pequeños propietarios campesinos de provincias como Navarra. Los lectores modernos encontrarán otros defectos en esta obra, entre ellos el uso habitual por parte de Brenan de supuestas -y cuestionables- generalizaciones sobre lo que él considera el carácter nacional español. Se nos dice, por ejemplo, que los españoles son «pacientes y fatalistas» (pág. 8), que «los españoles como raza no son justos ni equitativos, pero sí honrados» (pág. 15) y que «las capas más profundas del pensamiento y sentimiento político español son orientales» (pág. xxiv). Por otra parte, la pintoresca semblanza de Primo de Rivera antes citada oscurece la complejidad de la Dictadura y distrae la atención de los importantes cambios que se estaban produciendo en España en la década de 1920.  


Lee más sobre Primo de Rivera en La antesala del Golpe de septiembre de 1923: Barcelona y el conflicto laboral


Sin embargo, la importancia de El laberinto español hay que verla en relación con el desarrollo del estudio de la historia de España en una época en la que los archivos españoles estaban cerrados y en la que el régimen de Franco utilizaba la historia como arma propagandística para justificar y celebrar el golpe militar de 1936 y su represión durante la Guerra Civil y después. En el momento de su publicación, no existía el estudio académico de la historia contemporánea de España en Gran Bretaña. Parte del éxito del libro fue, sin duda, la falta de alternativas. Influyó e inspiró a historiadores posteriores en Gran Bretaña y Estados Unidos, y en España hasta después de la muerte de Franco.  Tanto Raymond Carr (Spain 1808-1939) como Hugh Thomas reconocieron su deuda con Brenan. En el prefacio a la primera edición de su monumental La guerra civil española (1961) Thomas describió El laberinto español como «un libro excelente que ilumina todo el siglo XX español» (página xix).

Aunque El laberinto español consagró a Brenan como historiador de España, nunca escribió otra obra de historia y rechazó varias ofertas de importantes editoriales para hacerlo, normalmente argumentando que estaba demasiado ocupado. Durante la Segunda Guerra Mundial escribió una serie de charlas para La Voz de Londres, programa de la BBC para España, aunque su acento andaluz se consideró demasiado fuerte y las leyó otra persona. Entre las obras posteriores de Brenan figuran La literatura del pueblo español (1951) y dos volúmenes de autobiografía, así como varias novelas, ninguna de las cuales tuvo éxito.  Tras la muerte de Woolsey en 1968, Brenan se trasladó a Alhaurín el Grande, 29 km hacia el interior de Málaga, en la Sierra de Mijas. Al final de su vida comenzó a recibir honores: en 1982 se bautizó una calle con su nombre en Alhaurín el Grande y en 1984 el gobierno socialista español le concedió el Premio Pablo Iglesias.  

Traducción del artículo realizada con la versión gratuita del traductor DeepL y revisión de Concha Catalan.

FOTO: Gerald Brenan (Sliema, Malta, 1894 – Alhaurín el Grande, 1987). Ver página para autor; dominio público, via Wikimedia Commons.

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Bienvenida, Academia

El martes 21 de noviembre intervine como ponente en el congreso Hacia una infraestructura digital de investigación de la Guerra Civil española y la represión franquista, organizado por el Centro de Estudios sobre Dictaduras y Democracias (CEDID), Centro de Estudio e Investigación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), formado por más de un centenar de investigadoras e investigadores de diferentes disciplinas. El congreso fue en la UAB, en Barcelona.

El CEDID organizó este congreso con la colaboración de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAB, la University of California in Los Angeles (UCLA) y la Arkansas State University (ASU). Aquí podéis ver el programa. Os compartiremos los videos cuantdo estén disponibles.

Un gran aspecto del congreso, aparte de la estupenda organización por parte de Ana M. Alarcón-Jiménez (UAB), Victor Aparicio Rodríguez (UAB), Andrea Davis (ASU) y Wendy Perla Kurtz (UCLA), fue que culminó con la presentación del European Holocaust Research Infrastructure (EHRI) por parte de Katharina Freise, y con la formación de un grupo de trabajo con el objetivo a medio-largo plazo de promover una infraestructura similar a la del EHRI, es decir un marco global que permita acceder y mapee archivos, universidades e iniciativas de la sociedad civil para facilitar la investigación de la Guerra Civil y la dictadura franquista.

A lo largo de estos años diversos miembros de ihr.world hemos participado en congresos, a menudo para presentar los proyectos de la asociación y defender el acceso a la información y documentación. Sigue una selección. Podéis ver otras actividades aquí.

En 2023 Jesús Montilla participa en el congreso internacional Refugio y Exilio en Atenas, organizado por la Helenic Open University y por la Universitat Autònoma de Barcelona (24 al 26 de abril)

En 2022, participé en el VII Congreso Internacional de Transparencia y Gobierno Abierto en Cartagena [min 1:15:00] ( 28 septiembre) y, junto con Carlos Terraga en el IV Coloquio Internacional sobre Violencia Política en el siglo XX. [minuto 1:14:04] (17 junio)

En 2021, presenté una comunicación en el Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, Taller 28: Archivos, documentos y fuentes digitales de la Historia: Herramientas, métodos y técnicas de investigación. Se celebró en Córdoba y recientemente, se han publicado las actas, que podéis ver al completo aquí, y mi ponencia a continuación:

En 2020 Martin Virtel participó en el Laboratori d’Arxius Municipals de Barcelona (LAM2020) con la ponencia Más allá de la digitalización: visualización de datos. (20 Noviembre)

En 2019 participamos en la mesa redonda del eje reparación jurídica y social en el XVIIè Congrés d’Arxivística i Gestió de Documents de Catalunya. L’arxiu social: de servei a comunitat. Sant Feliu de Guíxols [Video -minutos 0:38 a 1:01] (9 mayo), y en 2018, en la mesa redonda Los agentes sociales: la aportación de las instituciones públicas y fundaciones a la sociedad digital, en el Coloquio Internacional Pasados traumáticos. Historia y Memoria colectiva en la Sociedad Digital. (26 octubre). Allí coincidimos con Matilde Eiroa, Investigadora Principal del proyecto HISMEDI de Humanidades Digitales, que ha sido también ponente en este último congreso.

Además, desde la existencia de la asociación Innovación y Derechos Humanos, hemos abogado por la interdisciplinariedad y el contacto con organizaciones civiles, especialmente las relacionadas con la promoción del acceso a la información. Por ello, pertenecemos a la Coalición ProAcceso y creamos una página sobre el derecho de acceso a la información.

Además, consideramos importante buscar puntos en común con profesionales que desarrollan un gran trabajo para promover el acceso a la documentación. Tenemos un convenio con la muy activa Associació de Professionals de l’Arxivística i la Gestió de Documents de Catalunya, y contacto con otras, especialmente, la Asociación Archiveros Castilla y León, (ACAL) y Asociación de Archiveros del Principado de Asturias (AAPA), así como Archiveros sin Fronteras (ASF).

Ha sido un gran evento haber estado en el congreso Hacia una infraestructura digital de investigación de la Guerra Civil española y la represión franquista rodeada de tantas personas con proyectos y capacidades estupendas. Tenemos esperanza de tener un papel activo en el grupo de trabajo que se ha formado para promover un marco global de acceso y mapeo de archivos, universidades e iniciativas de la sociedad civil para facilitar la investigación de la Guerra Civil y la dictadura franquista, y esperamos que muchos otros actores se unan a este barco que acaba de empezar a navegar.

FOTO: Captura de pantalla del congreso.

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El exilio republicano: introducción

En nuestro séptimo año de existencia, nuestra base de datos cuenta con más de 1,4 millones de registros de víctimas y personas represaliadas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Después de meses de trabajo, vamos a ir incorporando datos de personas republicanas exiliadas. No queremos hacerlo sin proporcionar un contexto: sirva para ello este artículo, compuesto de extractos de Informe sobre la Nacionalidad, por Ludivina García Arias, de la Asociación Descendientes del Exilio español, publicado en 2004 por Equipo Nizkor en derechos.org. Les agradecemos que nos hayan dado permiso para reproducir extractos del informe, que en ocasiones han sido ligeramente modificados.

Hemos cambiado la foto de portada de nuestra web (anteriormente era Un grupo de mujeres en el Cementerio, donde acudieron para reconocer a sus familiares muertos a causa de un bombardeo. Lleida, 3 noviembre 1937), por otra del mismo fotógrafo, Agustí Centelles, que muestra a un grupo de refugiados en un campo de concentración al sur de Francia. La foto que se conoce, la publicada, es en realidad una fotocomposición de dos: la que ilustra este artículo (una alambrada) y la que figura ahora en la portada de nuestra web (un grupo de refugiados). Esta es la foto conocida:

Bram, Francia, 1939. Entrada de refugiados en el campo de concentración. La imagen registra la llegada al campo de un grupo de exiliados, a través de la avenida que separa dos de las secciones del recinto.

