Guerra y paz en Tossa de Mar 1935-1939

En 1935 el matrimonio británico Nancy y Archie Johnstone abrió un hotel en Tossa de Mar, en la Costa Brava catalana.  A diferencia de la mayoría de los residentes extranjeros, los Johnstone se quedaron tras el estallido de la Guerra Civil, y finalmente se marcharon a principios de febrero de 1939, cuando la resistencia republicana ante las fuerzas de Franco se derrumbó en Cataluña. Nancy contó sus experiencias en dos libros publicados entonces en inglés: Hotel in Spain (julio de 1937) y Hotel in Flight (septiembre de 1939). Hasta hace poco estos libros permanecían en el olvido. Pero en 2013 editorial Tusquets los publicó en un único volumen en español, prologado por Miquel Berga i Bagué y traducido por Jaime Salmerón, bajo el título Un Hotel en la Costa Brava: Tossa de Mar 1934-1939., al que siguió, en catalán, Un Hotel a la costa: Tossa de Mar 1934-1939, en 2014, traducido por Miquel Berga. En 2018 la directora Isona Passola anunció sus planes de realizar una película basada en las experiencias de los Johnstones en Tossa de Mar, aunque dichos planes no se han concretado aún. Publicamos esta reseña con motivo de la publicación de una edición en inglés de los libros de Nancy Johnstone, Hotel in Spain y Hotel in Flight , la primera desde su publicación original.

Nancy y Archie Johnstone visitaron por primera vez la Costa Brava en 1934 y su hotel -conocido como Casa Johnstone– abrió el verano siguiente.  Antes de dejar Londres, Archie había trabajado como editor adjunto en el News Chronicle, un periódico liberal británico, y la pareja utilizó sus amplias conexiones en Inglaterra para dar a conocer su hotel entre la clase media británica.

En la década de 1930, Tossa de Mar era muy diferente del popular centro turístico en el que se convirtió durante la década de 1960.  La población era hasta cierto punto autosuficiente, dependiendo en gran medida de la pesca y el cultivo de frutas y verduras.  En el pueblo vivían varios artistas, en particular el pintor vanguardista alemán Oskar Zugell, que se convirtió en un gran amigo de los Johnstone. También había una pequeña comunidad de refugiados de la Alemania nazi, a quienes Johnstone consideraba poco aptos para la vida en el campo e incapaces de hacer amigos en el pueblo.

Un Hotel en La Costa Brava (Tossa de Mar 1934-1939) es un relato humorístico y chismoso de la construcción del hotel y del primer año de los Johnstone como hoteleros. Gran parte de la narración se centra en las excentricidades que perciben de sus huéspedes y ofrece un relato afectuoso de los trabajadores catalanes que construyeron el hotel y del personal que ayudó a gestionarlo. No se da nombre a la mayoría de los huéspedes, aparte de los numerosos periodistas que parecen haber sido visitantes entusiastas y bulliciosos; entre ellos, Frank Jellinek y su esposa, Marguerite. Más tarde, cuando estalló la Guerra Civil, los Jellinek vivieron en España, aunque no en Tossa, y Frank se convertiría en el principal corresponsal del Manchester Guardian en España durante los primeros meses del conflicto. La mayoría de los otros periodistas pertenecían al News Chronicle, que se convertiría en uno de los periódicos británicos mejor informados sobre la España republicana durante la Guerra Civil.

Nancy y Archie Johnstone. Foto: The Clapton Press

Según el relato de Johnstone, los acontecimientos políticos de 1935-36 tuvieron muy poca resonancia en Tossa, aunque quizá su opinión se derive del hecho de que estaba inmersa en poner en marcha el hotel y atender a sus huéspedes. En las primeras semanas de la guerra parece que siguieron recibiendo huéspedes, pero los extranjeros pronto dejaron de llegar, ahuyentados por la prensa británica, que en su mayoría publicaba historias exageradas de la «violencia roja» en las calles de Barcelona, a menudo con la connivencia de los partidarios de los militares rebeldes. En tres ocasiones un buque de la marina británica visitó Tossa para evacuar a los ciudadanos británicos, pero los Johnstone se negaron a marcharse, argumentando que no corrían peligro por parte de la población local, que eran sus amigos y vecinos. Es comprensible que los refugiados alemanes en Tossa estuvieran más preocupados por el desarrollo de los acontecimientos, aunque Johnstone no parece haber apreciado del todo que su situación era diferente. En caso de victoria franquista, el destino de los alemanes exiliados en España difícilmente podía compararse con el de los dos hoteleros, que poseían pasaportes británicos y podían regresar a Gran Bretaña cuando lo desearan. La mayoría de refugiados de Tossa abandonaron el país, aunque algunos se ofrecieron como voluntarios para ayudar al esfuerzo bélico republicano.

