Durante la Guerra Civil, la República Española recibió el apoyo de muchas personas en otros países. Probablemente, uno de sus defensores más inesperados fue la duquesa de Atholl, aristócrata y diputada del parlamento británico. Para conmemorar el 60 aniversario de su muerte, el 21 de octubre de 1960, publicamos este artículo, que destaca el apoyo de la duquesa a la República e ilustra el amplio apoyo que la República recibió en todo el mundo.
Nacida en una familia aristocrática escocesa en 1874, Katharine Marjory Ramsay se convirtió en duquesa de Atholl en 1917 cuando su esposo heredó el ducado. Se había formado como pianista en el Royal College of Music de Londres en su juventud pero, tras su matrimonio, se dedicó al servicio público. Antes de 1914, fue miembro de un comité que examinó los problemas de la prestación de servicios de salud en las Highlands e islas de Escocia, escasamente pobladas. Durante la Primera Guerra Mundial ayudó a organizar los servicios de enfermería para el ejército británico.
En 1923 fue elegida para el parlamento como diputada conservadora por Kinross & West Perthshire, el distrito electoral escocés al que pertenecía Blair Atholl, la propiedad familiar, en un escaño que anteriormente había ocupado su esposo. Ascendió rápidamente. De 1924 a 1929 fue ministra de Educación, siendo la segunda mujer en ocupar el cargo de ministra en el gobierno británico. Hay algo de ironía en esto: las mujeres podían votar desde 1918, pero antes de 1914 la duquesa se había opuesto abiertamente al sufragio femenino, argumentando que las mujeres aún no tenían la educación suficiente.
A finales de la década de 1920, centró su atención en los problemas internacionales. Apoyó una campaña para prevenir la mutilación genital femenina en las colonias británicas de África Oriental y se preocupó por los acontecimientos en la URSS: su libro The Conscription of A People (1931) sacó a la luz y denunció las prácticas soviéticas de trabajo forzado. A pesar de su hostilidad hacia la URSS, después de leer Mein Kampf de Hitler, decidió que la Alemania nazi era una amenaza aun mayor para la paz europea. Esto marcó su apoyo a la República española tras el fracaso del intento de golpe militar en julio de 1936.
En sus memorias, Men and Politics, publicadas en 1941, el periodista estadounidense Louis Fischer valoró la contribución de la duquesa a la campaña británica en apoyo de la República con las siguientes palabras:
“Con un vestido de seda negro pasado de moda que le llegaba hasta la punta de los zapatos, en las reuniones sobre España, se sentaba en la tarima con comunistas, socialistas de izquierda, trabajadores y brigadistas internacionales discapacitados para reclamar ayuda para los republicanos. Interrogaba a todos cuantos habían estado en España, prestaba atención a sus palabras y anotaba muchas de ellas en un libro, repleto de su letra ilegible «.
Men and Politics, págs. 440-441
Se convirtió en presidenta del Joint National Committee for Spanish Relief (NJC), creado en noviembre de 1936 para coordinar el trabajo de los innumerables grupos establecidos en Gran Bretaña para proporcionar ayuda humanitaria a la República. Como presidenta, trabajó con personas de orígenes diversos y con opiniones políticas muy diferentes a la suya, incluidas Ellen Wilkinson y Leah Manning, ambas miembros izquierdistas del Partido Laborista, e Isabel Brown, una miembro prominente del partido comunista británico. En abril de 1937, una delegación parlamentaria de Atholl, Wilkinson y la diputada independiente Eleanor Rathbone visitó Barcelona, Valencia y Madrid. En Valencia conocieron a soldados italianos que habían sido hechos prisioneros durante la Batalla de Guadalajara (marzo de 1937) por ser miembros del ejército de Franco. Madrid estaba bajo un intenso bombardeo artillero pero los llevaron a presenciar los combates en la Casa del Campo. Poco después de su regreso, la duquesa de Atholl se convirtió en presidenta del Comité para los Niños Vascos (Basque Children’s Committee), que organizó la evacuación de casi 4.000 niños y niñas desde Bilbao para alojarlos en Gran Bretaña, tal como explicamos en Expedición a Inglaterra: Niños y niñas vascos en Inglaterra.
Su apoyo a la República hizo que los periódicos de derechas de Gran Bretaña la bautizaran como la «Duquesa Roja», a pesar de ser una figura muy conservadora y una fuerte defensora del Imperio Británico. En 1935 había dimitido temporalmente del partido conservador en el parlamento en protesta por la legislación para introducir el autogobierno local en la India, colonia británica entonces, ya que temía que esto condujera a su independencia. Louis Fischer, a quien invitó a tomar el té en la Cámara de los Comunes en 1937, llegó a la conclusión de que “no es una radical” (Men and Politics, página 440).