Introducción

En febrero de 1939, tras la caída de Barcelona cientos de miles de españoles huyeron hacia la frontera con Francia. La cuantificación del éxodo republicano ha dado lugar a estimaciones muy variadas. Algunos han hablado de un millón y medio pero es casi imposible fijar una cantidad pues la cifra estaba variando continuamente por las repatriaciones y emigraciones que se produjeron.

El Informe Vallière, realizado a petición del Gobierno francés, ofrecía el 9 de marzo de 1939 la cifra de 440.000 refugiados, de los que 170.000 eran mujeres, niños y ancianos; 220.000 soldados o milicianos, 40.000 inválidos y 10.000 heridos.

Aproximadamente 275.000 españoles pasaron por los campos de internamiento franceses. En diciembre de 1939 habían regresado a España más de 250.000 refugiados.

Fueron aproximadamente estas 200.000 personas las que constituyeron el exilio español. Un año más tarde quedaban en Francia, según el Ministro del Interior francés, 167.000 refugiados a los que habría que sumar los, que llegaron a América y norte de Africa.

Los dirigentes políticos y sindicales [republicanos] se preocuparon en encontrar soluciones a los problemas colectivos de traslado y atención de los exiliados a través del S.E.R.E. (Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles) y la J.A.R.E. (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles) quienes impulsaron la diáspora de refugiados españoles sobre todo hacia Iberoamérica.

Un decreto [del Gobierno francés] del 12 de abril de 1939 estableció que los extranjeros refugiados o apátridas quedaban obligados a prestar sus servicios a las autoridades francesas. A los españoles se les ofrecieron cuatro opciones: ser contratados a título individual por patronos agrícolas o industriales, integrarse en Compañías de Trabajadores Extranjeros, alistarse en la Legión Extranjera o en los Batallones de Marcha de Voluntarios Extranjeros, unidades militares con mandos franceses, [tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial,] contratados por el tiempo que durase la guerra.

Unos 50.000 españoles fueron adscritos a las Compañías de Trabajadores, de los cuales alrededor de 12.000 fueron enviados a [construir] la línea Maginot y unos 30.000 a la zona comprendida entre la línea Maginot y el Loira. Otros 5.000 se encuadraron en los Batallones de Marcha.

En los campos quedaron los hombres mayores, los enfermos, los mutilados y aquellos considerados peligrosos por su activismo político.

La Segunda Guerra Mundial

Tras la invasión de Polonia y el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, las condiciones de vida de los refugiados españoles se agravaron aún más, especialmente después de la ocupación alemana de Francia en mayo de 1940 y su división en dos zonas el mes siguiente.

Dicha ocupación alemana de Francia hizo evidente el riesgo aún mayor de la seguridad de los asilados expuestos al secuestro y a la extradición a España o a la deportación a los campos de explotación laboral y de exterminio alemanes. En este contexto, el gobierno de Lázaro Cárdenas en México movilizó, en un gesto de admirable solidaridad internacional, a sus diplomáticos en diversos países y sobre todo en Francia hasta la firma y conclusión de un tratado de protección de los españoles en Francia.

A partir de agosto de 1940, el Derecho que protegió (relativamente) a los exilados españoles en Francia quedó definido [al menos en teoría] en tres documentos: el Convenio Franco-mexicano de agosto de 1940, la Ley Francesa de extradición de extranjeros de 1927 y el Tratado franco-español de 1877.

El Gobierno mexicano y los responsables políticos republicanos tenían razones de preocupación [por esta situación]. En una carta que la embajada alemana envió al ministerio de Asuntos Extranjeros español, de fecha 20 de agosto de 1940 se pide al gobierno franquista si quiere hacerse cargo de los 2.000 «rojos» españoles que se encontraban en aquellos momentos internados en Angouleme.

En una segunda carta del 28 de agosto, la embajada alemana, además de insistir sobre los mismos refugiados, se interesa también por los más de 100.000 «rojos» que se encuentran en los campos del sur de Francia y notifican que, en el caso de que las autoridades españolas se negasen a acogerlos, los nazis tenían el propósito de desplazarlos desde Francia a otros destinos. Otras dos 2 notas más, del 13 de septiembre y el 3 de octubre de 1940, redactadas en idénticos términos demuestran el abandono del gobierno franquista a los refugiados españoles.

El día 13 de septiembre de 1940, Ramón Serrano Suñer, ministro del Interior y de Gobernación entre el 30 de enero de 1938 y el 15 de octubre de 1940 se trasladó a Alemania y se entrevistó con Hitler con instrucciones precisas de Franco de evitar cualquier compromiso formal de entrada en la guerra. Hitler solicitó un encuentro de la cumbre.

Consta que directamente después de la visita empezaron las deportaciones de republicanos a Mauthausen y otros campos de la muerte. En esos meses Lluis Companys, y Joan Peiro, Julián Zugazagoitia fueron secuestrados en Francia, extraditados y fusilados por Franco. [También se extraditó y juzgó a Cipriano Rivas Cheriff, cuñado de Azaña, a quien se le conmutó la pena de muerte por 30 años de prisión, y se exilió a Mexico en 1947]

El régimen nazi obligó además a 40.000 republicanos a incorporarse forzosamente a sus batallones de trabajo tras la ocupación alemana, mientras otros 12.000 fueron a parar de forma obligada a diversos campos de concentración o de exterminio. [Nota: sus nombres están integrados en nuestra base de datos aquí]

Himmler, jefe de la SS y Serrano Suñer, así como Heinrich Müller, jefe de la Gestapo y el General Franco tuvieron una reunión a mediados de octubre, en la que se cree que trataron el tema de prisioneros españoles en campos de concentración.

Existe un documento de Himmler de orden del Fürher que dice que una parte de los exiliados republicanos en Francia sean llevados a campos de concentración y exterminio.

Ramón Serrano Suñer, nombrado ministro de Asuntos Exteriores de España [el 16 de octubre de 1940,] se negó a reconocer la nacionalidad española a los exiliados republicanos, que fueron exterminados en gran número en los campos nazis. Padecieron todo tipo de torturas, malos tratos y vejaciones mientras duró su cautiverio. En Mauthausen se les impuso el triángulo azul de los apátridas

Sin embargo al mismo tiempo que los republicanos españoles exiliados fueron declarados apátridas por el gobierno franquista, embajadas y consulados franquistas indicaron su deseo de conceder la ciudadanía española a algunos judíos en los países ocupados por los nazis. En una carta a la embajada en París en 1940 Serrano Súñer aconsejó «que los sefardíes súbditos españoles harán constar claramente su condición de españoles para poder ser defendidos como tales en el momento oportuno.»

Los exiliados en Francia

Al final de la guerra mundial, la situación de los refugiados republicanos era muy diversa. Si bien muchos estaban integrados en la vida local, las secuelas del vagabundeo derivado del exilio y la guerra eran visibles en gran parte de ellos. A las difíciles situaciones vividas por los deportados, los heridos y los mutilados de las dos guerras, se sumaron los problemas de las familias separadas, la precariedad de las condiciones de vida de muchos y las enfermedades debidas a años de permanencia en deficiente estado físico. Y además, los campos seguían siendo una realidad para quienes no tenían otra alternativa.

En los primeros meses de 1945 el gobierno francés extendió el estatuto jurídico de los refugiados españoles el mecanismo de protección instituido antes de la guerra para los refugiados rusos y armenios. Un decreto del 15 de marzo de 1945 concedió la condición de refugiado a los españoles que, de derecho o de hecho, no disfrutaban de protección del gobierno español. De esta forma pudieron beneficiarse del estatuto internacional de refugiados tal como quedó establecido en la Convención relativa al estatus internacional de refugiado del 28 de octubre de 1933. Es decir, pudieron gozar de los beneficios del estatuto Nansen al que se acogieron, antes de la Segunda Guerra Mundial, rusos, armenios, los asirios y otros grupos de refugiados.

Los refugiados españoles recibieron una tarjeta de identificación y de viaje cuyo diseño era prácticamente idéntico al del pasaporte Nansen, cuya denominación fue suprimida oficialmente después de la guerra, aunque siguió existiendo en el lenguaje administrativo corriente. En consecuencia, los refugiados pudieron encontrar, libremente, trabajo e instalarse en una zona de su elección. Durante los primeros años de la posguerra, esta situación fue vivida, no obstante, como algo provisional, pues la esperanza de volver pronto a España era muy grande.

