La compañía de danza Miquel Barcelona presentó en el Mercat de les Flors su primer espectáculo de largo formato, Rojos, del 20 al 23 de enero . Surge tras una investigación conceptual y coreográfica de 2 años sobre la posguerra española, a partir de quince encuentros y espectáculos de pequeño formato en espacios culturales catalanes, interactuando con las personas del entorno y explorando la memoria sobre este periodo. Intuyo que su trabajo había dejado huella, porque llenaron el teatro los cuatro días sin el despliegue publicitario que a veces precede a otras obras mucho menos innovadoras que esta.
El lenguaje corporal no es algo a lo que estemos habituadas para acercarnos a la comprensión humana de la Guerra civil y la posguerra, aunque he visto otros espectáculos bellos e inquietantes que presentan con gran sensibilidad y belleza la violación de los derechos humanos. Por ejemplo, el Cor Vivaldi en concierto interpretando la música coral de diversos campos de concentración en Las veus del silenci (Las voces del silencio) ; y la serie de piezas sobre Derechos Humanos del mimo Carlos Martínez, extraordinario , creadas también desde la expresión corporal.
El sábado 22, el Mercat ofreció Una hora abans (Una hora antes), un espacio de interacción de los intérpretes con el público inmediatamente antes de la función –podéis verlo aquí
“Yo no tenía interés por esta época,” contó Miquel Barcelona, pero “estando en Corbera d’Ebre, me sentí interpelado para conocer”. Durante el proceso de investigación, optaron por no entrar en los detalles escabrosos porque “es un material muy sensible, que tiene que ver con el dolor de las personas”. Tampoco querían recrear material -ni música- de una época en la que no habían nacido, ni tampoco que fuera nostálgico, ni utilizar clichés.
La autenticidad y la innovación de esta obra parte de ese punto, de esta investigación: han estudiado, leído y hablado con testimonios de la época “algunos escalofriantes y terribles”, pero no querían bailar lo que les contaron que había sucedido. “Decidimos muy rápido que esto iba a ser un espectáculo de creación,” dijo Barcelona. Lo interiorizaron para luego poder bailarlo desde dentro.
La investigación de la posguerra, explicó Barcelona, se centró en tres aspectos: “las mujeres públicas, la creación artística y el movimiento homosexual”. Y sí, algo se vió de eso, pero en mi humilde opinión, los trasciende y va más allá, incluso más allá de la posguerra, incluso más allá de la Guerra Civil -que también abarca-: con el lenguaje universal de la danza, transmiten la fragilidad y la resistencia humana en contextos de violencia y represión generalizada.
El resultado es impactante, desde el gesto más sutil y lento al movimiento brusco que marca las secuencias más dramáticas. Barcelona es claramente un artista que crece con la fuerza del trabajo de su equipo interdisciplinar, en el que cada persona aporta lo mejor. Es impresionante la escenografía (de Laura Clos “Closca”), sorprendentes las voces que surgen de los bailarines e imprescindible la música de Carlos Martorell.
La Compañía Miquel Barcelona explora y revela el impacto físico en el cuerpo de la guerra y la posguerra, en el hambre, en la huida, en la retaguardia, en la clandestinidad; esa que quedó en las arrugas, en el gesto hosco y, sobre todo, en el silencio de muchos de nuestros mayores: el eso no ocurrió o esa no fui yo, o ese tiempo ya pasó o en el no abras esa herida, en el imposible querer apagar el eco de lo vivido y lo sufrido.
Este equipo recrea y baila ese eco de forma perturbadora, por su sinceridad, y crea una memoria nueva, muy necesaria, de la posguerra, Ese eco poético retumba en nuestro estómago y en nuestra mente tiempo después. Les auguramos lo mejor con este espectáculo y los que vengan. Síganlos en su página web aquí.
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FOTO: Poble Vell. Corbera d’Ebre. Wikipedia CC BY-SA 3.0