Su apoyo a la República la motivó a escribir un libro sobre la Guerra Civil, Searchlight on Spain, que se publicó en rústica en junio de 1938, vendiendo más de 100.000 copias en un mes. En contraste, unos meses antes, el ahora famoso Homenaje a Cataluña de George Orwell vendió menos de mil copias cuando se publicó. Orwell hizo una reseña de Searchlight on Spain para la revista Time and Tide en julio de 1938 y la describió como «una breve historia popular de la guerra española» que estaba «escrita de manera simple y bien documentada» Orwell in Spain (2001, página 304 de la edición inglesa. Existen dos ediciones españolas en Austral y Tusquets).
Searchlight on Spain incluyó un capítulo sobre la “España insurgente” que, admitió, no había podido visitar. Basando sus comentarios “en libros de otros que la habían visitado” (Searchlight on Spain, página xi), destacó la represión generalizada y la negativa de la autoridad insurgente a permitir reportajes independientes. En su último capítulo concluyó:
“Si Barcelona, Valencia y Madrid caen en manos de los insurgentes, probablemente serán indescriptibles las barbaridades que se perpetrarán. Si se aplasta a los republicanos españoles, significa el fin de la libertad, la justicia y la cultura, y el exterminio sin piedad de todos quienes les otorgan importancia”.
Searchlight on Spain, pág. 316
También advirtió de los peligros de una victoria insurgente en el caso de una guerra europea más amplia que, en 1938, parecía cada vez más probable. Señaló que Francia estaría rodeada por tres potencias hostiles (Alemania, Italia y España), y destacó el peligro que esto iba a suponer para Gran Bretaña. Señaló -con gran acierto, como probarían los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial- la potencial amenaza para la navegación británica de los submarinos alemanes repostando a lo largo de la costa de Galicia.
Los temores de la duquesa respecto la Alemania nazi habían ido en aumento durante sus visitas a varios estados de Europa central a lo largo de 1937 y 1938. Entre ellos, Austria, adonde fue poco antes de la anexión nazi en marzo de 1938; y Checoslovaquia, que visitó en julio de 1938. Dos meses después de dicha visita, en septiembre de 1938, Neville Chamberlain, primer ministro británico, y Edouard Daladier, primer ministro francés , aceptaron en Munich la demanda de Hitler de ocupar la parte de Checoslovaquia conocida como los Sudetes. Cuando se firmó el Acuerdo, ella estaba de viaje en Canadá y Estados Unidos, realizando una extensa gira, hablando en reuniones públicas, como parte de una campaña de recaudación de fondos para enviar barcos con alimentos en apoyo de la República Española.
Para entonces, su apoyo a la República española y sus críticas a la política exterior británica habían provocado su expulsión del Partido Conservador, que gobernaba. Después del Acuerdo de Munich, renunció a su escaño para que se convocara una elección parcial en su circunscripción, en la que se presentó como candidata. Su único oponente era del Partido Conservador, porque tanto el Partido Laborista como el Liberal retiraron sus candidaturas y la apoyaron. Sus críticas a la política exterior de Chamberlain y al Acuerdo de No Intervención que impedía al gobierno republicano español comprar armas legalmente centraron su campaña electoral. Obtuvo el apoyo de miembros prominentes del mundo artístico y literario británico; entre ellos, Gerald Brenan y Sir Peter Chalmers-Mitchell. Ambos habían estado viviendo en Málaga al estallar la Guerra Civil. Winston Churchill, otro oponente del Acuerdo de Munich, la llamaba regularmente, pero evitó acudir a los actos de la campaña electoral. La votación se celebró el 21 de diciembre, después de dos días de fuertes nevadas, y el candidato conservador obtuvo una estrecha victoria. Esto puso fin a la carrera política de la duquesa, pero no su defensa de la República española ni de los derechos humanos.
En enero de 1939 fue una de las firmantes de una carta conjunta al periódico The Times con la petición de que se permitiera al gobierno republicano comprar armas legalmente. Tras la derrota de la República, visitó los campos del sur de Francia donde estaban confinados cientos de miles de refugiados españoles. En mayo de 1939, viajó también al puerto francés de Sête para ser testigo de la salida del Sinaia, que el Joint National Committee for Spanish Relief (NJC) había fletado para transportar refugiados republicanos a México.
Después de la Segunda Guerra Mundial, ayudó a establecer la British League for European Freedom (Liga Británica para la libertad de Europa), que presidió. La Liga hizo campaña para exponer la situación de los derechos humanos en Europa del Este después de caer bajo el dominio soviético. Sus memorias, Working Partnership, se publicaron en 1958, dos años antes de su muerte. Tal vez sorprende que tuviera relativamente poco que decir sobre su trabajo en apoyo de la República española. No obstante, como Louis Fischer escribió en 1941:
«[la duquesa de Atholl] había ido a Madrid y desde aquel momento trabajó tan duro para la España leal como cualquier otro en el reino”.
Men and Politics, página 440
[Traducción: Concha Catalan]
Foto: Katharine Marjory Stewart-Murray (née Ramsay), Duchess of Atholl by Howard Coster. Half-plate film negative, 1938. © National Portrait Gallery, London NPG x12264. (CC BY-NC-ND 3.0)