Mediante un decreto del 3 de julio de 1945, se creó una Oficina Central para los refugiados españoles -OCRE- encargada de proporcionarles protección jurídica y administrativa. En Francia la OCRE estaba bajo la triple tutela de los ministerios de Justicia, de Asuntos Exteriores y de Interior. El CIR -después OIR, Organización Internacional para los Refugiados, que le sucedería en 1946- era el responsable de la oficina. Después de la publicación del decreto, el gobierno francés pidió al CIR que asumiera que los refugiados españoles dependían de él y le instó a representarles legal y administrativamente. La dirección de la OCRE fue asumida por el personal diplomático o consular español que hubiera ejercido anteriormente en Francia y que tuviera su domicilio establecido en el país, de forma ininterrumpida, desde 1932 [es decir, desde antes de la Guerra Civil].

Poco tiempo después de la creación de la oficina, sus responsables se desplazaron a los departamentos franceses [Nota: equivalente a provincias] en que los españoles eran numerosos y realizaron un balance de la situación de los refugiados al final de la guerra mundial para el CIR. A finales de agosto de 1945 el director de la OCRE, Fernando G. Arnao, transmitió al gobernador V. Valentin-Smith los resultados de la encuesta realizada en las delegaciones de las prefecturas y en las delegaciones de la oficina en las regiones.

El CIR puso a la disposición de su organización en Francia algunos créditos para garantizar, bajo el control y con la ayuda de diversas organizaciones de beneficiencia, la asistencia a los españoles republicanos refugiados en Francia. Entre el mes de septiembre de 1945 y el comienzo de julio de 1946, el Service Social d’Aide aux Émigrants [Servicio Social de Ayuda a los Emigrantes] había distribuido la tercera parte de esos fondos, otra tercera parte lo había sido por los cuáqueros y, el resto, para diferentes organismos tales como el Unitarian Service Comité o el American Christian Comité: Para ser asistido, todo refugiado español debe proporcionar el número de su certificado de nacionalidad emitido por el OCRE y autentificado por el CIR.

Como contrapartida, la asistencia a los heridos de la guerra civil española -así como a los pensionistas- incumbía al gobierno republicano [en el exilio] constituido en México.

En África del Norte había aún, a finales de 1945, alrededor de 10.000 refugiados, el 80 por 100 de los cuales eran hombres, todos ellos inscritos en la Amicale d´Entraide a los refugiados españoles y se necesitaba ayuda permanente para 180 personas.

En diciembre de 1945 el Gobierno Republicano español se trasladó a Francia. Aunque este país no reconoció oficialmente a la República, en febrero de 1946, otorgó al Gobierno republicano un Estatuto en el que se le reconocía el derecho de organizar, tutelar y representar a los españoles residentes en Francia y provincias africanas, que voluntariamente acudiesen a sus delegaciones, donde se les proveía de documentación, visas, pasaportes, carta de nacionalidad, etc., con valor ante las autoridades francesas.

En los primeros años de la posguerra mundial los refugiados se abstenían de solicitar la naturalización puesto que esperaban la restauración de la democracia en España. La proporción de los que deseaban naturalizarse o se hallaban en trámites de naturalización durante el quinquenio 1945-1950 no llegaba al 10%; sobre todo obreros especializados del sector industrial o de trabajadores calificados del sector primario.

Recomendamos la lectura del Informe Nizkor, presentado por 16 organizaciones en 2004, cuyo título completo es La cuestión de la impunidad en España y los crímenes franquistas. Recibió numerosas adhesiones, entre ellas la del reputado antropólogo forense Francisco Etxeberria Gabilondo, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

Es importante destacar el fracaso de los gobiernos españoles a la hora de tomar medidas en relación a los refugiados republicanos. Sin embargo, su caso no es único. Como deja claro el reciente informe Inanidad (2021), por Gregorio D. Dionis, ningún gobierno español desde el restablecimiento de la democracia ha tomado medidas serias para hacer justicia a las víctimas de la dictadura franquista.

El Informe Nizkor propuso un Plan de Acción que incluía los dos puntos siguientes:

10. Reconstrucción de las listas de víctimas españolas en terceros países como consecuencia del régimen franquista, incluyendo especialmente a los denominados «niños de la guerra», y solicitando, si fuera necesario, la colaboración internacional, especialmente en el ámbito europeo, para lo que se contará con las organizaciones de exiliados o de organizaciones extranjeras que hayan colaborado con el exilio republicano. Se procederá a la regularización jurídica de los problemas de nacionalidad española derivados del exilio y de los que son consecuencia de la inscripción de españoles en registros de autoridades legítimas dela II República, otorgando el mantenimiento de la doble nacionalidad de los exiliados y de sus descendientes en todos los casos.

11. Reconstrucción de las listas de víctimas y represaliados desde el levantamiento franquista, de forma legalmente válida, otorgando el reconocimiento jurídico válido y teniendo especial cuidado con los menores, huérfanos y mujeres.

En 2018 participamos en la Mesa redonda Los agentes sociales: la aportación de las instituciones públicas y fundaciones a la sociedad digital durante el Coloquio Internacional Pasados traumáticos. Historia y Memoria colectiva en la Sociedad Digital junto con Gregorio D. Dionis, autor del informe antes mencionado. Podéis ver el video de la mesa redonda aquí .

Foto: Alambrada. Reproducida bajo licencia. ESPAÑA. MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA Y DEPORTE, Centro Documental de la Memoria Histórica, ARCHIVO CENTELLES, FOTO 1039.

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La antesala del Golpe de septiembre de 1923: Barcelona y el conflicto laboral

Poco antes de la medianoche del 12 de septiembre de 1923, el teniente general Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, declaró la ley marcial y anunció su toma del poder. El 15 de septiembre, tras destituir al Gobierno en funciones, el rey Alfonso XIII nombró a Primo Presidente del Gobierno. Con motivo del centenario del Golpe de Estado de 1923, publicamos este artículo en el blog, centrado en el papel de la conflictividad social en Barcelona entre 1919 y 1923, que allanó el camino hacia el Golpe .  

A menudo se considera que el régimen parlamentario establecido en 1876 aportó estabilidad política a España. Sin embargo, a partir de 1917, dicho régimen entró en un periodo de crisis continua. En algunos aspectos, el propio sistema político y los retos a los que se enfrentó después de 1917 pueden compararse con los de otros países de Europa Occidental en la misma época, como Italia, el Reino Unido y Alemania. A pesar de la adopción del sufragio universal masculino en 1890, la política española estaba dominada por las clases terratenientes y empresariales. Ejercían su influencia de tres formas: presionando a los votantes, especialmente en las zonas rurales; mediante la cámara alta parlamentaria, con senadores designados [por derecho propio o vitalicios] para controlar a la cámara baja de senadores electos; y por el poder continuado de la monarquía.

Los años inmediatamente posteriores a la Primera Guerra Mundial fueron testigo de conflictos sociales y políticos en toda Europa, en parte como consecuencia de los efectos de la propia guerra y en parte por la desmovilización de las tropas en la posguerra y a los intentos de restaurar el orden político y social del mundo anterior a la guerra. Los efectos de la Revolución Rusa provocaron una inestabilidad adicional: a pesar de la escasez de información fiable sobre los acontecimientos en Rusia, las noticias de la toma del poder por los bolcheviques inspiraron a muchos grupos izquierdistas de toda Europa y aterrorizaron a los miembros de las clases acomodadas.  Hacia 1917, los dos partidos aristocráticos (liberales y conservadores) en que se basaba el sistema estaban muy fracturados. Esto dificultaba la formación de un gobierno con mayoría estable en las Cortes y brindaba a Alfonso XIII la oportunidad de ejercer una mayor influencia política. En este contexto, los efímeros gobiernos españoles de la posguerra se enfrentaron a una serie de retos que habrían puesto a prueba a cualquier régimen, siendo uno de ellos el intento de controlar el territorio de Marruecos asignado a España en los acuerdos internacionales de 1904 y 1912.

Si bien España había permanecido neutral, los efectos de la Primera Guerra Mundial habían sido profundos, trastocando la estructura política de preguerra, generando un auge económico que vio cómo se obtenían enormes beneficios por la exportación de bienes a británicos y franceses, acompañado de una elevada inflación que exacerbó la lucha de la población urbana y rural en situación de rápida industrialización.  Aunque esto afectó a todos los sectores de la sociedad española, este proceso fue especialmente acusado en Barcelona, como señala Francisco J. Romero Salvadó:

Durante los años de la guerra, ninguna otra ciudad española experimentó tal disparidad entre los pocos ricos y las masas trabajadoras. El auge industrial reportó beneficios extraordinarios a los magnates del textil, financieros y empresarios de Barcelona….. Al mismo tiempo, la clase trabajadora sufría mucha presión, soportaba largos turnos en las fábricas y, con sus salarios bajos, apenas podía permitirse el aumento de los precios de los productos de primera necesidad y de los alquileres.