Hotel in Spain termina con la autora describiendo la vida en Tossa a principios del invierno de 1936, momento en el que los Johnstone se habían adaptado a la vida sin huéspedes del hotel.  Informa de que el pueblo había evitado la violencia y estaba dirigido por un comité de representantes de sindicatos y partidos políticos. Parece que el suministro de alimentos esenciales era adecuado, ya que la mayoría de las familias podían confiar en sus propios productos y en el intercambio con amigos y vecinos. Esto contrasta con la situación de Barcelona y otras zonas industriales de Cataluña, donde los problemas de abastecimiento de alimentos produjeron una hiperinflación, colas para comprar alimentos y protestas sociales a principios de 1937.  Sin embargo, el invierno de 1937-38 fue otro cantar en el pueblo: incluso ahí hubo en general dificultades. A pesar de poder hacer trueques con amigos en el pueblo, los Johnstone se vieron obligados a depender en parte de los paquetes de alimentos enviados desde Francia y Gran Bretaña.   

Hotel in Flight puede considerarse dividida en dos partes: la primera trata de las experiencias de la autora desde enero de 1937 hasta mayo de 1938, cuando el matrimonio regresa a Gran Bretaña por un breve período; la segunda cubre desde agosto de 1938 hasta principios de 1939, cuando la Casa Johnstone se convierte en un hogar para niños. Durante 1937 la mayoría de los visitantes del hotel eran extranjeros que descansaban de sus esfuerzos en apoyo de la causa republicana, particularmente en Barcelona pero también en el frente. También hubo visitas de escritores y poetas extranjeros, como W. H. Auden. Las relaciones con el gobierno republicano y con la Generalitat de Cataluña eran evidentemente muy buenas y ambos gobiernos utilizaban el hotel como lugar para los almuerzos de las delegaciones de dignatarios extranjeros que se dirigían a la frontera francesa.  

Aunque Johnstone pasó la mayor parte de la guerra en Tossa y parece que sólo visitó Barcelona en contadas ocasiones, estuvo en la ciudad en tres momentos destacados: durante los Hechos de Mayo en 1937, conocidos internacionalmente por la obra de George Orwell Homenaje a Cataluña; durante el bombardeo sostenido de Italia sobre Barcelona del 16 al 18 de marzo de 1938; y en los últimos días antes de que la ciudad cayera en manos de las fuerzas rebeldes de Franco en enero de 1939.  

Durante uno de los bombardeos aéreos italianos de marzo de 1938, quedó atrapada en un pequeño restaurante cerca de la plaza Urquinaona con Leon, un joven alemán que trabajaba en la Casa Johnstone:

Me encontré tumbada de espaldas en un lugar pegado a la barra. Leon estaba tosiendo cerca. El aire estaba lleno de polvo fino y un olor asfixiante hacía que todos jadeáramos. Estaba segura de que nos estaban gaseando.

Se hizo un extraño silencio, excepto por la tos de varias personas que estaban tiradas en el suelo. La gente empezó a levantarse y a caminar. Alguien levantó una mesa y la puso recta. Leon se afanaba en hablar conmigo, pero yo no le hacía caso. Dice que sólo me preguntaba si estaba bien, pero sonaba como si estuviera leyendo extractos de Thomas Mann…. Leon insistió en salir para ver si el bombardeo había terminado. Volvió e informó triunfalmente que la casa de al lado había desaparecido. Parecía como si un cuchillo gigante hubiera cortado una rebanada de la hilera de edificios

Hotel in Flight (pp. 138-9)

