En la Feria del libro de La Laguna (Tenerife) se presentó la novela El hijo del apotalado, cuyo autor es Jorge Fonte. Lo ha publicado la editorial catalana Milenio. Se inspira en hechos reales de represión durante la Guerra Civil y la posguerra en la isla de El Hierro, y tiene como particularidad que sus protagonistas son hombres y mujeres reales de la época, algunos de ellos familiares del autor, que interactúan con otros de ficción.
Fonte explicó que en el verano de 2019 cayó en sus manos el libro La represión franquista en El Hierro (1936-1944), de Miguel Ángel Cabrera Acosta y que, al leerlo, se topó con el nombre de Pastor Fonte –primo hermano de su abuelo Benigno Fonte– como miembro representativo de la Falange (Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista), que ejerció su poder como tal en la isla con despotismo y crueldad.
Pastor Fonte pasó de ser concejal del Ayuntamiento de Valverde en 1923 por el Partido Republicano Obrero de Valverde a ser interventor de cuentas en 1935 y, en 1936, vicepresidente del Cabildo de El Hierro, cobrando 6.000 pesetas al mes (una fortuna en esa época) cuando sorprendentemente el presidente cobraba solo 950 pesetas. Él y sus dos hijos José y Paco “causaron auténtico terror en la isla,” en palabras del escritor.
Nos admira la investigación documental y la forma literaria de El hijo del apotalado que Fonte desarrolló a lo largo de tres años, entrevistando además a lugareños y descendientes de algunos de los protagonistas para contrastar y obtener su versión de hechos históricos, como los falsos fusilamientos de El Pinar.
Tras el golpe de estado de julio de 1936 se encargó al militar retirado José María Cotta Benítez fundar el partido de la Falange en El Hierro, donde no existía, convirtiéndose él en su Jefe insular e iniciando la persecución de desafectos al régimen. Hubo seis herreños, tres de El Pinar y tres de Isora, que se escondieron en cuevas para no ser apresados, como maquis. Como en octubre aún no habían aparecido, Cotta Benítez convocó a trece de sus familiares en el cementerio y simuló fusilarlos uno a uno, haciendo que untaran sus cuerpos con sangre de animal y ordenándoles permanecer quietos. No obstante el cruel episodio, no se los delató y uno de ellos permaneció huído durante ocho años.
Tal brutalidad provocó posteriormente la destitución de Cotta Benítez por parte de la Comandancia General Militar y su ingreso en prisión entre octubre de 1936 y febrero de 1937. La prisión fue Fyffes, en Tenerife, originalmente un almacén de plátanos, por donde entre 1936 y 1950 pasaron más de 4.000 personas, estando hacinados hasta 1.500 al mismo tiempo, muriendo muchos por enfermedad o desnutrición.
El título El hijo del apotalado, que Jorge Fonte luchó hasta el final por mantener frente a la inicial reticencia de la editorial, hace referencia a cómo se asesinaba y desaparecía a las personas represaliadas durante la Guerra Civil y el franquismo en Canarias metiéndolas en un saco con las manos atadas y arrojándolas al mar desde barcas, siendo una potala la piedra que, atada a un cabo, sirve para fondear.
El escritor, tal vez para acallar los posibles comentarios de detractores de la necesidad de explicar el pasado y la supuesta no mención a la violencia izquierdista, aludió a las checas de Madrid y mostró imágenes del cementerio de Paracuellos del Jarama en el que se fusiló a 2.500 personas en noviembre de 1936. Explicó que las víctimas de esa violencia fueron exhumadas y dignificadas en un cementerio en 1940 y que el régimen franquista ayudó a sus familias.
Fonte quiso acabar la presentación con una reflexión personal:
El franquismo determinó que había españoles buenos y españoles malos, en una suerte de genocidio ideológico. Las mayores atrocidades se cometieron por no soportar que hubiera personas que pensaran de manera diferente, por intolerancia y fanatismo. He escrito esta novela porque el miedo lleva al silencio, y el silencio lleva al olvido.
El adjetivo que más se oyó en la ronda de preguntas posterior a la presentación del libro fue “Valiente”, sin duda por el hecho de incluir negro sobre blanco los nombres de los verdugos, además de los de las víctimas; especialmente al tratarse de una historia de un lugar tan pequeño donde todo el mundo se conoce: un lugar, las Islas Canarias, donde el mayor cementerio de personas represaliadas es el mar.
Parte de la documentación utilizada para la novela se obtuvo del encomiable trabajo de Pedro Medina Sanabria en su blog Memoria e Historia de Canarias, fruto de su constante investigación en los Archivos de los Tribunales Militares. Esperamos incorporar próximamente datos de sus investigaciones.
El hijo del apotalado ha sido seleccionado para formar parte de la colección de la Audioteca de Literatura Canaria Actual, organizada por el Instituto Canario de Desarrollo Cultural
FOTO: Campo de concentración de Fyffes (conocido como «Faifes») en Tenerife (cedida por Jorge Fonte)