The Foundations of Civil War: Revolution, Social Conflict and Reaction in Liberal Spain, 1916–1923. Routledge, 2008, p. 126

Aunque los años entre 1919 y 1921 se conocen como el «Trienio Bolchevique», sobre todo por las huelgas y revueltas rurales en Andalucía -que fueron sofocadas con gran violencia y supusieron el despliegue de 20.000 soldados al mando del general Manuel Barrera-, la crisis de la posguerra se centró, quizá no sorprendentemente, en Barcelona. En palabras de Romero Salvadó:

La mayor metrópoli del país, con diversos antecedentes de movilización laboral; la capital catalana, aparecía como el paradigma de todas las contradicciones y tensiones de este proceso modernizador: inmigración masiva, brecha creciente entre una burguesía enriquecida y un proletariado paupérrimo, fuertes sentimientos nacionalistas, una guarnición local inquieta y una desconfianza generalizada hacia la administración central, distante y nada representativa.

The Foundations of Civil War, 2008, p. 139

La gran huelga de 44 días en La Canadiense, o La Canadenca, (cuyo nombre oficial era Barcelona Traction, Light and Power Company Limited), entre febrero y abril de 1919, tuvo una importancia fundamental en la experiencia de posguerra de la ciudad. Las huelgas de solidaridad de los trabajadores del textil y de los servicios públicos sumieron a la ciudad en la oscuridad: los tranvías dejaron de funcionar y los comercios cerraron. La protesta demostró el poder de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), federación sindical anarcosindicalista que fue capaz de imponer el cumplimiento de la huelga. En condiciones de escasa violencia, la federación fue capaz de reunir tal apoyo a la huelga que incluso el sindicato de impresores pudo bloquear la publicación de un decreto del Teniente General Milans del Bosch, por el que se militarizaban los servicios públicos. Dicho decreto tenía como objetivo reclutar obligatoriamente a trabajadores, que después iban a poder ser procesados en consejo de guerra.

Avenida Paral·lel en Barcelona en 1913, con las chimeneas de la central eléctrica La Canadiense. Foto por Frederic Ballell i Maymí. Arxiu Fotogràfic de Barcelona, AFB3-117, Núm 320245. Dominio público via wikipedia

Milans presionó al gobierno para que declarara la ley marcial, pero el Primer Ministro, el Conde de Romanones, se negó y buscó una solución de compromiso, que incluía la promesa de introducir la jornada laboral máxima de ocho horas (por primera vez en toda Europa para todos los trabajadores). Sin embargo, la resolución del conflicto se vio socavada por la resistencia de muchos líderes empresariales y de los oficiales del ejército destacados en la ciudad, dirigidos por el propio Milans. Argumentando que eran necesarias medidas drásticas para acabar con el poder de la CNT, consideraban que la respuesta del gobierno de Romanones era débil, y que los dejaba indefensos ante una amenaza de revolución, denunciaron que la introducción de la jornada de ocho horas recompensaba a los alborotadores. 

Aunque Romanones había sustituido al Gobernador Civil y al Jefe de Policía por figuras más conciliadoras, éstos pronto entraron en conflicto con Milans y con el Gobernador Militar, el general Severiano Martínez Anido, y se vieron obligados a tomar el tren de regreso a Madrid, medida que provocó la dimisión del Primer Ministro. Esto, como sostiene Romero Salvadó, fue un «golpe de estado en todo menos en el nombre» (The Foundations of Civil War, 2008, p. 198) y recibió el apoyo entusiasta de las principales instituciones de la clase empresarial catalana, en particular el Fomento del Trabajo Nacional (FTN) y la Federación Patronal de Cataluña.

La huelga de La Canadiense marcó la pauta del conflicto de los cuatro años siguientes y puede considerarse que allanó el camino hacia el golpe de Estado 1923. Aterrorizados por el poder de la CNT, muchos de los grandes industriales se sintieron secuestrados por una banda de delincuentes durante la huelga de La Canadiense y estaban decididos a reafirmar su control sobre la mano de obra. Como señala Romero Salvadó «en una época de política de masas y movilización popular, las viejas clases dirigentes se percibían cada vez más incapaces de contener la avalancha revolucionaria y defender el orden social» (The Foundations of Civil War, p.191).  

Incluso antes de la huelga de La Canadiense, los empresarios habían empezado a movilizarse. Las quejas por la falta de una fuerza policial adecuada no eran nuevas (con una población de 700.000 habitantes, la ciudad sólo contaba con 1.000 agentes), pero a principios de 1919 los líderes empresariales y el ejército establecieron una nueva fuerza policial paralela. Se le dio el antiguo nombre catalán de Somatén, que hacía referencia a una milicia rural medieval. Aunque la nueva fuerza afirmaba ser una fuerza interclasista de «ciudadanos patriotas», entre sus dirigentes figuraban figuras como el conde de Godó, el marqués de Comillas y Francesc Cambó. Un antiguo jefe de policía que había sido destituido por su papel como espía alemán durante la guerra, Manuel Bravo Portillo, creó otra fuerza más oscura con apoyo del ejército. Esta fuerza llevó a cabo una guerra sucia contra los miembros de la CNT, a quienes sometía a arrestos, palizas y, ocasionalmente, asesinaba, a menudo utilizando la información recogida en el llamado Fichero Lasarte, un fichero de miembros de la CNT elaborado a partir de fuentes clandestinas. En octubre de 1919, se organizó un nuevo movimiento sindical paralelo, conocido como Sindicatos Libres, de nuevo con el apoyo del ejército, en un intento de desafiar el dominio de la CNT en la fuerza laboral.

En el periodo comprendido entre la dimisión de Romanones, en abril de 1919, y septiembre de 1923, España tuvo ocho gobiernos diferentes que intentaron hacer frente a la situación de la ciudad. Algunos, como el de Antonio Maura (abril-julio de 1919), apoyaron a la élite barcelonesa y a la cúpula militar en sus intentos de destruir a la CNT.  El sucesor de Maura, Joaquín Sánchez de Toca (julio-diciembre de 1919) adoptó un enfoque diferente, intentando reconocer al movimiento obrero e incorporarlo al proceso legal, aislando así a los sectores violentos de la CNT. Con 15.000 miembros de la CNT en prisión, el nuevo Gobernador Civil, Julio Amado, inició negociaciones con las principales figuras de la CNT y puso fin a la ley marcial. A continuación se decretó una amnistía general, se implantó la jornada laboral de ocho horas y se creó una Comisión Mixta de Trabajo (un comité de arbitraje con representantes de los obreros y la patronal). 

En noviembre de 1919, al no conseguir que el gobierno les apoyara en la destrucción del movimiento obrero, los industriales catalanes iniciaron un cierre patronal parcial.  La Patronal denunció lo que consideraba complicidad del gobierno con los sindicatos y llamó a los «hombres de orden» a tomar el poder. (The Foundations of Civil War, p. 206). Tras levantar temporalmente el cierre patronal a mediados de noviembre, la patronal amenazó con un cierre patronal total a partir del 1 de diciembre, a menos que el gobierno cerrara todas las centrales obreras y detuviera a los dirigentes sindicales. Ante esta situación, el gobierno de Sánchez de Toca se derrumbó unos días más tarde. A pesar del nombramiento de un nuevo gobierno y del nombramiento del conde Salvatierra, de línea dura, como nuevo Gobernador Civil, los grupos empresariales catalanes no quedaron satisfechos: cuando Milans del Bosch se vio obligado a dimitir en febrero de 1920, se convocó un cierre simbólico de un día de todos los comercios de Barcelona en señal de protesta y se pidió la intervención del rey.   

La alianza entre la cúpula del ejército y las clases empresariales desempeñó un papel fundamental en el fomento de la violencia que hizo famosa a Barcelona. Aunque la violencia se extendió desde Barcelona a otras ciudades industriales de España, su nivel fue mucho menor. Un escritor contemporáneo enumeró un total de 225 muertos y 733 heridos en actos violentos en Barcelona en los años 1917-1921 (B. Martin, The Agony of Modernisation, 1990, citando a J. M. Farré Morego, Las atentados sociales en España, 1922). Entre los objetivos de las bandas anarquistas se encontraban industriales y directivos: en un espectacular atentado perpetrado el 5 de enero de 1920, se atacó el coche en el que viajaba el presidente de la sección catalana de la Patronal, Félix Graupera, resultando heridos Graupera y su chófer, y muerto un agente de policía. El cierre de todos los sindicatos y la detención de unos 1.500 miembros de la CNT a principios de 1920, así como las actividades violentas de las fuerzas policiales y del Somatén, aumentaron la influencia de las bandas violentas dentro del movimiento anarquista y redujeron la de líderes sindicalistas como Salvador Segui y Angel Pestaña. Entre las víctimas de la violencia anarquista figuran el conde Salvatierra, ex gobernador civil de Barcelona, asesinado en agosto de 1920; y el presidente del Gobierno desde mayo de 1920, Eduardo Dato, asesinado por un escuadrón anarquista en Madrid en marzo de 1921. Cabe destacar que los escuadrones antiobreros no limitaron sus objetivos a los sectores violentos del movimiento anarquista: entre sus víctimas estuvieron el carismático y popular líder sindicalista Salvador Segui (marzo de 1923) y Ángel Pestaña, que resultó herido pero sobrevivió al intento de asesinato en agosto de 1922. [Lee más sobre ellos en nuestra reseña Apóstoles y Asesinos]

Acción de La Canadiense. Dominio público vía wikipedia

Tras la dimisión de Milans del Bosch, los empresarios catalanes encontraron un nuevo adalid militar de línea dura en el general Martínez Anido, que se convirtió en Gobernador Civil en noviembre de 1920, tras la presión que ejercieron sobre el gobierno. Durante las tres primeras semanas de 1921, un total de veintiún miembros de la CNT fueron asesinados en aplicación de la llamada Ley de fugas, práctica según la cual se acribillaba a los presos de los que se informaba que habían intentado fugarse. Además, para descongestionar las prisiones de la ciudad, grupos de presos maniatados eran conducidos cada semana fuera de Barcelona por guardias montados y obligados a caminar hasta prisiones a lo largo del país.