Poco después de esta experiencia, los Johnstone pasaron tres meses en Londres intentando, aparentemente en vano, interesar a sus amigos ingleses en la situación de España y tratando de contrarrestar las falsas suposiciones de sus amigos: que la República estaba dominada por la Unión Soviética, de que su hotel había sido expropiado por los comunistas y que ellos habían sido expulsados. A su regreso a Tossa, en agosto de 1938, convirtieron el hotel en una colonia para niños con el apoyo del International Solidarity Fund (Fondo de Solidaridad Internacional), una organización creada por el movimiento obrero internacional para apoyar a los civiles españoles. El hogar acogía principalmente a niños cuyos padres vivían como refugiados en Barcelona tras abandonar las zonas de guerra de Aragón.  Para entonces había otras tres colonias en Tossa. Esta parte de su libro ilustra la magnitud del problema de refugiados a que se enfrentaba la República, especialmente en Barcelona: ya en enero de 1937 los cuáqueros habían calculado que había 25.000 niños vagando por las calles de la ciudad y, a finales de 1938, la ciudad probablemente albergaba a unos 400.000 refugiados que habían huido de las fuerzas de Franco y de las zonas en guerra.

Tras la caída de Barcelona, los Johnstone esperaban con los niños en Tossa, sin saber si el Fondo de Solidaridad Internacional les proporcionaría transporte para llevárselos a Francia, o si los dejarían a todos en el camino del avance de las fuerzas franquistas. Finalmente escaparon en un camión hasta Figueres, donde se refugiaron durante varios días en el teatro, antes de que Richard Rees, un destacado cuáquero, organizara su huida a Francia, donde los niños fueron alojados inicialmente en campamentos.

Foto: Ajuntament de Girona. CRDI (Autor desconocido. Internationaal
Instituut Voor Sociale Geschiedenis – Amsterdam)

En esta época -finales de enero y primeras dos semanas de febrero de 1939- se estima que unos 450.000 refugiados huyeron de Cataluña a Francia.  Johnstone describe su viaje a la frontera como «inolvidable»: la carretera, que poco antes había sido bloqueada por vehículos averiados y bombardeados de algunos de los refugiados, había sido despejada:

Las escenas de total desolación eran como imágenes de los estragos de una inundación o un terremoto. Parecía como si una ola gigante hubiera amontonado maletas rotas, ropa desordenada y montones de papel. Los refugiados, agotados, arrojaban sus posesiones mientras caminaban hacia Francia. Los colchones, obscenamente abiertos, derramaban sus entrañas, los camiones volcados yacían desnudos revelando su maquinaria más íntima… Más cerca de la frontera los seres humanos se sumaban a los desperdicios. Las hogueras estaban encendidas, calentando grupos de piltrafas humanas. El humo de miles y miles de pequeños fuegos cubría los valles y subía por las laderas de las montañas

Hotel in Flight, p. 353-4

Es comprensible que Hotel in Flight sea más serio tanto en su estilo como en su contenido que el anterior volumen de Johnstone. Sin embargo, George Orwell, que lo reseñó para la revista The Adelphi en diciembre de 1939, se quejó de que era «alegre y ocurrente».  Al mismo tiempo, sin embargo, elogió el relato que hace de los últimos meses de la República:

A medida que avanza, el libro se transforma en un recuento de escasez de alimentos y tabaco, ataques aéreos, miedo a los espías, y niños refugiados. Termina con la terrible retirada a Francia y el hedor y la miseria de los campos de concentración alrededor de Perpiñán. Gran parte de la atmósfera le resultará terriblemente familiar a cualquiera que haya estado en España en algún momento de la guerra. La sensación de no tener nunca lo suficiente para comer, la confusión, la ineficacia, la incapacidad de entender lo que está sucediendo, la sensación de que todo se desvanece en una nube de miedo, sospecha, burocracia y oscuros celos políticos – todo está ahí con el añadido de un montón de cruda aventura física.

Peter Davison (ed), Orwell in Spain, 2001 (pp. 331-2)

Tras salir de España, Nancy y Archie Johnstone trabajaron para organizaciones de ayuda a los refugiados españoles en Francia, antes de marcharse a México. La pareja se separó más tarde y, tras dos visitas a Tossa de Mar en 1947 y 1951, Nancy vendió la Casa Johnstone y se estableció en Guatemala. El edificio del hotel todavía existe, aunque ahora forma parte del Hotel Don Juan.

La moderna Casa Johnstone. FOTO: Ajuntament de Girona. CRDI (Fons El Punt – Manel Lladó Aliu). BY-NC-ND

Traducción del artículo realizada con la versión gratuita del traductor DeepL y revisión de Concha Catalan.

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FOTO: Casa Johnstone. Terraza comedor (1930-1940). Ajuntament de Girona. CRDI (Sebastià Martí) – BY-NC-ND.