Si bien estas políticas represivas debilitaron al movimiento obrero, nunca recibieron apoyo de forma unánime por parte de los líderes parlamentarios de Madrid. Los dos últimos gobiernos antes del golpe de 1923, encabezados por José Sánchez Guerra (marzo-diciembre de 1922) y Manuel García Prieto, que le sustituyó en diciembre de 1922, intentaron una política de «normalización», poniendo fin a la ley marcial, restaurando las libertades civiles e intentando introducir una legislación sobre convenios colectivos laborales. Al mismo tiempo, Salvador Segui y otros intentaban reconstruir la CNT y alejarla de la violencia de las bandas anarquistas, pero su muerte provocó un resurgimiento de la actividad terrorista de jóvenes pistoleros como Buenaventura Durruti. Su atentado más espectacular fue el asesinato del cardenal Soldevilla de Zaragoza en junio de 1923. Al mismo tiempo, pistoleros vinculados a los Sindicatos Libres y a la policía habían reanudado los atentados contra miembros de la CNT. Pestaña señaló más tarde que la mayoría de sus objetivos eran figuras opuestas al terrorismo. Como señala Romero Salvadó, «Segui, como dirigente más capaz de reconstruir el movimiento anarcosindicalista, era a quien había que eliminar» (The Foundations of Civil War, p. 279).  

La respuesta del FTN, la patronal y la cúpula del ejército en Barcelona al nuevo planteamiento de los gobiernos de Sánchez Guerra y García Prieto era previsible. En marzo de 1923, los líderes industriales catalanes lideran una campaña para bloquear el intento del gobierno de introducir una legislación sobre convenios colectivos (que habría proporcionado un papel legal al movimiento obrero). Tras la destitución de Martínez Anido como Gobernador Civil en noviembre de 1922, los grupos empresariales empezaron a buscar un nuevo defensor, al que encontraron en la persona del recién nombrado Capitán General, Miguel Primo de Rivera.

Tras una nueva huelga de transportes en Barcelona en mayo de 1923 que paralizó la ciudad, el FTN denunció al gobierno no sólo por tolerar la situación sino por proteger a las bandas de la CNT y proclamó a Primo como su único salvador posible. Los días 12 y 13 de septiembre, después de que Primo anunciara su golpe Estado en Barcelona, le acompañaron y alentaron muchos de los principales líderes empresariales de la ciudad, y su movimiento fue acogido con satisfacción por el FTN y la Patronal. En su partida hacia Madrid para reunirse con el rey Alfonso XIII y jurar el cargo de Primer Ministro, fue despedido por unos 4.000 ciudadanos prósperos. Su apoyo no era sorprendente: desde 1919, en alianza con líderes militares como Milans del Bosch y Martínez Anido, habían forzado la dimisión de dos gobiernos españoles, además de resistido y socavado cualquier gobierno que no estuviera dispuesto a seguir las políticas represivas que ellos hubieran bendecido. Junto con sus aliados empresariales en otras partes de España, acababan de abandonar el régimen parlamentario establecido en 1876.

Tras el golpe, Milans del Bosch y Martínez Anido siguieron desempeñando papeles importantes en la política de represión en España. Milans del Bosch fue Gobernador Civil de Barcelona entre 1924 y la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930. Martínez Anido fue Ministro de Gobernación y Vicepresidente del Consejo de Ministros entre 1924 y enero de 1930. Entre enero de 1938 y su muerte en diciembre de 1938 fue Ministro de Orden Público bajo el régimen franquista.

Traducción del artículo realizada con la versión gratuita del traductor DeepL y revisión de Concha Catalan.

FOTO: El rey Alfonso XIII (izq.) y el teniente general Miguel Primo de Rivera, por autor desconocido. Bundesarchiv, Bild 102-09411 CC BY-SA 3.0 DE, CC BY-SA 3.0 DE. Se ha editado la imagen para su encaje.

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Rosa Torán, in memoriam

El 30 de junio de 2023 falleció Rosa Torán, profesora y activista de la difusión de las historias de los republicanos españoles deportados a campos nazis. Hubo más de 9.000 deportados/as y de ellos, más de 5.000 fueron asesinados/as. Aquí los artículos que hemos publicado sobre ellos/as.

En junio de 2022 se celebró el IV Coloquio Internacional sobre Violencia Política en el siglo XX, organizado por el Centro de Estudios sobre Dictaduras y Democracias (CEDID), que forma parte de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). En dicho coloquio coinicidieron en una mesa redonda Rosa Torán, como miembro del Ateneu de Memòria Popular [minuto 44:50], y Concha Catalán, en representación de ihr.world [minuto 1:14:04]. Rosa Torán habló en esta ocasión de su trabajo en el Ateneu Memòria Popular, entidad barcelonesa que organiza numerosas actividades. Podéis ver las dos intervenciones en el siguiente video:

En recuerdo de Rosa Torán, reproducimos algunos fragmentos de la glosa que le hizo el historiador Joaquim Aloy en ocasión de la entrega del premio Bages de Cultura 2015 en Manresa:

Mucho antes de conocer Rosa, conocí su familia. No personalmente, sino a través de los documentos. El apellido “Toran” emerge con fuerza en las primeras investigaciones que hice hace mucho tiempo sobre la República en Manresa. Eran tres hermanos: Daniel -el padre de Rosa-, Ramir y Bernat, los tres muy comprometidos con la justicia social y con firmes convicciones republicanas y catalanistas.

Daniel era el hermano mayor. Trabajaba en Cal Jorba [grandes almacenes cuyo origen fue una tienda en Manresa en 1893] y era miembro de la Asociación de Dependientes del Comercio y la Industria, una entidad sindical muy activa durante la década de 1930 (…)

Su hermano Ramir militaba en el Bloc Obrer i Camperol [Bloque Obrero y Campesino], que después se integró al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Recuerdo como Ricard Lladó, un manresano entrañable que había estado también en las dos organizaciones, me explicaba cómo entró en el Bloc: “Paseaba tranquilamente –decía- por la calle del Juego de la Pelota y vi un letrero que ponía ‘Bloc Obrer i Camperol ’ y me emocioné. Ostras, qué nombre tan bonito! ‘Obrero’ y ‘Campesino’. Qué significación tan profunda! Al momento decidí entrar al local y hacerme militante”. (…)

Hemos citado los dos hermanos mayores, Daniel y Ramir. El pequeño era Bernat. Trabajaba también en Cal Jorba, era de la Asociación de Dependientes, y simpatizaba con el POUM.

Los Toran vivieron la época de la República con toda la ilusión del momento. Pero vino la guerra y el régimen de Franco, cruel y despiadado, no perdonó a los Toran su lealtad catalanista y republicana.

Daniel –el padre de Rosa- fue represaliado. Ramir fue encarcelado durante años. Y Bernat se exilió, pero tuvo la mala suerte de acabar en los campos de concentración nazis, donde perdió la vida.

Jacinto Carrió –manresano superviviente de los campos de Mauthausen y Gusen- siempre hablaba de Bernat Toran. Era su amigo del alma. “Con Bernat –decía– lo habíamos compartido todo”. Perdida la guerra, ambos cruzaron la frontera, pasaron por los campos de refugiados de Barcarès y Sant Cebrià en Francia, ingresaron en la 115 Compañía de Trabajadores Extranjeros y fueron capturados por los alemanes, que los deportaron a Mauthausen y Gusen.(…)

Bernat Toran, al cabo de un tiempo, después de los terribles sufrimientos sufridos en el campo de Gusen, quedó exhausto y tuvo que ingresar a la Enfermería del campo.

¡¡Ingresar en la Enfermería de un campo nazi!! Esto prácticamente significaba la muerte. La mayoría no salían vivos.

“Los dos –escribe Carrió- presentíamos el desenlace. Llorábamos por dentro. Nos miramos, nos abrazamos y le di un beso en la frente […] Tenía las piernas hinchadas, casi no podía andar”.

Y al cabo de pocos días pasó lo peor: “El secretario –escribe Carrió-, como cada día, leyó la lista de los muertos. No tardó en decir su número”. (…)

Austria – Campo de concentración de Mauthausen, prisioneros en la cantera (escalera de la muerte) By Bundesarchiv, Bild 192-269 / CC-BY-SA 3.0

Bernat Toran murió el 6 de enero de 1942. Tenía 24 años. Uno de los últimos deseos que había manifestado al Carrió era poder volver a casa para explicar qué era el fascismo.

El fascismo, Mauthausen, Gusen… ¿Como explicarlo? ¿Cómo describir tales aberraciones humanas? A Jacinto Carrió le era imposible. Afirmaba: “Ninguna palabra es suficiente para describir el horror”. (…)

Con estos antecedentes, no es extraño que Rosa Toran por un lado, estudiara historia y se interesara de manera especial por la República, la resistencia al franquismo, el papel de la mujer, los campos de concentración; y que, por otro, militara activamente en el antifranquismo; además de trabajar incansablemente para que se hiciera justicia a las víctimas de la guerra, el franquismo y el nazismo, y luchar para que nunca más se pueda repetir la barbarie del holocausto.

Rosa Toran se ha convertido, entre otras muchas cosas, en un referente en el estudio de la deportación en nuestro país. (…)

En 1985, Rosa Toran ingresó en el Amical de Mauthausen, que presidió entre 2006 y 2013. Esta asociación trabaja a favor de la memoria de quienes sufrieron la deportación en los campos nazis. En todos estos años han hecho una gran tarea: investigación, reconstrucción de bases de datos de los deportados, elaboración de sus itinerarios biográficos, compilación de vivencias, publicaciones, exposiciones, conferencias, actos de homenaje…

Ahora oficialmente Rosa se encarga de la secretaría de archivos y publicaciones, pero en la práctica hace mucho más que eso. Siempre que he ido al local de Amical la he encontrado atareada, celebrando reuniones, atendiendo consultas, recibiendo visitas, buscando papeles… ¡No escatima energías en aquello que es su pasión, su vida! (…)

Esta es la gran tarea que está haciendo desde hace muchos años Rosa Toran. Combatir el fascismo con todas sus fuerzas, recuperar la memoria histórica, reivindicar los valores de la República, homenajear los deportados, luchar contra el olvido… Y por eso te dan este premio y por eso nosotros te damos las gracias y te animamos a continuar trabajando por esta causa tan noble. Tu tío Bernat no pudo cumplir su deseo de volver a Cataluña y explicar qué era el fascismo. Tú has dedicado buena parte de tu vida a ello. Él estaría muy orgulloso de tú. ¡Muchas gracias y muchos ánimos!

Notas: La asociación Amical de Mauthausen dispone online de diversas bases de datos, entre ellas una de Barceloneses deportados a los campos nazis (1940-1945). / El historiador Joaquim Aloy es uno de los fundadores del estupendo Portal de memoria e historia de Manresa memoria.cat

FOTO: Portada del libro Los campos de concentración nazis.: Palabras contra el olvido por Rosa Torán (Ed. Península, 2005)

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Guerra y paz en Tossa de Mar 1935-1939

En 1935 el matrimonio británico Nancy y Archie Johnstone abrió un hotel en Tossa de Mar, en la Costa Brava catalana.  A diferencia de la mayoría de los residentes extranjeros, los Johnstone se quedaron tras el estallido de la Guerra Civil, y finalmente se marcharon a principios de febrero de 1939, cuando la resistencia republicana ante las fuerzas de Franco se derrumbó en Cataluña. Nancy contó sus experiencias en dos libros publicados entonces en inglés: Hotel in Spain (julio de 1937) y Hotel in Flight (septiembre de 1939). Hasta hace poco estos libros permanecían en el olvido. Pero en 2013 editorial Tusquets los publicó en un único volumen en español, prologado por Miquel Berga i Bagué y traducido por Jaime Salmerón, bajo el título Un Hotel en la Costa Brava: Tossa de Mar 1934-1939., al que siguió, en catalán, Un Hotel a la costa: Tossa de Mar 1934-1939, en 2014, traducido por Miquel Berga. En 2018 la directora Isona Passola anunció sus planes de realizar una película basada en las experiencias de los Johnstones en Tossa de Mar, aunque dichos planes no se han concretado aún. Publicamos esta reseña con motivo de la publicación de una edición en inglés de los libros de Nancy Johnstone, Hotel in Spain y Hotel in Flight , la primera desde su publicación original.

Nancy y Archie Johnstone visitaron por primera vez la Costa Brava en 1934 y su hotel -conocido como Casa Johnstone– abrió el verano siguiente.  Antes de dejar Londres, Archie había trabajado como editor adjunto en el News Chronicle, un periódico liberal británico, y la pareja utilizó sus amplias conexiones en Inglaterra para dar a conocer su hotel entre la clase media británica.

En la década de 1930, Tossa de Mar era muy diferente del popular centro turístico en el que se convirtió durante la década de 1960.  La población era hasta cierto punto autosuficiente, dependiendo en gran medida de la pesca y el cultivo de frutas y verduras.  En el pueblo vivían varios artistas, en particular el pintor vanguardista alemán Oskar Zugell, que se convirtió en un gran amigo de los Johnstone. También había una pequeña comunidad de refugiados de la Alemania nazi, a quienes Johnstone consideraba poco aptos para la vida en el campo e incapaces de hacer amigos en el pueblo.

Un Hotel en La Costa Brava (Tossa de Mar 1934-1939) es un relato humorístico y chismoso de la construcción del hotel y del primer año de los Johnstone como hoteleros. Gran parte de la narración se centra en las excentricidades que perciben de sus huéspedes y ofrece un relato afectuoso de los trabajadores catalanes que construyeron el hotel y del personal que ayudó a gestionarlo. No se da nombre a la mayoría de los huéspedes, aparte de los numerosos periodistas que parecen haber sido visitantes entusiastas y bulliciosos; entre ellos, Frank Jellinek y su esposa, Marguerite. Más tarde, cuando estalló la Guerra Civil, los Jellinek vivieron en España, aunque no en Tossa, y Frank se convertiría en el principal corresponsal del Manchester Guardian en España durante los primeros meses del conflicto. La mayoría de los otros periodistas pertenecían al News Chronicle, que se convertiría en uno de los periódicos británicos mejor informados sobre la España republicana durante la Guerra Civil.

Nancy y Archie Johnstone. Foto: The Clapton Press

Según el relato de Johnstone, los acontecimientos políticos de 1935-36 tuvieron muy poca resonancia en Tossa, aunque quizá su opinión se derive del hecho de que estaba inmersa en poner en marcha el hotel y atender a sus huéspedes. En las primeras semanas de la guerra parece que siguieron recibiendo huéspedes, pero los extranjeros pronto dejaron de llegar, ahuyentados por la prensa británica, que en su mayoría publicaba historias exageradas de la «violencia roja» en las calles de Barcelona, a menudo con la connivencia de los partidarios de los militares rebeldes. En tres ocasiones un buque de la marina británica visitó Tossa para evacuar a los ciudadanos británicos, pero los Johnstone se negaron a marcharse, argumentando que no corrían peligro por parte de la población local, que eran sus amigos y vecinos. Es comprensible que los refugiados alemanes en Tossa estuvieran más preocupados por el desarrollo de los acontecimientos, aunque Johnstone no parece haber apreciado del todo que su situación era diferente. En caso de victoria franquista, el destino de los alemanes exiliados en España difícilmente podía compararse con el de los dos hoteleros, que poseían pasaportes británicos y podían regresar a Gran Bretaña cuando lo desearan. La mayoría de refugiados de Tossa abandonaron el país, aunque algunos se ofrecieron como voluntarios para ayudar al esfuerzo bélico republicano.

Hotel in Spain termina con la autora describiendo la vida en Tossa a principios del invierno de 1936, momento en el que los Johnstone se habían adaptado a la vida sin huéspedes del hotel.  Informa de que el pueblo había evitado la violencia y estaba dirigido por un comité de representantes de sindicatos y partidos políticos. Parece que el suministro de alimentos esenciales era adecuado, ya que la mayoría de las familias podían confiar en sus propios productos y en el intercambio con amigos y vecinos. Esto contrasta con la situación de Barcelona y otras zonas industriales de Cataluña, donde los problemas de abastecimiento de alimentos produjeron una hiperinflación, colas para comprar alimentos y protestas sociales a principios de 1937.  Sin embargo, el invierno de 1937-38 fue otro cantar en el pueblo: incluso ahí hubo en general dificultades. A pesar de poder hacer trueques con amigos en el pueblo, los Johnstone se vieron obligados a depender en parte de los paquetes de alimentos enviados desde Francia y Gran Bretaña.   

Hotel in Flight puede considerarse dividida en dos partes: la primera trata de las experiencias de la autora desde enero de 1937 hasta mayo de 1938, cuando el matrimonio regresa a Gran Bretaña por un breve período; la segunda cubre desde agosto de 1938 hasta principios de 1939, cuando la Casa Johnstone se convierte en un hogar para niños. Durante 1937 la mayoría de los visitantes del hotel eran extranjeros que descansaban de sus esfuerzos en apoyo de la causa republicana, particularmente en Barcelona pero también en el frente. También hubo visitas de escritores y poetas extranjeros, como W. H. Auden. Las relaciones con el gobierno republicano y con la Generalitat de Cataluña eran evidentemente muy buenas y ambos gobiernos utilizaban el hotel como lugar para los almuerzos de las delegaciones de dignatarios extranjeros que se dirigían a la frontera francesa.  

Aunque Johnstone pasó la mayor parte de la guerra en Tossa y parece que sólo visitó Barcelona en contadas ocasiones, estuvo en la ciudad en tres momentos destacados: durante los Hechos de Mayo en 1937, conocidos internacionalmente por la obra de George Orwell Homenaje a Cataluña; durante el bombardeo sostenido de Italia sobre Barcelona del 16 al 18 de marzo de 1938; y en los últimos días antes de que la ciudad cayera en manos de las fuerzas rebeldes de Franco en enero de 1939.  

Durante uno de los bombardeos aéreos italianos de marzo de 1938, quedó atrapada en un pequeño restaurante cerca de la plaza Urquinaona con Leon, un joven alemán que trabajaba en la Casa Johnstone:

Me encontré tumbada de espaldas en un lugar pegado a la barra. Leon estaba tosiendo cerca. El aire estaba lleno de polvo fino y un olor asfixiante hacía que todos jadeáramos. Estaba segura de que nos estaban gaseando.

Se hizo un extraño silencio, excepto por la tos de varias personas que estaban tiradas en el suelo. La gente empezó a levantarse y a caminar. Alguien levantó una mesa y la puso recta. Leon se afanaba en hablar conmigo, pero yo no le hacía caso. Dice que sólo me preguntaba si estaba bien, pero sonaba como si estuviera leyendo extractos de Thomas Mann…. Leon insistió en salir para ver si el bombardeo había terminado. Volvió e informó triunfalmente que la casa de al lado había desaparecido. Parecía como si un cuchillo gigante hubiera cortado una rebanada de la hilera de edificios

Hotel in Flight (pp. 138-9)

Poco después de esta experiencia, los Johnstone pasaron tres meses en Londres intentando, aparentemente en vano, interesar a sus amigos ingleses en la situación de España y tratando de contrarrestar las falsas suposiciones de sus amigos: que la República estaba dominada por la Unión Soviética, de que su hotel había sido expropiado por los comunistas y que ellos habían sido expulsados. A su regreso a Tossa, en agosto de 1938, convirtieron el hotel en una colonia para niños con el apoyo del International Solidarity Fund (Fondo de Solidaridad Internacional), una organización creada por el movimiento obrero internacional para apoyar a los civiles españoles. El hogar acogía principalmente a niños cuyos padres vivían como refugiados en Barcelona tras abandonar las zonas de guerra de Aragón.  Para entonces había otras tres colonias en Tossa. Esta parte de su libro ilustra la magnitud del problema de refugiados a que se enfrentaba la República, especialmente en Barcelona: ya en enero de 1937 los cuáqueros habían calculado que había 25.000 niños vagando por las calles de la ciudad y, a finales de 1938, la ciudad probablemente albergaba a unos 400.000 refugiados que habían huido de las fuerzas de Franco y de las zonas en guerra.

Tras la caída de Barcelona, los Johnstone esperaban con los niños en Tossa, sin saber si el Fondo de Solidaridad Internacional les proporcionaría transporte para llevárselos a Francia, o si los dejarían a todos en el camino del avance de las fuerzas franquistas. Finalmente escaparon en un camión hasta Figueres, donde se refugiaron durante varios días en el teatro, antes de que Richard Rees, un destacado cuáquero, organizara su huida a Francia, donde los niños fueron alojados inicialmente en campamentos.

Foto: Ajuntament de Girona. CRDI (Autor desconocido. Internationaal
Instituut Voor Sociale Geschiedenis – Amsterdam)

En esta época -finales de enero y primeras dos semanas de febrero de 1939- se estima que unos 450.000 refugiados huyeron de Cataluña a Francia.  Johnstone describe su viaje a la frontera como «inolvidable»: la carretera, que poco antes había sido bloqueada por vehículos averiados y bombardeados de algunos de los refugiados, había sido despejada:

Las escenas de total desolación eran como imágenes de los estragos de una inundación o un terremoto. Parecía como si una ola gigante hubiera amontonado maletas rotas, ropa desordenada y montones de papel. Los refugiados, agotados, arrojaban sus posesiones mientras caminaban hacia Francia. Los colchones, obscenamente abiertos, derramaban sus entrañas, los camiones volcados yacían desnudos revelando su maquinaria más íntima… Más cerca de la frontera los seres humanos se sumaban a los desperdicios. Las hogueras estaban encendidas, calentando grupos de piltrafas humanas. El humo de miles y miles de pequeños fuegos cubría los valles y subía por las laderas de las montañas

Hotel in Flight, p. 353-4

Es comprensible que Hotel in Flight sea más serio tanto en su estilo como en su contenido que el anterior volumen de Johnstone. Sin embargo, George Orwell, que lo reseñó para la revista The Adelphi en diciembre de 1939, se quejó de que era «alegre y ocurrente».  Al mismo tiempo, sin embargo, elogió el relato que hace de los últimos meses de la República:

A medida que avanza, el libro se transforma en un recuento de escasez de alimentos y tabaco, ataques aéreos, miedo a los espías, y niños refugiados. Termina con la terrible retirada a Francia y el hedor y la miseria de los campos de concentración alrededor de Perpiñán. Gran parte de la atmósfera le resultará terriblemente familiar a cualquiera que haya estado en España en algún momento de la guerra. La sensación de no tener nunca lo suficiente para comer, la confusión, la ineficacia, la incapacidad de entender lo que está sucediendo, la sensación de que todo se desvanece en una nube de miedo, sospecha, burocracia y oscuros celos políticos – todo está ahí con el añadido de un montón de cruda aventura física.

Peter Davison (ed), Orwell in Spain, 2001 (pp. 331-2)

Tras salir de España, Nancy y Archie Johnstone trabajaron para organizaciones de ayuda a los refugiados españoles en Francia, antes de marcharse a México. La pareja se separó más tarde y, tras dos visitas a Tossa de Mar en 1947 y 1951, Nancy vendió la Casa Johnstone y se estableció en Guatemala. El edificio del hotel todavía existe, aunque ahora forma parte del Hotel Don Juan.

La moderna Casa Johnstone. FOTO: Ajuntament de Girona. CRDI (Fons El Punt – Manel Lladó Aliu). BY-NC-ND

Traducción del artículo realizada con la versión gratuita del traductor DeepL y revisión de Concha Catalan.

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FOTO: Casa Johnstone. Terraza comedor (1930-1940). Ajuntament de Girona. CRDI (Sebastià Martí) – BY-NC-ND.

Exilio republicano en Venezuela: arios, agricultores, vascos y católicos

Entrevista: Martin Virtel y Concha Catalan

Nuestro colaborador Jesús Montilla ha investigado el exilio republicano en Venezuela. Esta semana presenta algunos resultados de su investigación durante el Congreso Internacional Refugio y exilio en Atenas, Grecia, del 24 al 26 de abril. Lo organizan el Programa de Grado ISP-Lengua y Cultura Hispanas de la Universidad Abierta de Grecia y diversos grupos de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona, entre ellos el CEDID.

Jesús Montilla colabora con ihr.world desde Caracas

 ¿Qué te llevó a interesarte por el exilio de los españoles republicanos en Venezuela?

Desde chico escuché la historia de la Guerra Civil española. Mi padre desde Venezuela se interesó muchísimo por la Historia de España, y me la comentaba. La Guerra Civil es un tema profundo y complejo. Tuve la oportunidad de tratar de investigar con ihr.world la corriente de españoles que se vieron forzados a huir a Venezuela.

Acá hay muchas historias e investigaciones sobre el exilio republicano en Venezuela y sobre su aporte. Intentamos consolidarlas para conocer las situaciones que tuvieron que lidiar los exiliados republicanos para llegar a América, la mayoría desde Francia, y los otros aspectos de adaptación al nuevo ambiente.

Es interesante cómo lograron pasar por los procesos de aprobación de requisitos que exigía el gobierno de Venezuela. Era lento, involucraba entrevistas, revisión de papeles familiares y de historia laboral. Muchos tenían que mentir para poder encajar dentro del perfil que se estaba buscando. Se ve la desesperación del perseguido, como lo refieren varios artículos. Algunos lograron burlar esos controles, pero la mayoría no. No encajaba con el perfil que estaban solicitando los gobiernos, esa es una parte de las dificultades con las que tuvo que lidiar el exilio español republicano.

Yo recientemente cogí la nacionalidad española en conjunto con la venezolana porque mi família es descendiente de judíos sefardíes, después de un proceso de investigación para poder comprobar ese origen judío que toda la familia conocía pero no se había comprobado. Por ello, me resulta interesante la relación entre Venezuela y España desde el punto de vista personal y también desde el punto de vista académico, por el tema del exilio.

Y me interesa la relación entre exilio y política. Yo acá fui Concejal de una ciudad del 2013 al 2018; tuve la oportunidad de ser votado por por diecisiete mil personas. Ahora tomé una pausa en la política para seguir estudiando.

 ¿Como veía el Gobierno de Venezuela de entonces a los republicanos?

El gobierno de Venezuela inicialmente se opondría a la llegada de exiliados republicanos – por temores infundados por sectores conservadores dentro del país, que tenían un dominio sobre todo en la Iglesia católica y tenían también preponderancia en los medios de comunicación. Pero todo esto se cruza con los planes de desarrollo que el propio estado venezolano comienza a querer impulsar en el año 1938. El Gobierno de Venezuela crea el Instituto Técnico de inmigración y Colonización.

Ese Instituto va a funcionar como intermediario entre entre los exiliados que quieren llegar a Venezuela – el grupo que está estancado en Francia – y las políticas y los criterios que tiene el Gobierno de Venezuela para recibirlos. El perfil que el Gobierno solicitaba –precisamente pude corroborarlo en una de las memorias de ese Instituto–, es que fueran de raza aria, y no semita, y de que no hubieran formado parte de un partido político considerado radical en España. Es decir, inicialmente había un criterio de selección racista.

La documentación no se refería a partidos políticos específicos, pero sí solicitaba que se pudieran descartar. El candidato a ser recibido como exiliado debía tener un perfil que fuera posible utilizar para el trabajo de la tierra, agricultura. El Gobierno de Venezuela buscaba seleccionar. No acogía por un sentido humanitario, sino únicamente para tratar de implementar estas políticas de desarrollo: buscaba crear centros de producción en el interior del territorio venezolano. 

Dependencias del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización en Venezuela. Foto cedida por Jesús Montilla.

 Arios y agricultores; son unos criterios bastante exigentes por parte de Venezuela. ¿Había más requisitos?

Inicialmente el Gobierno va a  tener preferencia por los republicanos de origen vasco. Uno se preguntaría: ¿Por qué? Pues en Venezuela los descendientes de vascos aún tienen buena reputación, y en esa época también era importante. En ese sentido, creo que la condición católica fue lo que determinó la preferencia. Así que inicialmente el Gobierno de Venezuela va a hacer una selección muy excluyente con respecto a otras regiones y se va a enfocar únicamente en los vascos republicanos. De hecho, el gobierno venezolano catalogaba a los miembros del Partido Nacionalista Vasco como gente de autoridad y de orden, basada en los principios de la religión católica.

El Gobierno español republicano había firmado un convenio con el Gobierno de Venezuela para favorecer esa migración antes del año 1939. Aparte de eso, había también en Caracas la Compañía de Jesús, que tuvo una influencia grande. Ellos hicieron una campaña, si se quiere dentro de las filas del Gobierno para favorecer la llegada de vascos, como una población que no representaba una amenaza a los sectores conservadores del estado venezolano.

Podemos ver una diferencia con respecto a la idea errada que había de los catalanes: se pensaba que eran radicales y más revoltosos, y que iban a ocasionar problemas en el país. Por esa razón se enfocaron en los vascos: los vascos como representantes del orden, y los catalanes, del desorden.  

Venezuela acogió muchos exiliados republicanos,  pero lo que has descubierto en tu investigación es que los motivos no han sido siempre humanitarios ni políticos.

Hubo muestras de humanismo en ciertos momentos, el presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) fue la figura más importante aliada a nivel internacional del Gobierno republicano en el exilio. No toda la llegada de exiliados fue únicamente por interés del desarrollo del país y de mano de obra, o una manera de tratar de conseguir migrantes europeos para que se hiciera más pura la raza latina.

Entre 1945 y 1948 hubo una etapa de apertura del Gobierno de Venezuela hacia el gobierno republicano español en el exilio. Hay varios elementos que lo explican. En octubre de 1945 hubo un golpe de Estado cívico militar y asumió el poder una Junta Revolucionaria. Era un grupo de jóvenes y que desde el principio establecieron relaciones diplomáticas con el gobierno republicano en el exilio. Y eso duró tres años, hasta 1948. También, la posición que tuvo Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial dio más espacio para que el Gobierno de Venezuela ya no tuviera una postura de alianza o neutralidad con respecto al régimen franquista, porque ya había un rechazo generalizado al fascismo.

Fue la época, digamos, dorada del exilio republicano en Venezuela porque se abrieron las compuertas para que llegara más abiertamente el exiliado que aún estaba estancado en Europa. Entre 1946 y 1947 se estima que llegaron 2.200 exiliados españoles; eso es un número importante.

Estadística de inmigración a Venezuela. Documentación del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización en Venezuela. Foto cedida por Jesús Montilla.

De hecho, el Gobierno republicano en el exilio nombró un embajador en Caracas que llevaba las relaciones directas entre el Gobierno de Venezuela y las instancias del gobierno republicano para coordinar la llegada de exiliados desde Francia. Además, Venezuela fue miembro fundacional de la Organización Internacional para los Refugiados en 1948 y nombró representantes en Francia para evaluar los perfiles de los que querían emigrar. El Gobierno de Venezuela tuvo que haber sido uno de los pocos que estableció esas relaciones, funcionando un embajador con todo el reconocimiento de un diplomático, con toda su inmunidad.

El Gobierno de Franco no reconoció al Gobierno que tomó el poder en 1945. Por esa razón se establecieron relaciones con el Gobierno republicano. Se ve todo lo que el Gobierno hizo para favorecer a los exiliados republicanos. Había una afinidad ideológica, hasta de solidaridad.

Los españoles, el grupo más numeroso en la inmigración europea en Venezuela en 1947. Documentación del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización en Venezuela. Foto cedida por Jesús Montilla.

Ya para esa época, aquellos exiliados que habían llegado en los años previos habían logrado hacerse de una buena reputación y, algunos de ellos, escalar, por ejemplo, en medios de comunicación como el diario El Nacional. Había republicanos que habían empezado a trabajar ahí y se adaptaron a la sociedad venezolana. De alguna manera, eso también influyó para dar una imagen positiva del exilio republicano.

En términos generales, es muy amplia la información sobre el aporte de la diáspora republicana en muchas áreas como la medicina o la construcción. Se tuvo la posibilidad de recibir a gente muy preparada y dejaron un gran legado que todavía se puede ver.

Pero pronto entramos en una etapa en la que la llegada del exiliado republicano es menor en comparación. Porque en 1948 hay un golpe de Estado nuevamente en Venezuela y asume el poder un gobierno de corte militar, que algunos catalogan como una dictadura.

 Y establecen relaciones con Franco

Sí, relaciones estrechas . La política cambia por completo: es más restrictiva hacia el inmigrante republicano. Desaparece de hecho el Instituto Técnico de Inmigración y Colonización.

La relación con la dictadura franquista incluye intercambio de inteligencia e informes políticos. Eso no lleva a una persecución directa, pero sí a la presencia de personalidades del Gobierno de Franco en Venezuela, ya con una beligerancia distinta. No es una persecución extrema, pero sí de seguimiento, tratando de socavar la influencia de los republicanos.

Luego de esa etapa de los años cincuenta en adelante, es muy difícil separar a quienes llegaron por motivación económica de los que llegaron por exilio político, pero se sabe que la mayoría emigraron por motivación económica y no por persecución política. La inmigración española a Venezuela se aproxima a los 300.000 personas en total entre 1939 a 1958.

Es posible que muchos de los que buscaban exilio en esa época llegaran clandestinamente. Solo en 1948 se contabilizaron 19 embarcaciones clandestinas que llegaron a la costa venezolana, en una travesía a menudo improvisada y accidentada, muchas veces en condiciones difíciles, con sus familias. Eso sería un caso de estudio más detallado, para saber la motivación que los llevaba a irse en esas condiciones.

Próximamente incorporaremos a nuestra base de datos nombres de personas exiliadas a Venezuela.

FOTO: Estadística de inmigración a Venezuela. Documentación del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización en Venezuela. Cedida por Jesús Montilla.

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